cap.15: Ethan

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Y ya no había luz. La oscuridad lo llenó todo por completo, una oscuridad densa y pesada. Me sentí inmerso en ese vacío, como si se apoderarse de mí.
Poco a poco el silencio se fue convirtiendo en un ruido amortiguado, y en la oscuridad se divisaba una mota de color.
Cada vez ese pequeño punto se iba ampliando más y más a la vez que el ruido iba siendo más nítido, hasta convertirse en palabras de una voz femenina.
La imagen aún no estaba clara, sólo oía a una mujer con la voz cansada y monótona.
- Sólo tres semanas. Se quedará con la niñera Henry, ¿qué más quieres?
- ¡Quiero que este niño esté bien educado! -ahora se oía a un hombre a punto de perder sus nervios- ¡Es quien va a continuar el negocio de la familia! No podemos dejar que haga lo que le plazca. ¡Necesita formación!
La imagen se enfocó del todo. Eran un matrimonio rico en una casa muy lujosa . La mujer parecía joven pero sus manos envejecidas la delataban, y el hombre tenía un bigote blanco muy poblado y un sombrero para tapar su problema de calvicie.
- Pero estas eran nuestras vacaciones... -parecía harta ya de discutir con su marido- ¿No puedes olvidarte un tiempo del trabajo y dedicarme aunque sean tres semanas?
El hombre llamado Henry resopló.
- Sophia el trabajo es muy importante...
La mujer le lanzó una mirada intimidante.
- Bueno, supongo que sí. -accedió Henry.
Sophia sonrío satisfecha mientras se toqueteaba el collar.
La imagen ahora se volvió a la puerta de la habitación en la que hablaba el matrimonio y apareció un niño pequeño, de unos cuatro años, vestido con una camisa que debía de costar mi vida entera y unos pantalones con tirantes.
Iba sin zapatos y llevaba en pelo peinado hacia atrás. Tenía la cara redonda y sonrojada y la mirada de un niño inocente, como lo son todos los niños a esa edad.
Y tenía una línea negra que atravesaba el lado derecho de su cuerpo.
El plano se centro en sus pies y cuando enfocó a la pareja rica, era yo ese niño pequeño que los miraba.
- ¿Y por qué no voy con vosotros?
Todo se rompió en pequeños cristales y volvía a estar en la oscuridad otra vez. ¿Por qué esos recuerdos tenían que aparecer en este momento?
De repente la luz volvió y ahora estaba en un jardín muy amplio, lleno de setos y flores.
Me encontraba mirando mi reflejo en el agua de una fuente en el centro del jardín. Mi imagen empezó a cambiar hasta convertirme en un niño. Habían pasado tres meses y mis padres no habían vuelto de ese viaje.
Un hombre con traje negro apareció en la puerta, llevaba unos guantes blancos. Se acercó a mi niñera y le dijo que mis padres no iban a volver.
Ella se sorprendió bastante y no paraba de preguntar a quién iría su fortuna. Me miraba con desprecio.
Quizá no le pareciese justo que un niño de cuatro años fuese rico mientras que ella lo tuviese que cuidar para ganarse la vida.
A mí no me importaba que mis padres no volviesen. No tenía a penas recuerdos suyos. No tenía a penas recuerdos de nadie, solía estar solo.
En ese momento creí que no iban a volver porque se habían ahogado en el mar o algo. Pero no, no iban a volver porque no querían, y dejaban a su estorbo de hijo por ahí.
Era gracioso, porque antes de irse, su mi padre se estaba preocupado como loco por mi y mi educación. Pero algo debió de hacerle cambiar de opinión.
No me preocupaba que mis padres no se quedasen conmigo. Vinieron un par de veces de visita, pero no les hice mucho caso.No parecían tenerme mucho aprecio.
Mi niñera era una mujer mayor bastante agradable, siempre y cuando no la molestases durante más de 5 minutos. Entonces se enfadaba y me mandaba al jardín.
No había nada interesante en ese jardín. Solo fuentes y arbustos. Y como se me ocurriese cavar hoyos o arrancar césped el jardinero me echaba la peta.
Pronto me conseguí escapar de casa y volver antes de que nadie se hubiese dado cuenta.
Una vez en el descampado de detrás de mi casa mientras recogía piedras para tirarlas al estanque una niña con el pelo multicolor iba recogiendo las que se me caían.
- ¿Para qué quieres tantas piedras si las vas tirando por ahí? Eso significa que no las quieres de verdad. Si no, no las tirarías.
Me fijé en sus brazos y tenía varios moratones y marcas. Supuse que se habría caído, por aquí había muchos hoyos.
- Voy a tirarlas ahí. - dije señalando al estanque.
- Vale, a ver quién llega más lejos - miró al estanque fijamente. - Me llamo Mieko.
Y nos pasamos tirando piedras toda la tarde. Cada día iba allí para jugar con ella.
Y así pasaron varios meses. No recuerdo si alguna vez preguntó mi nombre, porque yo no se lo dije, pero lo sabía.
A veces la invitaba a pasar a mi casa pero no quería entrar. Un día no apareció.
La esperé sentado en el suelo hasta que anocheció y mi niñera vino dando gritos diciendo que podía haberle dado un infarto.
Me llevó a mi cuarto y no me dejó salir de casa en semanas.
Estoy tumbado en mi cama mirando a el móvil de cohetes girar. Ya no soy mi yo de cuatro o cinco años. Soy el yo de ahora.
Es extraño recordar mi casa. No me gusta. Odiaba mi cuarto y lo sigo odiando. Demasiado grande y nada que se pueda hacer allí dentro.
Los cohetes giran cada vez más rápido y no puedo evitar apartar la vista para no marearme.
¿Estoy llorando? Me paso las manos por los ojos pero están secos, no hay lágrimas. Entonces, ¿por qué tengo la sensación de estar llorando?
Llaman a la puerta pero no quiero levantarme a abrir. Cierro los ojos esperando que cuando los abra esta pesadilla extraña haya acabado.
Cuando los abro solo hay más oscuridad. Por favor, espero no estar alucinando.
No quiero más recuerdos de mis padres. Me hacen sentir que no valgo para nada. Me hacen sentir solo, y no quiero estar solo.
Siempre he echado la culpa a mi línea, me ha hecho sentir mal desde siempre. Creía que mis padres no querían volver porque se avergonzaban de mí, de esa línea. Es a mí al que más le asusta.
Cuando conocí a Mieko me extrañó que no hiciese ningún comentario extraño, como mi niñera. En el fondo lo agradecí.
La oscuridad no deja de crecer. Me pican los ojos. Vale, ahora sí estoy llorando.
No estoy solo, tengo a Megune y Mieko. Pero, ¿por qué no puedo evitar sentirme solo?
Un estallido de dolor recorre mi marca, como una corriente eléctrica. Justo como pasó aquella vez.
Entonces la oscuridad se va convirtiendo poco a poco en una luz tan brillante que me ciega.
Ya no sé si estoy soñando o qué, pero doy gracias a que esos recuerdos ya no aparecen.
La luz pierde intensidad y puedo ver una rendija que se hace más ancha cada vez hasta que veo la lámpara del techo de una sala.
Espero que no sea otro sueño.

@Merrywetha

Guantes NegrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora