Cap. 6 - El libro atesorado

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A la mañana siguiente fui a la azotea, a despejarme de todo, sujeto a la barandilla me dediqué a ver la ciudad y al majestuoso Monte Fortaleza, y junto con ello... la brisa mañanera eran más que suficiente para tranquilizar aunque sea mi mente y mi alma "¡Eh ejem!" se escucha de detrás de mi, al voltearme a ver quién era, tal fue mi sorpresa ver que era Fernanda quien estaba ahí, se notaba algo insegura y yo me sentía muy nervioso y la culpa me llegó de golpe

- ¡Fernanda! –reaccioné impaciente

- E...eh yo... bueno... -dijo ella nerviosa y mirando hacia un costado- hoy es un lindo día ¿no te parece?

- S...si, realmente lo es

- Está cálido también –dijo ella acercándose a la barandilla, justo al lado de mi

- T...tienes razón –dije inmóvil

- También la brisa se siente bien –dijo ella mirando hacia el cielo y yo sin poder dejar de mirarla

- S...si

- Cris... no me gustas –dijo en un tono muy serio queriéndome decir que yo no le agrado.

- ...

- ...eres torpe y ruidoso... eres un pervertido... me desagradas

- Lo siento –dije bajando la mirada

- Una disculpa no es suficiente

- Lo sé, lo sé, pero... lo siento

- Mm...

- Lo siento

- Está bien –dijo en tono triste

- ¡no te haré sentir mal nunca mas! –dije me volteé por completo hacia ella

- Eso es natural –dijo bastante segura

- Oh si, cierto... es natural –dije sintiéndome un tonto

- No me gustas, Cris –lo dijo en el mismo tono que antes

- ...

- Mira –dijo un poco más alegre y apuntando hacia el cielo- un rastro de humo

- Eh si, es verdad... me pregunto a donde irá ese avión –dije también con un poco de felicidad- es probable que se dirija a Francia o Norteamérica

- ¿por qué? ¿Cómo lo sabes no estás en él, Cris?

- No, pero... ir lejos suena bien

- Lejos eh... dijo eso y se le llenó el rostro de... no sé qué, pero era como mágico y yo no podía dejar de mirarla, estaba como embobado

- ...

- ¿Qué pasa? –preguntó al ver que yo la miraba tanto

- Eh... no, nada –dije y bajé la mirada

- Estabas teniendo pensamientos pervertidos ¿no es así?

- ¿acaso tienen que ser así?

- Oooh bueeno –dijo en tono de no creerme y volteándose dándome la espalda

- Oye Fernand...

- Dime Feña, cris... yo te digo cris y tú me dices Feña ¿ok?

- Eh... está bien, entonces... Feña... ¿Qué te hizo perdonarme?

- El...d...r...di...ara –balbuceo en voz baja

- ¿Que cosa?

- El doctor Díaz me dijo que te perdonara – dijo mirándome con una gran sonrisa en el rostro- él ha sido mi doctor desde que estaba en el otro hospital, Él fue transferido a este hospital, así que fui transferida a este hospital también

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