Capítulo 10

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Soy una tumba

En medio de mi agonía solitaria en la celda de aislamiento, me di cuenta de que debían de ser las cinco o seis de la tarde porque hacía una o dos horas que había comido y, además, porque Konan se había acercado a mi celda. Era su hora libre. 

- Tranquila, le he pedido permiso al guardia- me dijo ella cuando la puerta se cerró del todo y yo me alteré. Se sentó frente a mí en el futón y cruzó las piernas, mirándome seriamente-. Akira, por favor, si hay algo que pueda saber para averiguar cómo ayudarte, yo...

- No puedes hacer nada, Konan- la interrumpí. Me dolía decir eso, tanto a ella como para mí, pero era la dura verdad. No había escape-. Y tampoco voy a decir nada. 

- Akira, ¿es que no confías en mí? Lo entenderé, porque me conoces desde esta mañana en la ducha, pero cuando te vi llena de heridas quería ayudarte.

- No es que no me fíe de ti, y tampoco es que quiera evitar tu ayuda pensando que lo haces por pena, es que simplemente ni tú ni yo podemos hacer NADA- sollocé-. Y él no me deja decir nada...

Ups.

- ¿Él? ¿Quién es "él"? Ahora no hay vuelta atrás. Dímelo.

- No puedo, Konan, no puedo. Soy una tumba y debo seguir siéndolo hasta que salga de esta celda.

- ¿Tumba de qué?

¡Akira, tú y tu gran bocaza!

Bueno... Itachi había dicho que no le dijera nada al GUARDIA, pero no había dicho nada con respecto a un REO. Suspiré antes de ponerme a llorar.

- Anoche Itachi se metió aquí y me violó. Por eso estoy llena de cardenales. Esta mañana, Hidan lo intentó conmigo en la ducha, pero apareció Itachi y me obligó a decir que yo era suya. Y lo de la cachetada fue porque me amenazó: dijo que si me volvía a ver dejando que otro que no fuera él me tocara, me iba a arrepentir de eso.

- Nunca me lo habría esperado de él...- murmuró Konan. Hizo ademán de levantarse-. Tengo que hablar con él sobre esto y...

- ¡¡¡NO!!!- ladré, cogiéndola de la muñeca y haciéndola quedarse sentada. Rompí a llorar entre gritos, y cuando me calmé un poco volví a hablar-. ¡No digas nada, Konan, por favor! ¡No se lo digas a nadie! ¡Ni a los guardias, ni a los reos, ni a Pain ni a nadie, por favor! ¡Si se entera de que alguien más lo sabe estoy perdida!

- Vale, vale, vale- se apresuró a decir ella-. No diré nada, tranquila, no diré nada. 

Me dejé envolver en el cálido abrazo de mi única amiga de la prisión, llorando en su hombro en una manera de descargarme los sentimientos que tenía acumulados.

- Tú, Konan, ya han pasado los cinco minutos que solicitaste- interrumpió el guardia abriendo la puerta. Al vernos abrazadas, meneó la cabeza-. Mujeres... No teníamos bastante con el yaoi de todos los reclusos y vais vosotras con el yuri. ¡Sal de ahí!

Quise matarle en ese momento por haber dicho lo que dicho, pero me acordé de mi sentencia secundaria y me quedé donde estaba, viendo cómo Konan se marchaba y me dejaba sola en mi celda.

Vuelvo a estar sola.

La Cárcel AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora