1• Comienzo.

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📍Estados unidos, California.

Seis años atrás.

—Tonto. —me quejé lanzándole un globo de agua a mi malvado vecino.

Él me saco la lengua burlándose de mí.

Oh, solo espera que te atrape niño bobo.

—Acércate un poco, Emma. No tengo nada. —alzó sus manos y obedecí, dispuesta a tirarle un globo que traía en mi mano oculta tras mi espalda.

Sonreí divertida porqué iba a ganar y me comería ese helado de chocolate que habíamos apostado.

—ERES UN TRAMPOSO. —Hice un puchero apenas sentí el globo ser explotado en mi misma mano por él, me distraje y se aprovechó de ello.

No tome tiempo para pensar cuando empecé a perseguirlo, pero lo escuché reír y mi ira se desató.

—Alcánzame sí puedes, ranita. —corrió por todo el patio, hace rato habíamos empezado una batalla de agua, mi vecino era un tramposo. —Yo no me iría por ahí sí fuera...

¿La razón de por qué no siguió hablando?

Bueno, me caí en un charco de lodo, de nuevo me había distraído.

—Uhg, bobo. ¡Yo no soy una rana! —me quejé tirándole lodo, mejor dicho, lo intenté, porqué ahora estaba totalmente llena de lodo.

—¿Decías algo? "Croc" "Croc" —me observó divertido riéndose a carcajadas.

Sí antes me caía mal, ahora me cae peor.

Alguien me tendió la mano cuándo volví a resbalarme, subí la mirada y sólo noté un rostro familiar.

El lunar de su cuello tomó forma.

—He venido al rescate, princesa Emma. —imitó la voz de un caballero y entonces tomé su mano, sentí mis mejillas calentarse un poco más, eso quería decir que me había sonrojado.— el malvado villano ya no podrá atacarla, he encontrado el perfecto refugio. —señaló una esquina de mi casa con cojines y mantas.

Definitivamente amaba pasar tiempo con mi mejor amigo. Siempre conseguíamos aventurarnos mucho en el mundo de los piratas y las princesas.

—Ya llegó don perfecto... —escuché a el pecoso de Jack burlarse, yo lo miré mal cuando estuve de pie y le saqué la lengua.

—Está es la guerra, Colton. —declaré de una sola vez sin hacerle caso.

—¿A esas quieres jugar, Vega? Pues bien. Es la guerra.

Sus ojos se veían más claros, pero la voz de mi amigo me hizo ignorarle.

—No le hagas caso, Princesa Emma. —dijo Alejandro tomando mi mano para luego alejarme de mi odioso vecino.

Era obvio que para mí, Jack Colton jamás sería el principe que era Ale.

Nunca, mi vecino era un niño muy fastidioso.

||Actualidad||

Desde ese día, Jack Colton y yo comenzamos una guerra de bromas, hasta que yo cumplí dieciséis, dónde acordamos en que me retiraría para poder concentrarme con mis estudios.

Mi última opción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora