1. Pequeña venganza y un castigo.

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El sonido del timbre, indicando la finalización de mi última clase del día, interrumpió las indicaciones que el profesor Wilden nos estaba dando para resolver unos ejercicios matemáticos.
  
Por supuesto que nadie más lo escuchó luego, debido a que todos tomaron rápidamente sus cosas y salieron casi corriendo del salón.

—Hasta la próxima semana, no olviden su tarea. — fue lo último que oí antes de irme.

Todos dejaban el Instituto con prisa, pues al fin era viernes. Lo estaba esperando tanto, ya que había tenido una semana realmente estresante llena de exámenes.

—¿Qué haremos este fin de semana?— habló Amy apareciendo a mi lado junto con las demás.

—De lo que yo sé, tenemos tres cosas importantes por hacer. — dijo Sarah— Organizar mi fiesta de cumpleaños que es la próxima semana, asistir a la fiesta de Nick Ripoll este sábado y planear una buena venganza para la estúpida de Sandy Gross.

—¿Y eso por qué?— interrogué.

—Por escribir "perra" en mi casillero, tirarme su café encima durante el receso y por dejarme en ridículo en la clase de la profesora Parker. —enumeró con sus dedos.

—Vaya...—exclamé sorprendida.

—Al parecer Sandy te odia. — dijo Loren.

—¿Y crees que yo no a ella, Loren?

—Nunca dije que no lo hicieras. En fin, ¿qué es lo primero que haremos?

—¿Qué tienes pensado para tu fiesta, Sarah?— le pregunté.

—Oh, será genial. Como cada año. Aunque ya tengo casi todo listo, por eso sólo necesito que me ayuden en pequeñas cosas.

—¿Cosas como qué?— intervino Amy.

—Realizar algunas compras, entregar las invitaciones, no sé si algo más...

—¿No crees que podrías invitar a todos esta vez?— dije recordando lo del año anterior.

—¿A qué te refieres? Claro que invitaré a todos, debe haber mucha gente disfrutando. Excepto algún que otro grupo de nerds o esos raros  y...

—A eso me refiero. —apunté.

—¿Que tipo de pregunta es esa, Peyton? No creo que sea una buena idea agregar a ese tipo de personas.

—¿Tipo de personas? Por Dios, Sarah. Ya habíamos hablado de esto antes.

Suspiró pesadamente y contestó:

—Supongo que por un lado tienes razón, lo pensaré. Aunque sigo pensando que es una malísima idea.

No contesté. Decidí dejarlo como estaba.

Sarah parecía de esas típicas rubias populares que hay en cada película, que sueñan con ser el centro de atención en cada momento y quieren tener una vida perfecta, en sus términos, claro.

La única diferencia era que ella era morocha y muchos de esos rasgos no los adquiría, sin embargo habían bastantes que sí.

A veces era demasiado hueca. O simplemente tenía esos pensamientos que yo tanto odiaba, y era una de las muchas cosas que me diferenciaban de ellas tres.

Apenas hacían dos años que había ingresado al Instituto Trumant, entonces las conocí. Me agradaron bastante y al parecer yo también a ellas. Así fue como pronto me agregaron a su grupo. Creía que todo sería perfecto, sólo pensaba en la popularidad. Vaya pensamiento, que estúpido.

Pero aunque parecieran las mismísimas perras que lo tienen "todo", les tomé el suficiente cariño como para seguir pasando mi tiempo con ellas a pesar de que siendo realista, sabía que jamás hubiera podido llegar a ser una de ellas.

Equipo IncomprensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora