Capítulo 20

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Demasiado sensible...

- ¡Idiota!- grité, dándole un capón en la cabeza. Él se la frotó, molesto-. ¿¡Cómo diablos se te ocurre envenenar la guadaña!? ¡Podrías haberla matado!

- ¡El puñetazo sobraba, Itachi!- protestó Hidan. Me dieron ganas de darle otro, pero la mano de Akira me detuvo en el último segundo. 

- No estoy muerta. Déjale por ahora. La jaqueca que le vas a provocar será suficiente castigo. 

Estaba que echaba humo por las orejas. Pero lo dejé donde estaba, en el medio del patio, mientras Akira se marchaba para seguir entrenando. Llevaba un buen rato golpeando un saco que colgaba de un soporte en medio de la cancha: el "Saco Inmortal", era su apodo. Nadie había conseguido hacerle ni una sola raja, y daba risa ver que el saco era más grande que Akira. Parecía la típica gatita que muerde una y otra vez la oreja de su madre intentando vencerla. Yo me limité a observarla desde la pared cercana al saco. Era un saco de boxeo negro, colgando de una cadena reforzada y de dos metros de altura. Contando los treinta centímetros que separaban el saco del suelo, era un... cómo decirlo... ¿un "adversario digno"?

- Akira, te vas a partir algo si sigues empeñándote en romperlo. Es el único saco que nadie ha conseguido romper jamás en...

No me hizo ni caso. Lanzó un grito de guerra mientras golpeaba con más fuerza y rapidez el saco. Solo se veía una mancha negra con apariencia humana ensañándose con el saco. Hasta me dio pena el pobre coloso de tela. 

- Se oye líquido dentro y no pienso parar hasta que se...- dijo ella una vez consiguió, para sorpresa de todo el mundo, hacerle una fisura al saco. Se vio interrumpida por la ruptura del saco, que se partió por la mitad y... soltó todo su contenido encima de Akira.

Ella se quedó con la cara fruncida, paralizada y esperando a que se vaciara el saco para abrir los ojos y limpiarse la cara. Compuso una mueca de asco.

- ¿¡A quién carajo se le ocurre la maravillosa idea de llenar un saco de sangre!?- chilló. Me acerqué a ella, pasé un dedo encima de su hombro empapado y luego escupí lo que acababa de probar: en efecto, era sangre. Pero no me sorprendía: cuando las matanzas de los primeros años de la prisión, se usaba la sangre para rellenar y reforzar el interior de los sacos de entrenamiento-. Hay sangre de todo tipo- protestó sacudiendo la cabeza como un perro mojado. 

- Anda, ve dentro a limpiarte- reí yo, empujándola con suavidad hacia el edificio y dejándola entrar sola. 

******

Ya había pasado una semana desde la confesión a Akira. Ambos volvíamos a sonreír y ella estaba de mejor humor. Ahora, se llevaba bien con todos los miembros de mi banda (aunque estaba todo el rato peleándose con Hidan ¬_¬) y todos la respetaban. 

- Itachi- me dijo Akira un día después de comer. La miré-. ¿Podemos hablar un momento?

- Claro. Yo también quiero decirte una cosa- accedí. 

Caminamos hasta la parte de atrás del recinto, alejados de todo el mundo y tranquilos. 

- Llevas varios días muy sensible, cada dos por tres te desplomas por mareos y andas muy rara- dije apenas nos detuvimos. 

- Eso...- empezó a decir. Se hundió de hombros, interrumpiéndose a sí misma, y tomando mi mano-. Llevo ya un mes.

Me hizo poner la mano sobre su vientre, sonriendo apenas. Yo estaba paralizado.

La había dejado embarazada. 

La Cárcel AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora