Yo tenía...[Narcissa]

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Yo tenía 6 años la primera vez

Lo cierto es que no recuerdo mucho, es como si fuese una memoria difusa, un momento especifico desvaneciendose en mi mente. Tampoco es que quisiera acordarme, no quiero, me duele como si se estuviera repitiendo, incluso si no estoy segura exactamente de lo que paso.

Yo tenía una pijama de serpientes de dibujo color verde

Le vi entras por la puerta de mi cuarto, muy lentamente, la madera del suelo chillaba bajo sus pies, y me acomodé sonriendole, abrazando mi peluche como cualquier otra niña en el mundo. Pero hice una mueca, casi sin notarlo, sin pensarlo, el olor a alcohol me llegó de pronto a la nariz, varios años despues descubriría que ese era el aroma del Whiskey de fuego que había en su oficina.
Mi padre, Cygnus, era alto, de hombros anchos, rostro anguloso y ojos gris luna; tenía una presencia imponente, de esas que asustan a primera vista, aunque yo jamás le había tenido miedo.
Se acercó, tambaleandose, hasta mi cama, con una sonrisa un tanto maniatica dibujada en los labios, le abracé, quería dormir así.

Yo tenía muchisimo miedo

No recuerdo mucho, como dije, solo se que quise gritar cuando comenzó, que me apretó el cuello, y las piernas, rompió mi pijama, lo destrozó en realidad. Esa noche se rompieron muchas cosas en mi, no solo fisicamente hablando, fue como ser destruida por dentro, como golpearse la cabeza contra una pared hasta perder el conocimiento; yo era demasiado pequeña para entender nada, pero el asco, joder, el asco era algo que no podía contener, es la peor parte, porque eso te persigue, es un recuerdo, algo que no te deja huir. Dijo que me parecía un monton a mi madre, no como mis hermanas, yo era la más hermosa, susurró ese tipo de cosas cuando terminó de violarme. Besó mi mejilla y me dejó ahí; vomité durante media hora, hasta que me dormí llorando.

Yo tenía doce años la primera vez que di pelea.

Eran las vacaciones de navidad del segundo año en Hogwarts, trataba de mantenerme ocupada, de hacer cosas, quería estar lo más alejada posible de mi padre. Pero no siempre se puede huir de una realidad, no puedes fingir que no esta pasando, me tomó seis años darme cuenta de que no se iba a detener, de que si seguía permitiendolo tendría que maquillar los moretones por el resto de mi vida.

Yo tenía una manopla muggle de metal escondida en el bolsillo.

No tengo idea de donde la saqué, solo se que ahí estaba, esperando, temblorosa, en la cama esa noche fria, estaba nevando afuera.
La puerta se abrió, igual de lento que siempre, lo hacía como si supiera que eso me ponía los nervios de punta y aumentaba mi panico considerablemente. Otra vez, como siempre, apestaba a alcohol y a cigarrillos, cerré los ojos y escuché su voz regañandome por estar vestida, ya me había dicho, no hace muchas noches antes de esa, que a papá se le espera de forma adecuada, que eso hacen las mujeres, y que eso le hacía feliz. Y yo quería que fuera feliz, se reía porque yo ni siquiera podía moverme del susto.

Yo tenía todo calculado, pero esas cosas nunca terminan bien.

Rompió mi camiseta, y deslizó sus asquerosas manos apestosas por mi pequeño cuerpo; saqué el valor para mover la mano, y darle un puñetazo en la nariz que le hizo sangran.
Estaba furiosisimo, me sugetó del pelo y me arrojó a la pared más cercana que había. Como ya dije mi padre era alto, y fuerte, y yo solo era una niña, mi brazó se quebró y la voz ni siquiera me pudo salir, mi llanto estaba atascado.
Esa fue una de las peores noches, porque verme así, sangrando, no le detuvo.

