Capítulo 24

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¿Cuñado...?

- Mami, ¿por qué no tengo tanto pecho como tú?- le dio por preguntar a Shiro un día. Yo me eché a reír.

- Porque aún eres pequeña. Cuando tengas once vas a empezar a desarrollarlos, tranquila.

- ¿Entonces Deidara aún es pequeña?

- ¿¡WTF!?- gritó Deidara desde la cocina (leer "Una Akatsuki nueva en Konoha" para saber la estructura de la base n.n).

- ¿Por... por qué dices eso?- pregunté, temiéndome lo que iba a decir.

- Porque es más alta que tú y no tiene pecho- respondió. ¡Hay que ver con el pobre Deidara xD!

- ¡Eso es porque soy un hombre, uhn!- protestó él. Shiro se levantó del sofá donde estaba sentada conmigo viendo la tele, se dirigió a la cocina tranquilamente y le dio un golpe bajo a Deidara. Cuando se retorció de dolor en el suelo, le palpó la tela de los pantalones. 

- Sí, es hombre- confirmó como si nada. 

Al final, todos acabamos en el suelo retorcidos... ¡pero de risa!

- ¡No tiene gracia, uhn!- gimió Deidara desde el suelo-. ¡Encima la pequeñaja es casi tan bruta como su madre, uhn!

- Es igual de fuerte que yo, Deidara- afirmé, ahogada por la risa. 

- Más a mi favor, sí. 

- No le veo la gracia- dijo Shiro. Todos nos callamos por respeto-. Es que con ese pelo que es igual de largo que el de mamá a ver quién no se confunde. 

Segunda oleada de risas. 

- ¡Ya sabes, Deidara! ¡Córtate el pelo!- rio Hidan. 

- Cállate, imbécil. Si lo llevo largo me lo dejo largo, uhn- replicó Deidara, levantándose con dificultad. 

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- No hay agua- anunció Konan un día, tras haber abierto la nevera y los armarios debajo del fregadero-. ¿Irías tú a buscar, Akira?- me preguntó. 

- Claro. Compro dos cajas de doce, como siempre- dije, cogiendo una cartera de la encimera y saliendo de la casa. 

Me encantaba vivir allí: estábamos alejados de todo el mundo, a excepción de una pequeña villa de mercaderes a kilómetro y medio de distancia donde solíamos ir a comprar. En medio del bosque, por lo que la paz era absoluta, y con un riachuelo a pocos metros de la casa. 

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Ya las dos cajas de agua compradas, quise salir por el mismo camino por donde había venido, pero había demasiada gente y yo no tenía paciencia ni ganas de pasar por aquella jauría humana. Así que tomé la misma ruta, pero por un callejón de mi izquierda que terminaba cerca de la entrada al mercado. Allí ya no estaba tan concurrido. 

Las cajas pesaban bastante, y di gracias de que yo tuviera la fuerza que tenía. Si no, ya habría caído al suelo derrotada por las malvadas botellas. 

- ¿Necesitas ayuda?- preguntó una voz a mi espalda. 

- No, gracias, ya puedo yo sola. Vivo cerca- contesté. Podía oír que me seguían, y acabé dejando caer las dos cajas al suelo y girándome de golpe para enfrentar un ataque. Pero me quedé paralizada, cosa que él aprovechó para ponerme un trapo empapado en la nariz. Cloroformo. 

Me sentí desvanecer, y un segundo antes de ver solamente negro, mi mente gritó desde la memoria el nombre de aquel sujeto. 

Sasuke Uchiha. El hermano menor de mi novio.

Mi cuñado. 

La Cárcel AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora