Soy Elizabeth Lahey y vivo en Beacon Hills, un pueblo chico del estado de California, lugar en el que no habitan lobos hace 60 años, porque aquí tenemos otras cosas, algunos los llaman licantropos, otros criaturas de la luna, yo... prefiero llamarlo...
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Okay... definitivamente ya estoy al tanto de todo y entiendo todo.
La noche del partido de lacrosse pasaron varias cosas, Peter y Derek fueron a ver a Scott y al parecer estos dos primeros hicieron como una especie de reconciliación familiar debido a que unieron fuerzas por así decirlo.
Peter quería la ayuda de Scott y la mía para asesinar a aquellos que al parecer se lo merecían, pero por alguna razón, no sé cual, sabe que yo no soy como el, por eso no me hizo ni dijo nada la noche que nos vimos en el hospital.
Todo eso nos lo contó cuando fuimos por el a la escuela con Stiles a contarle todo lo que había pasado.
Justo ahora estamos Scott y yo con Stiles en su jeep, en el estacionamiento de la ecuela, ya que vimos a papi Argent hablando con... uf, Jackson.
Stiles y Scott iban adelante y yo atrás, con algo de suerte Jackson no me vería.
—Hola—saludó Scott haciendo un ademán con su mano
—¡Que hay, viejo!—saludó Stiles, yo solo intentaba agachar la cabeza para que Jackson no me viera.
Las cosas no quedaron muy bien debido a que el piensa que yo lo llamé con otro nombre.
—¿Todo bien?—preguntó Scott
—Scott... tu amigo tiene un problema con su auto y lo revisamos—contestó papi Argent
—Hay una tienda cerca, supongo que tienen grúa—sugirió Scott
—Si, ¿Te llevo?—preguntó Stiles y yo abrí mis ojos de par en par
¡No, no!
Scott abrió la puerta para dejarlo pasar.
—Vamos, Jackson, eres muy guapo para estar solo por aquí—dijo Stiles
Jackson asintió y se dirigió al jeep.
Rayos.
Papi Argent los interrumpió justo cuando Jackson iba a entrar.
—Oigan chicos—abrió la puerta del porsche de Jackson y este encendió sin problemas—te dije que sabía algo de autos.
Y en unos segundos papi Argent se fue.
Miré a Scott, ansiosa por que le gritara a Jackson, se lo merecía, Jackson parece no tener nada en la cabeza, es un inconsciente.
—Que, ¿¡Me están siguiendo!?—preguntó Jackson.
Si, bueno, yo no quería, pero se podría decir que si, lo estamos siguiendo.
—¡Si, maldito idiota, estabas apunto de revelarlo todo!—gritó Scott, Stiles se bajó del jeep, pero yo me mantuve dentro.
