Capítulo 8. Isatis.

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Will.

Eira salió corriendo de la sala de entrenamiento. Por un momento me quede petrificado, no sabía que había dicho o hecho para que se fuera. Repasé mentalmente todas las palabras que había dicho hace unos momentos. Tampoco había sido para tanto, me quedé asombrado al ver el fuego azul y simplemente le dije que creía que eso sólo podían hacerlo los...Isatis. ¿Acaso ha salido corriendo por eso, por nombrar a los Elementales del Fuego?

Decidí seguirla. Chillaba su nombre pero parecía que no me escuchaba, o no quería hacerlo. Subíamos las escaleras que daban a la planta principal casi levitando sobre ellas, era imposible alcanzarla, iba muy rápido.

Salimos a la planta principal. Atravesamos la cocina y el salón a la velocidad del rayo. Parecía que a Eira se le acababan las fuerzas, cada vez su paso era más lento, pero aún así no conseguía alcanzarla.

-¡Eira! -chillé- ¡Para, ya!

No me hizo caso y continuó corriendo. El tour para enseñarle la casa le había servido, pues rápidamente encontró la puerta para salir al exterior. Abrió el enorme portón y salió fuera.

El aire frío me golpeó en la cara. La diferencia de temperatura entre la casa del señor Wilnesfrey y el exterior era abrumadora.

-¡Eira! -volví a chillar- ¡Por favor, para!

Por un momento la vi titubear, me pareció que iba a girar la cabeza hacia mí cuando de repente tropezó y cayó al suelo. Fue una caída estúpida, un piedra en el camino al bosque.

Intentó levantarse rápidamente, pero para entonces ya me había colocado a su lado, sujetándole las muñecas.

-¿¡Pero se puede saber que te pasa, Eira!? -espeté- ¿Por qué has salido corriendo? ¡No he hecho nada malo!

Tenía la cabeza agachada, evitaba mirarme. Pasé mi mano por su barbilla y le levanté la cabeza. Algunas lágrimas escapaban de sus ojos. Durante el trayecto había estado llorando.

-Eira -intenté calmarme, recobrar la sensatez y hablarle bien y pausadamente -¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

Me miró directamente a los ojos. Sus ojos verdes se había aclarado de tanto llorar. Me quedé mirándolos y fue entonces cuando me di cuenta de que justo en el centro de su pupila comenzaba a aparecer un pequeño punto de color rojo que amenazaba con ocupar el resto del ojo. Le pasé una mano por el pelo y la miré con rostro preocupada. Poco a poco el punto rojo de sus ojos comenzó ha desaparecer hasta que se hizo completamente invisible.

-Will...lo...lo siento mucho...yo...- apenas podía hablar, aún estaba nerviosa.

-Tranquila, no importa -contesté- sólo quiero saber la razón por la que has salido corriendo.

Eira asintió e intentó levantarse. Tuve que ayudarla, las piernas le fallaban. El miedo y el dolor de la caída habían hecho que necesitara ayuda para poder moverse.

Entramos en la casa de nuevo y la llevé a su habitación. Era igual que la mía, todas lo eran excepto, quizás, la habitación de Wilnesfrey, aunque nunca había entrado.

Ayudé a que se sentara en el asiento que estaba al lado de la ventana. En cuanto se sentó se encogió sobre sí misma.

-¿Tienes miedo? -pregunté- No...no te preocupes Eira -dije extrañado- no pasa nada de nada.

Esperé unos segundos a que levantara la cabeza y me contestara.

-Will...lo siento mucho, de verdad -contestó- pero ese nombre, los Elementales...

Temía decir su nombre, por si volvía a salir corriendo, pero aún así volví a nombrarlos.

-Sí, -me tembló un poco la voz- los Isatis.

La renacida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora