10

925 105 50
                                    

Al día siguiente, cuando JungKook despertó a eso de las 06:30, se quedó unos largos veinte minutos observando a su daddy dormir.

Se veía literalmente como un ángel y el azabache no pudo evitar enamorarse un poquito más.

Porque, aunque ya lo había visto dormir antes cuando eran sólo amigos, esta vez era diferente.

Para el menor, el simple hecho de verlo dormir luego de haber hecho el amor, era tan diferente y especial a la vez.

Pero claro, su ensoñación no duró mucho.

Cayó a la dura realidad al oír un pequeño ronquido que escapó de Taehyung.

Él sólo se estaba haciendo ilusiones.

Taehyung no lo amaba como él lo hacía, ni estaba cerca de hacerlo.

Sólo habían follado.

Pudo notarlo cuando recordó cómo lo había tomado.

No había sido cuidadoso para nada, y no susurraba cosas bonitas mientras lo penetraba.

Cuando quiso darse cuenta, su carita estaba empapada de lágrimas, notando que aún vivía en esos sueños de puberto, creyendo en que su amado se enamoraría de él.

Pero, algo es algo, ¿cierto?

El no quería terminar con lo que sea que tenían, no podría soportarlo.

🔥🔥🔥

El azabache estuvo evitando la mirada enfadada de Taehyung toda la mañana. 

Se había ido antes de que se despertara Taehyung, ya que no quería que lo viera llorar, no quería que le preguntara que pasaba porque sabía que no podría mentirle, y la podría haber cagado.

Y, aunque quisiera evitarlo un tiempo más, el castaño no estaba dispuesto a seguir siendo ignorado.

Por otro lado, el pequeño azabache se encontraba sentado con sus amigos en la gran cafetería, rojo como un tomate.

—Uh, la pasaste bien ayer, Kookie —Se burló Hoseok, soltando una de sus escandalosas carcajadas.

Y es que, fue tan idiota como para olvidar cubrir los grandes chupones que habían en su cuello y clavículas.

—Ese Taehyung es todo un salvaje —Acompañó Yoongi, riendo suavemente.

—Ya, hyungs... —Susurró el pequeño, avergonzado bajó la mirada, concentrándose en su plato.

Al principio les impactó que su pequeño bebé haya aparecido con tales marcas, y les enfureció el sólo pensar que Taehyung se aprovechó de él, pero cuando Nam les explicó todo, lo entendieron.

—Si te lo hubieras tapado, esto no pasaría, Kookie —Rió Nam, observando el tierno rostro del pequeño tomate que estaba a su lado.

Mentiría si dijera que no sintió nada cuando puso sus manos en la cinturita del menor, o cuando el azabache le susurró en el oído, con una voz extremadamente tierna.

Y mierda, por la tarde se preguntó lo que sería estar así con él todos los días​ y por la noche había soñado cosas que no deberían ni repetir en voz alta, porque seguramente se empalmaría ahí mismo.

El mayor se despertó de su ensoñación cuando vió a Taehyung tirar del brazo del menor con rudeza, sacándolo del comedor sin explicación alguna.

🔥🔥🔥

Por el lado de JungKook, caminaba torpemente detrás del castaño, tropezando un par de veces.

—¡Hyung! —Exclamó, tratando de seguir su paso —¡Detente! —Trató de rasguñar la mano que tenía envuelto su brazo que comenzaba a lastimarlo. 

El mayor, harto, se detuvo en un pasillo, donde lo empujó contra los casilleros que había.

—D-daddy —Susurró, removiendose para tratar de soltarse.

—Cállate. —Espetó. —¿Te crees gracioso?

—N-no, yo... 

—¡Déjame hablar! —Gruñó, apegándolo más al casillero —¿Acaso sabes cómo me sentí cuando no te ví en la manaña?—Sus ojos estaban levemente más abiertos de lo normal, sus dientes maltrataban su labio inferior y sus pupilas recorrían toda su cara, mirándolo con enojo.

—L-lo siento, daddy —Llevó su manita al cuello de la camisa del castaño, tratando de tranquilizarlo. 

—No me sirven tus disculpas, Jeongguk. —Frunció el ceño, y aunque JungKook tuviera ganas de regañarlo porque según él "le saldrían arrugas", no se atrevió. Taehyung estaba enfadado y no quería seguirla cagando. —¿Por qué? —Acercó su boca a su oído. —¿Acaso no te gustó lo que daddy te hizo sentir?

Taehyung era el creador del juego, y jugaría cuando él quiera. 

Eran sus reglas.

—¡Contesta! —Golpeó a Jeongguk una vez más contra el casillero, haciendolo sonar. 

—N-no es eso, a-a mi me encantó. —Susurró, mordiendo su labio inferior para evitar sonreír.

Aunque sonase enfermo, a Jeongguk le calentaba cuando su daddy se ponía así con él.

El mayor besó los labios del azabache, bajando hasta la linea de su mandíbula y recorriéndola con la lengua, formando un camino hasta su cuello, donde besó cada una de las marcas visibles.

—Entonces, ¿por qué haces enojar a papi, bebé? —Siguió con los besos, sacándole un leve gemido al azabache. —Quería despertar contigo hoy, chiquito. —Esta vez, la atrevida mano de su hyung fue a parar a su entrepierna, que se encontraba bastante despierta desde que Tae lo arrinconó en ese lugar.

—N-no sé, d-daddy —Gimió al sentir la grande mano adentrándose en su pantalón, atrapando su erección entre sus fríos dedos, ya que ese día había decidido no llevar ropa interior.

Su anito ardía por la sesión de sexo de la noche pasada, y el simple roce de la pequeña braga lo hacía sentir incómodo.

—P-por favor, daddy, s-siga —Echó su cabeza para atrás, apoyándola en el metal que tenía detrás.

—No me gustan los niños que se portan mal... —Susurró con la voz ronca, empezando un lento vaivén a lo largo de su hombría, masturbandolo despacio.

Mierda, JungKook sabía que estaban en la mitad de un pasillo, a sólo quince minutos de que el timbre para entrar a clase suene, pero le importaba tan jodidamente poco.

No le importaba porque su papi estaba masturbandolo tan deliciosamente, y en ese momento sólo podía pensar en correrse y luego hacer sentir bien a su hyung para que lo perdone, en nada más.

—N-no lo volveré a hacer, daddy, p-por favor...

No importaba lo mucho que el menor rogara, este era su juego, y no dejaría que él ganara.

—¿Debería hacerte caso, amor? Aún no creo que mereces ser perdonado.

—Por favor, p-papi —Susurró, desesperado. —L-léveme a ese baño y folleme como usted sabe —Rogó, sacudiendo su cuerpo ante los continuos espasmos que tenía gracias al placer.

—No sabes cuánto me gustaría hundirme en tu delicioso anito ahora,  precioso. —Murmuró, apretando el falo que tenía entre su mano —Pero no lo haré. —Se separó bruscamente.

—¡D-daddy! —Exclamó el menor, atrapando la manga de su saco, mirándolo con desconcierto. 

—Te dije que no me gustan los niños malos. —Gruñó, saltándose de su agarre. —El juego es así. Daddy te castigará cada vez que hagas algo que no le guste. Y esto, no le gustó pero nada.

Con una última fría mirada, se giró y se encaminó en dirección contraría de donde él se encontraba, dejando un excitado azabache jadeando contra los casilleros.

Mientras tanto, un moreno chico había observando –ahora con una gran erección– toda la escena desde una esquina, saliendo lentamente de su escondite, mirando estupefacto a su pequeño amigo.

—¿Kookie? —Susurró Nam, consiguiendo la atención del azabache.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 07, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

blancos y pasteles ➸ v.kDonde viven las historias. Descúbrelo ahora