Cap. 2 - Fernanda y una muerte inesperada

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En la mañana siguiente fui a cumplir con la condición que me propuso Fernanda a la biblioteca, rápidamente volví al hospital, a su cuarto para entregarle el encargo.

- Te demoraste –dijo ella muy seria- ¿pudiste encontrar el libro?

- Ah... si, lo encontré –respondí serio también como convalidando su seriedad y enseñándole el libro.

- Ese no es el que yo quería leer –dijo un poco alterada después de ver el libro que traje- ese es el que te dije que no trajeras.

- ¿E...enserio? –dije mirando el papel de su encargo.

- ¡Eres un tonto! No puedes ni siquiera hacer algo tan simple como esta diligencia –dijo en un tono enojada y luego tosió un poco.

- L...lo siento.

- Regresa y tráelo

- ¿Qué...? Está muy frío allá afuera

- ¿Ah... si? ¿y qué? –dijo mirándome a los ojos- tu dijiste que me ibas a obedecer.

- Está bien ...iré –dije y caminé hacia la puerta.

- Apresúrate, la biblioteca estará cerrada si no te das prisa –dijo en tono de mando.

- No me demoraré –dije desde la puerta, tosí un poco y salí.

Caminando hacia la biblioteca fui pensando en Fernanda y en la condición que me dijo ayer "escucharás cualquier cosa que te diga, lo que sea; si yo digo que quiero algo, tráemelo; si digo que quiero reír, haz algo gracioso; solamente entonces yo te perdonaré".

Después de un largo rato volví con el libro correcto, ya se había oscurecido, entré a su habitación, ella ni siquiera se inmutó y no dijo nada solo estaba ahí sentada sobre la cama mirando hacia afuera, "pedí prestado el libro que deseabas, estoy seguro que este es el correcto... voy a dejártelo aquí" le dije eso, dejé el libro a su lado y me destiné a retirarme a mi cuarto, pero algo me detuvo y volteé a verla desde la puerta, era como mágico, pero su figura era muy linda con la luz de la luna. Después de unos segundo volví en mi y me retiré, caminando por el pasillo un anciano me detuvo, era el anciano que le tocó el trasero a María.

- ¿Así que saliste otra vez? ¿fue por esa chica no es así? ¿ella es tu novia? –preguntó pícaramente el viejo.

- Ella es mi amiga –dije serio

- Deberías ser más lanzado a tu edad –dijo y entro a su cuarto por una revista Playboy- toma ¿quieres echarle una ojeada?

- Eh... -nervioso

- ...es una colección que creé durante mi estadía en el hospital -dijo enseñadome las montañas de revistas que tenía en su cuarto

- T...tal vez en otra ocasión –dije nervioso al ver que tenía muchas de esas revistas.

Me fui a mi cuarto y desde ahora mi vida ya no sería tan aburrida en el hospital. El otro día fui al cuarto de Fernanda y apenas abrí la puerta una naranja se estrelló contra mi cara, haciéndome caer y tirar el libro que traía el cual justo calló en la cara de Fernanda "¿por qué hiciste eso?" preguntó y luego me atacó con mas naranjas, alcancé a atrapar dos de ellas pero con las demás no pude y me derribó "jeje ¡sii!" su pequeño grito de victoria por haberme derribado. Días después estaba tranquilo leyendo en mi cuarto un libro y de pronto veo una silueta en la puerta, era Fernanda "ven, quiero que vengas conmigo" me dijo, no podía negarme así que acepté. Después de pasearnos por casi todo el hospital llegamos al Quirófano

- Así que este es el cuarto de operaciones –dijo ella contenta y caminando hacia dentro del lugar.

- No está bien, vámonos –le dije un poco temeroso

Cueste lo que cuesteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora