Will.
No sabía la razón por la que lo había hecho. ¿Qué necesidad había de crear un pequeño tornado? ¿qué necesidad había de que Eira entrara conmigo?
La dejé ahí, tirada bajo la lluvia, y entré rápidamente en casa. Me dirigí a mi habitación, estaba empapado y decidí cambiarme. Me acosté en la cama sin nisiquiera asomarme por la ventana para ver si Eira seguí allí sola.
Estaba enfadado. No, no enfadado. Molesto, asustado, irritado. Un conjunto de emociones me revolvían por dentro y hacían que me mareara. Sabía que me había portado mal, pero debía alejarme de ella, de todos. Debía ser frío, vivir ausente, y eso me lo había prometido hace muchos años.
Miré la foto que tenía apoyada en mi mesita. Daira, Wilnesfrey y Sofía aparecían sonrientes, felices. En cambio yo estaba más apartado y con un semblante más serio. Siempre había sido así y no quiero que nadie me cambie, y menos una chica que acababa de llegar.
-Hola ¿puedo pasar? -Daira asomó su pequeña cabeza rubia por el umbral, y aunque no le había dado una respuesta, se sentó a mi lado.- He visto lo del tornado, impresionante. Quizás lo único que ha fallado es que has dejado tirada a Eira bajo la lluvia, y no hace falta que a una elemental del fuego la lluvia puede afectarle mucho.
Me levanté rápidamente de la cama y me asomé a la ventana. Ya no había nadie. La lluvia cía con fuerza contra la ventana y el aire hacía que las copas de los árboles se tambalearan. Una sombra pareció moverse entre los árboles, un animal quizá.
-No te preocupes Will, ha entrado corriendo y se ha ido direta a la biblioteca, Wilnesfrey la ha visto y se ha ido corriendo detrás de ella con una toalla. -paró y tomó una bocanada de aire, intentando evitar una carcajada- como Eira estaba mojada ha mojado también el suelo y Sofía pasaba por allí con una tarta para la cena y, bueno, ya no tenemos tarta -rió-.
Daira era así, siempre riendo y feliz, buscando la parte positiva y graciosa a todo lo que pasaba.
Paré unos segundos a pensar en lo que había dicho, Eira había ido corriendo a la biblioteca sin ninguna razón aparente, me entró la curiosidad.
-¿Por qué no vas a la cama Daira? Es tarde -pregunté con cierto ímpetu a que se fuera de mi habitación.
-Ni siquiera hemos cenado, Will. -contestó-. ¿Te acuerdas esa vez...?
-Daira, fuera. -respondí con un tono más mordaz.
-Que tenga ocho años no te da derecho ha hablarme así. No soy tonta.
La vi cruzar la puerta cuendo de repente gritó por el pasillo : ''¡Si hubiera tarta me comería tu trozo, pero como no hay me voy a comer tu cena!'' No pude evitar soltar una pequeña risita por lo bajo, la única que conseguía que me riera era Daira.
Tras unos instantes, recordé lo que había dicho y partí a la biblioteca. Con forme me iba acercando escuchaba más y más voces, parecía una gran reunión. Llegué a la puerta que daba acceso y me detuve indeciso. Un regero de luz salía por abajo, y decidó pegarme a la puerta a escuchar. Fue entonces cuando dejé de escuchar tantas voces inconexas y oí sólo la de Wilnesfrey y Eira. Parecían alterados.
-...¡pero estate quieta, Eira! ¡Ve a tu habitación y duerme, debe haber sido el cansancio!
''¿Qué ha pasado?'' me pregunté para mis adentros. La había dejado sola unos minutos, ¿había ocurrido algo? Las voces continuaban llegando.
-¡Le juro que he visto a alguien entre los árboles, se ha quedado mirándome y luego se ha ido! ¡No era un Isati, no aguantaría la lluvia, tenía que ser alguien más poderoso!
Fue entonces cuando caí en la cuenta. En mi habitaión me había asomado por la ventana y había visto una sombra reptar entre los árboles. Me había parecido un animal, pero...
-¡Era una persona, Wilnesfrey!- contestó Eira alterada- Escucha, no voy a mentirle sobre esto, no tengo ninguna necesidad. ¡Debe creerme!
Decidí entrar en la sala bajo el pretexto de no saber nada. Vi a Eira, más pálida de lo normal, la eposición bajo la lluvia probablemente era la causante. Wilnesfrey y ella me miraban, cuentionándose mi aparición en aquel lugar.
-¿Nos has estado espiando? -preguntó Wilnesfrey.
-No -mentí- quería leer antes de acostarme. Hoy no cenaré.
-Está bien -contentó el viejo Alfred, Eira no me miraba, sino que observaba a través de la ventana. -Yo me voy con Daira y Sofía, Eira, te guardo algo de comida.
Tras un movimiento de cabeza casi imperceptibles Wilnesfrey abandonó la estancia. Eira y yo volvimos a quedarnos solos. Un silencio incómodo se cernía sobre nosotros, pero decidí romper el hielo.
-Yo también la he visto -capté su atención- la sombra en el bosque, corría a la desesperada a través de él.
Vi como sus facciones se relajaban, pues sabía que no era la única en haberlo visto. Se acercó ligenramente a mi, con un tono entrecortado.
-Will, eso no era un Isati, se habría desitegrado. Tiene que ser una persona, un ser humano. Nos estaba vigilando, observaba lo que hacíamos. Will, quieren volver a llevarme. No estamos seguros.
<< No estamos seguros>> sus palabras resonaban en mi cabeza como agujar que se clavaban constantemente en mi piel. Toda la vida viviendo en esta casa, y jamás había escuchado que no estabamos seguros en ella.
-Quizá era un viajero extraviado huyendo de la lluvia, como tú cuando llegaste -contesté, intentando rebajar la tensión- no tiene porque ser alguien que vaya a por ti.
Vi pasar la duda por los ojos de Eira, la incertidumbre, pero pronto volvió a su estado inicial.
-Te digo que no, Will. Creéme, no podemos fiarnos de nadie. Apenas llevo un mes aquí y se que no tengo ni voz ni voto, pero por favor, tenés que escucharme.
Examiné su insistencia, la vi preocupada y eso me preocupó a mi. Pero volví a pensar en qu enoe ra nada malo.
-Escucha- me atreví a decir- ve a tu habitación y dúchate, duerme y mañana hablamos.
Cogí el primer libro que vi en la sala y salí de ella. Antes de eso me giré para comprobar lo que hacía, había vuelto a asomarse por el gran ventanal de la biblioteca, y con un rostro desencajado, observé como la cara de Eira se iluminaba por un resplandor del exterior.
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La renacida.
FantasyEl pasado de Eira es un misterio. Desde que apareció medio muerta en el portal de la casa del señor Wilnesfrey, su vida se convirtió en un sin fin de idas y venidas con los habitantes de la enorme mansión. Pronto descubrirá que sus compañeros gua...