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Posesivo.

¡Dos semanas!

¡Dos malditas semanas!

¡Hace dos malditas semanas que Taehyung no lo tocaba!

¡Ni un maldito beso le había dado!

Ah, pero cuando él quería que le chupara la polla no podía negarse porque recibía un maldito castigo.

No señor, no seguiría así.

Ahora mismo se encontraba con Nam, uno de sus mejores amigos de años superiores, contándole sus problemas de frustración sexual.

Bueno, más o menos.

Él no iba a contarle que habían comenzado un juego sexual porque lo había descubierto tocándose frente a millones de perturbados por internet.

Lo mataría por desvergonzado.

—¿Acaso no soy bonito, hyung? —Hizo un tierno pucherito, derritiendo el corazón del mayor.
—Eres muy bonito, Kookie. —Respondió, sacudiendo su cabello. —¿A que viene la pregunta?

—B-bueno y-yo... —Bajó la mirada, estaba muy sonrojado. Era vergonzoso confesarle esas cosas a su mejor amigo.  —Q-Quiero entregarme a T-TaeTae. —Dijo en un susurro casi inaudible, pero que el mayor pudo escuchar perfectamente. —¡Pero hace dos semanas no me besa si quiera! —Exclamó en forma de berrinche. ¿Y si se había aburrido de él y no quería volver a verlo? Ugh, le dolería tanto, pero ni le extrañaría que pase. Taehyung era un chico muy simpático y totalmente hermoso, podría tener tantos pretendientes como quisiera.

—Tranquilo, pequeño, te preocupas demasiado. Tal vez sólo quiere respetar tu intimidad, aún eres pequeño. —¿Respetarlo? JA. Él lo había adentrado a ese juego que tenían ambos, que ahora no le venga con el cuentito del respeto.

—Hyung... —Susurró. —¿Usted me ayudaría a darle celos a TaeTae?

—Bebé, no quiero meterme en esas cosas... —Se podía notar la diferencia cuando alguno de sus amigos le decían "bebé" entre cuando Taehyung le decía "bebé". Sus amigos lo decían en forma cariñosa, ya que era el menor de todos, mientras que el castaño se lo decía con lujuria.

—Por favor, hyung. Y-yo... ¡Haré lo que me pida! —Y ahí estaba, la linda miradita de JungKook con la cual solía extorsionar a todo el instituto. Al diablo, total, él quería conquistar al hermoso chico de último año que tanto lo había rechazado.

—Agh, bien... —Suspiró. —Eres un controlador, mocoso.

Y con una sonrisa, tomó la mano de su amigo y corrió junto a el hasta el pasillo, donde sabía que estaría Taehyung con su grupo de amigos.

—Ponga sus manos en mi cintura, hyung. —Susurró, haciéndolo sonrojar, se sentía mal al tocar así a su pequeño amigo, pero aún así iba a ayudarlo, así que hizo lo que se le indicó.

—No se sienta incómodo, hyung, por favor. —Le pidió, haciendo puntitas para susurrarle al oido, mientras sus deditos comenzaban a jugar con su corbata y dejar leves caricias en su pecho.

Desde la otra punta del pasillo, un castaño veía enfurecido a SU chico coquetearle a ese estúpido de Kim NamJoon. 

—Oye, controla a tu zorra, Taehyung. —Comentó uno de su grupo, SeokJin.

—Y tú atiende mejor a tu macho, porque por algo será que anda buscando otro agujerito donde meterse, idiota. —Gruñó antes de alejarse y dirigirse donde estaba SU bebé.

—Jeongguk. —Lo llamó, haciendo que sonría cerca del hombro de su amigo antes de darse vuelta, "sorprendido." —Vete, Kim. Ahora. —Dirigió su vista al castaño que estaba al lado de su pequeño.

—Hasta mañana, Kookie. —Sonrió antes de guiñarle el ojo, haciendo que Taehyung gruña, pero él no le tenía miedo.

Cuando por fin se fue, miró al menor más que enfurecido y tomó su muñeca con algo de fuerza y lo dirigió a la salida, donde, por suerte, estaba su motocicleta estacionada.

—Pobre de tí, Jeongguk. —Dijo. El menor sabía que estaba realmente enfadado, ya que casi nunca le llamaba así.

Como si fuera un muñeco, lo sentó en la parte trasera y le puso el casco, porque aunque estaba enfadado, no quería que le pase nada.

Cuando subió, arrancó con un fuerte rugido y fue lo más rápido que pudo, de todos modos, su casa estaba cerca y nadie los detendría, todos trabajaban y las calles estaban casi desiertas.

Ni siquiera el viento chocando su cara lo podría calmar, estaba que echaba fuego por las orejas.

Sentía los deditos de su pequeño apretar su camiseta con miedo, realmente iba muy rápido, y no le gustaba que esté tan enfadado con él.

El castaño bajó la velocidad cuando divisó su casa, estacionando por fin frente a esta.

El azabache bajó, temblando levemente, siendo seguido por el castaño, que aún no cambiaba su expresión.

Sacó sus llaves y cuando la puerta se abrió, le indicó a su invitado que pasara.

—Daddy... —Susurró cuando Taehyung se detuvo frente suyo.

—Cállate.

—P-pero daddy...

—He dicho que te calles. —Su voz sonaba tan rasposa que daba miedo, y la vena de su cuello parecía explotar en cualquier momento. Él nunca lo había visto así, y menos si él era la razón de su enfado. —Te lo dije, Jeongguk, te lo dije. Te dije que soy malditamente posesivo y no me gusta que toquen lo que es mío. No me gustan las cosas usadas. —Gruñó, mirándolo con el ceño fruncido.

—P-pero él no me tocó. —Pero no, por más que lo intentara, no podía enojarse con el menor cuando le hacia esos pucheritos y encogía su cuerpito. Suspiró.

—Bebé, no soy estúpido. —No le gustaba sentir ese sentimiento, ese miedo a que alguien más se lleve a su pequeño. —No quiero que nadie más que yo toque tu cinturita. —Con cuidado, se acercó a él y tomó el lugar indicado, pero por debajo de la camiseta.

—Y-yo sólo quería que me preste atención. —Bajó la cabeza, tomando sólo un poco de distancia. —No quiero que se aburra de mí.

—¿Como dices? Aún no me he aburrido de tí, y sinceramente no creo que lo haga. Tu traserito me encanta. —Gran parte su corazón revoloteó ante esas palabras, pero la otra se desilusionó al darse cuenta otra vez, que para Taehyung sólo era un culo para follar, pero no importaba, nada importaba ahora.

—¿Y por qué ya no me toca como antes, daddy? —Lo miró a los ojos, haciéndole esa típica miradita.

—Precioso, tenía que contenerme. —Murmuró. —Mientras más te oía gemir, más ganas de follarte tenía, de hacerte mío y que nadie pueda tocarte como yo.

—Yo quiero ser de daddy... —Susurró, haciendo un pucherito.

—Joder, JungKook. —Pasó su mano por su cabello, despeinándose frustradamente. —Ya no aguantaré, bebe. —Se acercó a su oreja y atrapó entre sus labios la argolla que lucía su oreja. —Hoy te follaré tan malditamente duro. Recibirás tu maldito castigo por coquetear con alguien que no sea tu daddy, precioso. —Susurró, sonriéndole luego de alejarse para mirarlo.

Ese niño le encantaba.

blancos y pasteles ➸ v.kDonde viven las historias. Descúbrelo ahora