Yo tenía 14 años cuando alguien me defendió

Nunca pensé que desearia que no me ayudaran, no creía posible sentir más panico, más miedo. Nunca hubiera podido imaginar que no querría que lo detuvieran.
Fue Sirius quien entró por la puerta esa tarde, y no se porque lo hizo exactamente, yo no estaba gritando, llevaba años sin gritar, había llegado de no se donde, de hacer no se que cosa, me estaba buscando, creo que traía un regalo, y abrió la puerta demasiado rapido, sin tocar.
Lo escuché gritar, poseído por una rabia superior a la de cualquiera, y lo empujó lejos de mi, yo no me podía mover, el hechizo paralizante me tenía en el suelo, lo suficientemente conciente para sentirlo todo pero lo bastante fuerte como para no reaccionar a nada, como para defenderle.
Hubo una pelea, y todo estaba en el suelo, vidrios, fotografias y libros, y gritaban, los dos, insultos que nunca había escuchado resonaban en el lugar, y solo estaba yo en la casa para presenciarlo. En algún momento el cuerpo de mi primo cayó a mi lado, su boca sangraba, mientras luchaba por volver a ponerse de pie; el crucio de mi padre lo volvió a botar. Y escuché su risa, esa risa que me puso a gritar por dentro.
Es guapo, muy guapo, tan guapo, mira ese rostro, miralo, si hasta parece una chica con ese cabello largo. La voz de la bestia era cada vez más cercana, y los ojos comenzaron a llorarme; Sirius era un animal tambien, que rasguñaba, que se defendia, y eso le gustaba, era tan valiente, tan rejodidamente valiente.
Sentí una presión en la garganta, y me esforcé por hablar, por gritar, que le soltara, que parara, que por favor, papá, dejalo en paz. Que me lo hagas a mi, que él no ha hecho nada, por favor, papá.

Yo tenía 15 años cuando le conté a alguien.

Fue en un susurro, en un suspiro malicioso, sosteniendo una taza de té caliente entre mis dedos. Severus acariciaba mi cabello, rogandome que le contara que había pasado, que eran esos moretones, que porque había llegado a su casa llorando a las tres de la madrugada.
Cuando le dije hubo un silencio terrorifico que pocas veces he volvido a sentir, y me miró, con los ojos asustados, preocupados y tristes; y me abrazó, lo más fuerte que pudo, protegiendome, pidiendome que le dijera a mi madre, que no podía seguir así, y me pregunto que edad tenía la primera vez que paso.
Su rostro se volvió como el papel cuando respondí.

Yo tenía 15 años cuando me di cuenta de que ella no haría nada.

Fue justo antes de una cena cuando se me ocurrio decirle, pero ella lo amaba demasiado, a ciegas, contra todo pensamiento racional, lo amaba muchisimo más de lo que nos amaba al resto. Mi madre era una perdida, que quería creer que yo mentía, que no era posible; pero sé que ella sabía, en el fondo de su corazón, que algo tenía que sospechar.
Y gritó y chilló, fuera de si, aterrada ante la posibilidad de que su marido buscara "placeres" en alguien más que ella. Yo me convertí en un enemigo, en una puta que quería robarle a su esposo.
Lucius fue el primero en la mesa en pararse, alterado, y me sacó del comedor con todos contemplando en silencio. Me pegó a la pared, mirandome fijo a los ojos, y prometió sacarme de ahí, que iba a sacarme, que nos iriamos juntos, que debí haberle dicho. Que como había sido tan estupida como para creer que mi madre iba a hacer algo.

Yo tenía casi dieciseis cuando Walburga Black lo descubrió.

Le gustaba hacerse el heroe, a Sirius, y un día como otro durante las vacaciones intentó detenerle de nuevo, solo para obtener el mismo resultado. Pero como dije antes, Sirius gritaba, rasguñaba, daba pelea hasta no tener fuerza, y cuando la recuperaba aunque fuese a medias, lo intentaba otra vez.
Alguien escuchó, y esa fue mi tia, mi tia y su furia, mi tia y sus hechizos peligrosos para quitar a mi padre de encima de Sirius, diciendole que se fuera, que fuera con su padre y que ella lo arreglaría todo.

Yo tenía casi deciseis años cuando lo mate.

Se lo merecía, se lo merecía, se lo merecía. Me repitó eso todos los días para evitar la culpa.
Mi tía me levantó del suelo y me hizo mirarla, y dijo que nadie podía hacer eso, que ningun hombro podía tomarme sin que yo lo quisiera, que nadie estaba sobre mi, y que quien así lo creyera debía se castigar. Que él era un animal y teniamos que mostrarle como tratabamos a los animales malos en la casa Black.
Le di 33 puñaladas antes de que muriera.

Corazones inmarcesibles [Wolfstar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora