14:23 - not familiar

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Desde que las enfermeras descubrieron mi temprano despertar a primera hora de la mañana, cuando iba a producirse el cambio de suero, estuvieron haciéndome miles y miles de pruebas para comprobar mi bienestar y, de momento, la única secuela de visible era la amnesia mas por lo demás mi cuerpo funcionaba perfectamente.

—Debemos hacerte algunas pruebas más mientras esperamos a las radiografías, cielo —dijo la enfermera que se me hacía asignado, empujándome por los hombros suavemente hacia el colchón—. Por lo demás no debes preocuparte de nada, ya se le ha informado a tu familia tu estado actual y de momento tu hermano ha solicitado una visita esta tarde.

Fijé la vista en el techo blanco mientras escuchaba como la enfermera se iba, pensando en sus últimas palabras y lo triste que era que ni siquiera recordara a mi propio hermano. Sin embargo, decidí no darle muchas vueltas a aquello y me acurruqué bajo la cobija con las rodillas contra el pecho, disfrutando finalmente de un descanso tras tantas pruebas, mas mi momento no duró mucho cuando, por la misma puerta por la que se fue la mujer antes, apareció el doctor. Solo rezaba con que no me llevaran a hacer más pruebas.

—¿Cómo te encuentras, Venus? —preguntó, con una sonrisa simpática y parental—. Soy el doctor Jang, aunque eso ya lo sabes, ¿verdad? Solo quiero hacerte unas preguntas. No te preocupes, no conllevan mucho esfuerzo mental.

Se aproximó a una sillita auxiliar a los pies de la cama sin apartar sus ojos de mí mientras me incorporaba, sentándome con la espalda apoyada en el cabezal de la camilla.

—¿Sabías cómo te llamabas cuando despertaste? —dijo, tras abrir un pequeño bloc de notas que portaba, y yo me limité a negar con la cabeza.

Me preguntó más cosas y, para variar, pasó a otros temas como libros o películas para no centrarse tan solo en datos personales básicos, en cambio, nada me venía a la cabeza al escuchar lo que decía.

—Lo siento, pero de verdad no sé de qué me está hablando en cada pregunta.

—¿Recuerdas cómo llegaste aquí, Venus? —dijo—. Al hospital, por qué estás aquí, qué te pasó.

Mis labios, resecos, se agrietaron al fruncirse cuando noté un gran escalofrío y una presión en el pecho al oírlo. Era más que obvio que algo me debería haber sucedido para haber acabado en ese estado, no obstante, hasta ese momento no había tenido oportunidad de pensar en ello incluso si ese debería haber sido uno de mis primeros pensamientos.

—No, ¿podría decirme por qué?

—Hace cerca de dos meses fue traída al hospital en decadencia, había sufrido un derrame cerebral —contó, usando una voz clara pero tranquila para no asustarme—, resulta que padece de hipoglucemia y, lamentablemente, le causó un traumatismo en su sistema nervioso que la condujo al coma. Sin embargo, pudimos darle un tratamiento rápido para que no llegara a ser mortal.

—¿Q-Quiere decirme que... —murmuré— casi me muero?

—Bueno, pero piense que ahora está perfectamente...

Después, como si no hubiera mencionado nada, volvió a las preguntas hasta que llegó el auxiliar con mi almuerzo, dejándome ambos sola en la habitación para que pudiera comer. Y allí, mientras devoraba bocado a bocado mi escueto arroz templado con salsa de tomate fría, se me ocurrió una idea que puse en práctica cuando hube terminado por curiosidad pura, arrastrando el gotero hacia el cuarto de baño, donde me acerqué al espejo y contemplé a una desconocida.

Era la primera vez desde que me había despertado la noche anterior que veía como era.

Me aproximé para inspeccionar el reflejo, fijándome primero en que lo que más destacaba de mi rostro era mi cabello largo color castaño que llegaba hasta mi cintura decorado con un corto flequillo que dejaba ver mis grandes y expresivos ojos azules. Después, tras detenerme en los detalles a primera vista, comencé a escudriñar mi rostro más profundamente, pasando desde mi barbilla puntiaguda hasta mi nariz pequeña y respingona, terminando finalmente en mis labios rosados.

Una vez que estuve satisfecha, me aparté del lavabo y regresé con el gotero a la pequeña habitación mas, cuando me disponía a meterme de nuevo en la cama, fui interrumpida al oír dos voces masculinas otro lado de la puerta cerrada.

—¿Cómo es posible que no recuerde nada? —inquirió la primera, muy seria y con dejes de preocupación marcados al final de cada palabra.

—Sufre una conmoción cerebral compleja que ha afectado a su memoria —explicó pacientemente aquel que reconocí como el doctor Jang—. En un principio debería recuperarla pero necesitará ayuda.

—Entiendo.

Era obvio que estaban hablando de mí, mas no sabía quien era el hombre que estaba conversando con el doctor Jang, y esto hizo que en mi cerebro se formara una maraña de pensamientos intentando descubrir o identificarlo, sin embargo, nada salió a flote mas allá de la mención de mi hermano horas antes por la enfermera. Supuse que debía ser él.

—La pérdida de memoria podría ser permanente, son casos bastante imprevisibles. De momento no lo sabemos, un coma diabético no es fácil de llevar —continuó el doctor, y carraspeó seguidamente—. La buena noticia es que su recuperación está progresando muy bien. Y por lo que sabemos de las pruebas adicionales, no parece que se haya producido ningún tipo de lesión. Dentro de poco recibirá el alta, si pudiera...

—Lo haré, no se preocupe —intervino el otro hombre, aunque no pude escuchar correctamente lo anterior—. Muchas gracias por todo, doctor.

Inmediatamente después, la puerta de la habitación se abrió revelando a un hombre alto y delgado, de cabello negro a la par que sus ojos que vestía con un traje formal que constaba de una camisa blanca a rayas y una chaqueta, corbata, zapatos y pantalones negros. Su expresión cambió radicalmente en cuanto me vio, suavizando el ceño fruncido y embozando una sonrisa algo triste.

—¿Qué tal estás, Vee? —preguntó, adentrándose para cerrar la puerta a sus espaldas.

—Sin tener en cuenta mi situación... bien, supongo —respondí, como si quisiera no darle importancia al hecho de que estaba ingresada en el hospital y que no recordaba nada de mi vida—. Perdona que te lo pregunte pero, ¿tú eres mi hermano?

El joven alzó las cejas, sorprendido, y dejó escapar una risilla que después intentó camuflar, como si no quisiera perder las formas bajo ningún concepto.

—No, no lo soy. ¿De verdad te han dicho eso? —Asentí, y él bufó mientras se llevaba una mano a la frente—. Estos médicos... te van a confundir más... 

—Pero si escuché al doctor decir que hasta dentro de unos días no podría recibir visitas que no fueran de la familia.

—Qué tontería —dijo, más para sí mismo que para mí—. Lo mejor para tu estado es entablar conversación con personas de tu entorno. De todos modos, supongo que me han dejado pasar porque mi apellido es Han, igual que el tuyo.

—Ah, ¿sí? —pregunté—. ¿Y cómo te llamas?

—Jumin, encantado de volver a conocerte, Vee —se presentó, y avanzó con sus grandes piernas  hasta sentarse en la misma silla auxiliar de donde se había levantado el doctor tiempo antes—. Vine a verte yo porque bueno, para ser sinceros, mi trabajo no está muy lejos de aquí y viendo que Saeyoung está ahora mismo en Daegu por cuestiones laborales...

—¿Quién es Saeyoung?

El rostro blanco de Jumin pareció palidecer más al decir yo esto, e intentó balbucear algo pero no pudo encontrar su voz hasta tiempo después.

—¿No recuerdas a Saeyoung? —dijo, incrédulo, y negué por su pregunta—. ¿Luciel? —Volví a negar—. ¿Seven?

—¿Seguimos hablando de la misma persona?

—Sí.

—¿Y por qué tiene tantos nombres? —repliqué, más confusa que antes si era posible.

Jumin suspiró, al parecer esto de la amnesia era un asunto demasiado grande para él y yo cada vez me sentía peor al pensar que tal vez mi reciente estado de olvido le hiciera daño a alguien que quería.

—Te has olvidado de todos, ¿no es así?

—Sí, pero háblame de todos ellos, por favor.

Take me to the space [707xMC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora