Soy Elizabeth Lahey y vivo en Beacon Hills, un pueblo chico del estado de California, lugar en el que no habitan lobos hace 60 años, porque aquí tenemos otras cosas, algunos los llaman licantropos, otros criaturas de la luna, yo... prefiero llamarlo...
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¡Dios, no, no me puede gustar!
¡Es Jackson!
¿¡Y porque estoy pensando en esto siendo que hay una criatura que está a punto de asesinarnos a todos!?
¡Lizzi, concéntrate!
Escuchamos al alfa pasar y todos soltamos el aire que teníamos dentro, por el miedo de que nos escuchara ni siquiera estábamos respirando y menos yo, con mi mano y la de Jackson entrelazadas no podía respirar, sentía mi piernas débiles y ni hablar de mi corazón, está...
Lizzi, ¿¡Que pasó!? ¡Concéntrate en lo que está pasando!
—Jackson, ¿Cuantas personas caen en tu auto?—preguntó Scott, sacándome de mi trance.
—cinco, si alguien se sienta encima de otro.
—¿Cinco? Yo apenas entro atrás— susurró Allison
—No importa, no hay forma de salir sin llamar la atención—dijo Stiles.
—Que tal eso—dijo Scott apuntando a una puerta de escape—Lleva al techo y podemos salir al estacionamiento en segundos
—No está la llave—dijo Stiles
—El conserje tiene una
—Su cuerpo tiene la tiene
Ellos siguieron hablando con susurros, no lograba escuchar nada.
En estos momentos me encantaría tener ese increíble don de Scott de esos super oídos.
Jackson me miró y yo intenté mirar hacia otro lado, nerviosa porque aún teníamos nuestras manos entrelazadas.
No sé con que ojos lo miraré después de hoy.
Esperen, no, si se.
Con los ojos que miras a un amigo, es obvio.
—Iré por la llave—dijo Scott al final
—¿Hablas en serio?—preguntó Allison
—Es el mejor plan, alguien tiene que ir por la llave si queremos salir—dijo Scott
—No puedes salir desarmado—dijo la novia de mi amigo.
Oh, Allison, no tienes ni idea.
Scott tomó un puntero con una mano de juguete en la punta.
Dios, Scott ¿Es en serio?
—Es mejor que nada—dijo Scott, alzándose de hombros.
—Debe haber algo más—dijo Stiles mirando a todos lados.
—Lo hay—dijimos Lydia y yo al unísono mirando la estantería con los químicos, la miré entonces con los ojos muy abiertos... en serio, muy abiertos.
