Cuando llegamos a la casa, tomó mis manos y las colocó detrás de mi espalda. Caminamos hacia el sótano. Nunca había entrado.
Llegamos al sótano y el me estampa contra la pared.-No vuelvas a hacer eso.-dice enojado y me estampa contra el suelo.
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Gimo de dolor y antes de levantarme toma mis manos y las ata a un gancho que hay en el techo. Arranca mi ropa dejándome desnuda.
-¿Te querías ir eh?-Abrió un cajón y de ahí sacó una pañoleta. Me vendó los ojos y luego escuché que lo cerró. Abrió otro cajón y oí un sonido de una hebilla. Ay no, espero que no sea lo que estoy pensando.
Esto te enseñará a nunca escapar de mis brazos.-Forcejeaba pero era imposible zafarse. De repente siento un ardor en la espalda que me hace gritar.
Sigue azotandome, ya no siento mi espalda. Estoy muy débil, siento que me desmayaré en cualquier momento.
Luego de 20 minutos azotándome, siento como me vuelve a colocar la ropa.
Me desata las manos y me carga hasta que me deja boca arriba en algo blando y suave.
Levanta mis manos poniendolas juntas y las ata con unas esposas a la cabecera de la cama. Me coloca cinta adhesiva en los labios y siento como ata mis tobillos.
-Estás castigada. Estarás así el tiempo que yo quiera.-Me revuelvo intentando zafarme pero es imposible.
