Austin dejó de reír conmigo cuando el olor a quemado nos invadió en toda la sala, me baje rápidamente de la isla ya que permanecía sentada ahí y abrí el horno donde se suponía que estaba la tarta de manzana especial.
—Las ventanas ya están abiertas. Tranquila, no creo que esté tan quema... olvida lo que dije. —yo asentí de acuerdo dejando caer esta misma en el lavaplatos, estaba terriblemente quemada, hice un puchero por ello.— por suerte compramos las que son hechas ya, no te preocupes.
Suspiré dejando que ahora Austin se encargará de la tarta quemada mientras servía los platos y antes de terminar escuchaba el timbre.
—Al fin llegan esos dos desastrosos. —añadí caminando hasta la entrada abriendo la puerta, encontrándome no con mi hermana y Chase, si no una caja de regalo extraña.— ¿Austin?
—¿Sí?
—¿Tú mandaste a traer algo?
—No, nada. ¿Por qué?
Un mal presentimiento era lo que aquella caja de regalo me daba, no quería saberlo, ni ver qué había adentro, menos cuando eran casi las nueve de la noche y nadie entregaba paquetes a esas horas.
A menos que se tuviese conocimiento.
—Oh, tiene una tarjeta. —me agaché mirando esta y sólo decía que era para las hermanas Knox Huntley, ¿Knox?
Qué extraño.
Tenía años sin escuchar aquel apellido.
—¿Lo abriste? —interrumpió Austin llegando a mi lado, dejé la tarjeta donde estaba sintiendo mi corazón latir demasiado rápido.
—No. —no dude en responder mientras me alejaba.
Maldijo bajo observando mejor el regalo.
—Tranquila, yo me encargo de esto, tú ve a la cocina. —dijo en un tono serio sin mirarme.
Me encogí de hombros no dejando que esta vez me ganase la curiosidad, el mal presentimiento que ese regalo me daba casi me estaba asfixiando.
Quizás sólo estaba exagerando un poco sobre el asunto.
•••
A la mañana siguiente me costó levantarme demasiado, la pereza me tenía peor que otras veces, así que con mucho esfuerzo me senté y luego caminé hasta mi baño, tenía que espabilarme.
Una ducha después ya estaba vistiéndome con unos pantalones de mezclilla ajustados, una blusa rosada, mis converse blancas y por último el maquillaje, terminé aplicándome un poco de máscara para pestañas y brillo labial, nada fuera de lo común.
Lo único que quería para el día de hoy, era estar en calma.
Baje las escaleras casi que corriendo soltando un m bostezo en el último escalón.
—Me vas a comer con ese bostezo. —bromeó Austin divertido, guiñándome un ojo antes de depositar un beso en mi mejilla.
—Hola, estoy empezando a creer que se van a terminar mudando con nosotras.
—No estas lejos de la realidad, pequeña. —respondió Chase burlonamente sirviéndose café, peinando su cabello hacía atrás, hoy era uno de esos días donde se encontraba algo formal.
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Mi última opción
Novela JuvenilAviso; Esta historia está en corrección por esa razón puede que consigas algunos errores ortográficos y así, por ser la primera historia que escribí. • Emma Vega, era una chica que no podía se...