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Se despertó con todos los ánimos del mundo, de un brinco salió de la cama y se dirigió al baño, donde después de una pequeña ducha salió con su cabello azulado cayendo sobre sus hombros. Avanzo hacia su cuarto para peinarse, quizás probar algo nuevo estaría bien, miro su reflejo en el espejo, y noto a sierto héroe que se desperezaba, ella le saludo con una sonrisa, el se preguntaba el porqué de su felicidad, ella solo le sonrió y le dijo, que esperara un momento y que al volver con el desayuno hablarían. Escucho la tele en la planta de abajo, seguramente su padre estaba escuchando el noticiario, fue a saludarlo y a preguntarle cómo les había ido en el curso de repostería.

"Adrien Agrester, el heredero de la industria* Agrester, se a comprometido esta mañana con Chloe Burgois, hija del alcalde y heredera de una vasta fortuna" se escuchó proviniendo de la pantalla. La radiante sonrisa se convirtió en una mueca, mientras sentía como su corazón de quebrantaba. Mientras observaba la imagen de el amor de su vida, junto a la rubia que presumía la joya y la caja moteada.

28 de diciembre 8:00 am

El joven se encontraba en una de aquellas tantas reuniones de adultos que por más que prestara atención no comprendía, traía puesto uno de sus mejores trajes de etiqueta mientras que su madre al lado traía un vestido color guinda con el cabello recogido de lado. Luego de la cena los adultos empezaron a hablar de cosas que el aun menos comprendía, así que pidiendo permiso se retiró de la mesa y avanzo, la otra familia al parecer también tenía una hija, una niña que parecía ser aunque, algo impulsiva y consentida, no parecía ser mala y aquello lo comprobó cuando lo invito a jugar con ella en el jardín. Aunque claro, su definición de jugar, era fingir tomar el té, a el le pareció sumamente tierna.

Desde ese día se volvieron mejores amigos, vaya que lo recordaba, recordaba todo lo que ella había hecho por él, recordaba todas las veces en que ella le había protegido de todos los niños que le molestaban, quizás para muchos era presumida, arrogante, una niña mimada, pero para el era lo más cercano que había tenido a una amiga, una hermana. Vio ante sus ojos todas las pláticas, cuentos y juegos que habían compartido.

La última escena que presencio, le pareció algo extraña, parecía una combinación del pasado y del presente. La niña ante el, con una sonrisa picara, le decía que jugarían a las escondidas, y que el contaría, rápidamente ella salió corriendo, y el volteo a la pared para contar. Pero frente a el se encontraba la forma crecida de su amiga "Adrien, necesito hablar contigo"

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Fue ahí cuando despertó. Se tallo suavemente los ojos y se estiro, miro a su lado, para presenciar a su querido kwami, que aun se encontraba durmiendo, esperaba que pronto se despertase. Vio por la ventana y noto el dia nublado, pequeños copos caían del cielo, de seguro en esos momentos su casa estaría saturada de nieve.

Por la ventana pudo ver como se asomaba una vez más la pequeña criatura moteada pidiéndole permiso para entrar puesto que por primera vez en el tiempo que estaba ahí, la ventana se encontraba cerrada, el se levantó y le abrió. La pequeña se acercó lentamente hacia su compañero obscuro; parecía que ella fuera de visita a la habitación de Chat Noir, aunque hasta cierto punto nada de eso era verdadero, Tikki se mantuvo observando en silencio al kwami de gato mientras que el chico se sentó en posición mariposa y los observaba fue ahí que gracias a su afinado oído y al silencio que había, pudo escuchar la conversación de abajo

-pobrecilla, enterarse así de que el ya no va a estar a su lado, pero supongo que lo mejor es darle su espacio- esa era la madre de Marinette, ahora que recordaba el día anterior no estaba, él tendría que salir de esa casa, de lo contrario podrían encontrarlo. Siguió escuchando.- Aunque con esta nieve... me da miedo que pesque un resfriado, Tom... hay que buscarla... de seguro, tiene el corazón destrozado-

Por siempre heroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora