Tras un buen rato, llegaron a un lugar muy aislado, lejos de los caminos por los que pasaba la gente, demasiado lejos incluso para los que se atrevían a alejarse a investigar. Era una zona de difícil acceso, tan llena de plantas que apenas podían pasar.
-¿Pero cómo se supone que se pasa por aquí? Es tan condenadament...¡AAH!-Irina se tropezó y chilló. Se quedó enganchada entre unas ramas e intentó levantarse, pero al no poder, dijo:
-Eeeeeeeh... socorro-.
-En realidad, pasar es más fácil de lo que parece-contestó Burke mientras ayudaba a Irina a levantarse.
Ella se quitó una ramita de la trenza y se sacudió la ropa, llena de hojas. Mientras, Burke puso las manos sobre una de las plantas.
-¿Qué vas a hacer?-preguntó Elena, a pesar de que lo suponía.
Daniel empezó a oír, sorprendido, ramas crujir y hojas moverse, además de un ligero siseo. "Mientras no sea una serpiente, da igual..."se dijo a sí mismo mentalmente.
-Que pasada...- dijo Irina, sonriente y con los ojos brillantes.
-Si tú lo dices-comentó Elena fingiendo desinterés, pero Irina sonrió al notar un ligero asombro en su cara,-¿vamos a quedarnos aquí hasta que amanezca o nos movemos ya?
Empezaron a andar, cruzando un pequeño pasillo entre las plantas que había creado Burke haciendo que se moviesen. Según iban pasando, estas se cerraban detrás de ellos.
-Bueno...-empezó a decir Burke, luego se giró y extendió los brazos como si fuera Tony Stark enseñando el efecto de sus misiles,-esta es mi casa.
~*~
Desde luego, no era la adorable casa de Blancanieves, pero parecida sí que era. Era una casa de piedra, con las ventanas pequeñas y el techo a dos aguas. A un par de metros, había un manantial de agua.
Burke abrió la puerta de madera y pasó, seguido por Irina, Elena y Daniel. La casa estaba a oscuras, así que Burke cogió una lámpara de aceite y la encendió.
-¿Aquí no hay luz eléctrica?-preguntó Irina con el ceño fruncido.
-¡Estamos en mitad de la nada! ¿Qué esperabas? ¿Luces de neón y wifi?-contestó Burke, mientras terminaba de encender las demás luces de la pequeña sala.
-¿No... no tienes wifi?-preguntó Daniel, asombrado.
-No pongas esa cara de bobo, la wifi no es oxígeno, se puede vivir sin ella-dijo Elena, luego se giró hacia Burke,-te entiendo, mi casa se parece a la tuya pero es de madera. Y si no os importa me voy fuera un momento,-fue hacia la puerta y, al sujetar el pomo, se giró hacia ellos para decir que si les importaba iba a salir igualmente.
La sala era pequeña y rectangular, había un pequeño sillón marrón rojizo, una pequeña mesita con una silla, ambas de madera, una alfombra en el suelo que ocupaba casi toda la habitación, una chimenea junto un montón de leña, unas estanterías de madera clara pegadas a las paredes llenas de lo que parecían ser cómics y unos ganchos de metal en la pared de los que colgaban sartenes y demás cacharros de cocina. En una de las paredes había además dos puertas.
Irina, mucha más tranquila ahora que estaban en una habitación con luz, se acercó a las estanterías a cotillear.
-Vaya...¿cómo se lee esto? ¡Parece impronunciable, con tanta consonante!-dijo cogiendo uno de los cómics. Burke se acercó y se lo quitó de las manos con un poco de brusquedad, cosa que sorprendió a Irina.
-No toques mis cómics-dijo mientras lo colocaba.
-Vale, vale...-dijo Irina. ¡Ni que fuese a romperlo o algo así!
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Magos Elementales [PAUSADA]
FantasíaSiglo XXI, ¿la magia ha sobrevivido? Un hombre obligado a ocultar sus ojos tras una venda. Una mujer incapaz de poner los pies en el suelo. Un hombre de brazos de piedra. Y una mujer maldita que morirá si se le seca el pelo. Ellos te demostrarán que...