13• Nuevo estudiante + Alan.

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•Al día siguiente•
Viernes.

El día se veía perfecto, soleado y nada caluroso, con uno de los desayunos especiales de mi madre quién estaba de buen humor y cayendo en la realidad de lo que ella nos había contado acerca de la idea de las clases.

El timbre suena cuando yo estoy a punto de ir a comer y ayudar a mi madre, me detengo en el último escalón teniendo una idea de quiénes podrían ser.

—Diana, hija. ¿Podrías abrir?

Mi hermana que no quedó nada estática asintió y abrió la puerta.

—Hola ustedes. ¡Justin!

Los mayores le miraron con una pequeña sonrisa divertida antes de dejarlo acercarse a mi hermana y abrazarla con una amplia sonrisa, mientras que yo levantaba mi mano en un pequeño saludo.

Y repasaba mi vestimenta mentalmente.

Hoy había tenido un "ataque de glamour", como les llamaba mi hermana, tenía una falda puesta en corte A, una blusa manga larga lo suficientemente fresca y unos zapatos deportivos cómodos. El cabello lo tenía alisado a diferencia de otros días aparte del poco maquillaje que traía puesto.

—Buenos días también a ustedes, vecinos. —bromee divertida pasando a la cocina besando la mejilla de mi madre en un gesto de saludo.

—Buenos días, cariño. ¿Cómo dormiste?

—Muy bien, mamá.

—Me alegra, pequeña. Ahora termina de servir los platos para que nos sentemos a desayunar.

—Para mi será un gusto ayudarles. —mencionó Austin sonriendo antes de tomar los demás platos y vasos con ambas manos, acomodando todo.

—¡Hermanita! —Diana me alzó los pulgares sonriendo con alegría antes de sentarse después de mamá.

—Buenos días, señora Rose.

—Hola Chase.

—Preciosa. —guiñó un ojo desde su sitio y yo reí.— hoy te ves más hermosa que nunca.

—Bájale al coqueteo, amigo.

—Tú también te ves bien Dian.

—Chase. —gruñó Justin con la mandíbula apretada.

—Ya, ya, está bien, hermanito.

Justin tenía la mirada fija en mi hermana, ¿qué estaba pasando entre esos dos?

—Llegó Ale, eh... me tengo que ir, nos vemos luego, mamá. —le sonreí levemente algo incomoda por el nuevo ambiente que nos rodeaba.

—Ve, hija. Los chicos sólo pasaban a saludar, el lunes te acompañarán y podrás mostrarles el lugar con calma. —respondió ella ignorando aquella tensión sonriéndome.

—Bueno, entonces, adiós. —me despedí de ella primero y luego del resto.

—No te derritas en el camino, bombón.

Mi última opción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora