Soy Elizabeth Lahey y vivo en Beacon Hills, un pueblo chico del estado de California, lugar en el que no habitan lobos hace 60 años, porque aquí tenemos otras cosas, algunos los llaman licantropos, otros criaturas de la luna, yo... prefiero llamarlo...
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—¡Cierra!—le grite a mi mejor amigo apenas entramos.
—¿Te parece que tengo una llave?—respondió sarcástico, como suele hacerlo.
—¡Trae algo!
—¿¡Que!?
—¡Lo que sea, algo!
Se puso serio y miró por el vidrio de la puerta, yo hice lo mismo, el miraba la herramienta, eso serviría para cerrar la puerta, pero era demasiado arriesgado
—No, Stiles—le negué, pero el me paso su linterna
—si
El, sigilosamente salio. Mi corazón latía con fuerza debido a que mi mejor amigo esta arriesgando su vida y, para colmo, Lizzi esta en una especie de coma, no reacciona, después de mirarla volví a mirar a mi mejor amigo que se agacho para recoger la herramienta.
Vamos, amigo, tu puedes. Rápido, ya.
De pronto, detrás del jeep de Stiles apareció el alfa, mis ojos se abrieron como dos grandes platos.
—¡Stiles, regresa! ¡Regresa, Stiles!—comencé a gritarle y golpear la ventanilla de la puerta para llamar su atención.
El alfa comenzó a correr hacia mi mejor amigo, y, hasta que el volvió corriendo hacia el instituto sentí como todo pasaba en cámara lenta.
Pero, gracias al cielo, ya esta aquí.
Stiles puso la herramienta entremedio de las dos puertas.
Al fin.
Dimos otra mirada hacia afuera, pero ya no estaba, había desaparecido.
—¿Dónde esta?—pregunte, Stiles me quitó la linterna y la apuntó hacia afuera.
Al no encontrarlo nuevamente comenzamos a retroceder de forma lenta.
Me arrodille al lado de Lizzi, la miré un rato, tenía sus ojos completamente abiertos, respiraba, pero simplemente no pestañaba ni hacia nada, estoy bastante preocupado.
—Probablemente eso no alcanzará para detenerlo—dijo mi amigo
—Lo sé—dije, aún mirando a Lizzi.
Stiles se arrodilló tambien y pasó su mano por arriba de los ojos de Lizzi.
—¿Lizzi?—habló—Vamos, amiga, despierta.
Miré a Stiles preocupado, el estaba igual.
—Hey, oye, todo estará bien—dije moviendo su hombro para intentar despertarla.
—¿Que hacemos?—preguntó Stiles
—No lo se.
De pronto, de la nada Lizzi se sentó, Stiles y yo nos echamos hacia atrás por el susto.
