29• Una pelea.

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—Emma, no te muevas tanto. —Lisa se quejó cuando me montaron en el auto, mi amiga en cambio a mí, se había tomado unos cuantos tragos de Tequila.

—¡La policía!

La gente de la casa empezó a salir apresurada y entonces entendí el comportamiento de mis amigos, incluso del mismo hermano de mi idiota vecino que ahora estaba sujetando la mano de la rubia.

¿Qué demonios hace él aquí?

—Bien, sujétense. —pidió Chase y lo único que escuche siguiente a eso fue las sirenas de la policía y los chicos montándose una pista de f1.

Me impresionaba la forma en que Chase se las arreglaba para perder a la policía, como si las persecuciones fueran algo normal casi.

Lo veía reírse cuando la adrenalina bajaba y luego maldecir por el tráfico de la zona.

Hasta que por fin perdimos esos autos de luces azules y rojas.

—Necesito dormir —bostecé sintiendo todo ese cansancio que no tenía previamente.

De verdad necesitaba dormir.

—Ya está todo bien. Descansen chicas. —nos dijo Chase, manteniéndose al volante.

Por más que quisiera quedarme despierta y no dejarlo a la mitad, me dormí apenas cerré los ojos.

....

En esos sueños que estaba teniendo, sólo se escuchaba la voz de mis vecinos de fondo, mi cuerpo se sentía pesado por el agotamiento, que ni siquiera me moleste en definir la realidad con la imaginación.

—¿Emma?

—Shhh. Esta dormida —fue Chase que empezó a moverse y yo me aferré a su cuello con mi brazo, estaba dándome el calor corporal que necesitaba por ese frío.

—Tardaste horas.

—Tenía que perderlos, ¿no?

—Chase, es que de verdad a veces eres un idiota.

—Ya me lo han dicho muchas veces. ¿Te sumas a ese club, Alan?

—Calla. Más bien ve a dejar a Emma en su habitación, tenemos que hablar.

—Yo me enc-

—Dijeron Chase, no Austin. —dijo el mayor, realmente no quería distinguir mi sueño de la realidad.

Ignore el resto de murmullos intentando volver a lo que quería escuchar en mis sueños.

Pero no conciliaba el sueño profundo, aún seguía más consciente de mi alrededor.

Chase me dejó sobre mi cama quitándome los zapatos y la chaqueta que previamente Lisa me había puesto en una improvisada manta. No tardo mucho en cubrirme y soltar mi cabello.

—Así no te dolerá la cabeza, enana. —dijo en voz baja, respondiendo a esa pregunta no formulada. Suspiro antes de hablar— duerme bien, Em. Sigues viéndote tan linda como te conocemos. —le escuché reír con ternura y después salir de mi habitación.

¿Y si seguía a dormir profundo?

Quizás todo eso fue un sueño.

Mi última opción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora