7• No, no es un reto.

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Lo pensé bien, Jack seguía ahí con las manos dentro de sus bolsillos, con esa característica risa burlona pero con una mirada preocupada en sus ojos, un cuadro que no me cuadraba y que él ni siquiera se había molestado en esconder.

Esta vez...

—¿Estás hablando en serio?

—Con tal de qué no te subas a tu cama y te hagas la que se hunde en el piso cuando te tiras, sí.

—¡¿Es qué acaso ahora me espías?!

—No es mi culpa que tu ventana de a la mía cuando trato de estudiar, incluyendo al pobre peluche que ya has lanzado varias veces por la ventana gritando "mi DiCaprio." —sus ojos parecen obtener chispas de diversión mirándome, y yo más avergonzada no puedo estar.—Que sí me dejas opinar, no sabía que te gustaban los mayores, mal gustito con lo desgastado que esta Dawson, corrección, DiCaprio.

Ay no.

—Eres un... un, ¡un tonto! —siento mis mejillas arder hasta el punto extremo de un semáforo en luz roja.— ¿sabes qué?, por lo menos... —me quedó callada por un minuto, ¿acaso dijo que estudiaba?, ¿dijo el apellido de DiCaprio en ese papel?

—¿Te comió la lengua el ratón, rojita? —elevó una de sus cejas divertido acercándose a mí, y vaya que yo aún no salía de mi trance. — ¿tanto te enloquece saber que te admiro?

Pestañeé varias veces y coloqué mi mano contra su pecho poniendo una pequeña distancia entre nosotros.

—Oh, Jack Colton. —susurré bajo y él pareció estremecerse, dejé ese detalle y me fijé en sus facciones por unos mínimos segundos, me aparte de él rápidamente y cubrí mi boca.— ¡Viste el titanic! —chille y se sorprendió tornándose un poco sonrojado.

¿Quién gana ahora, semáforo?

—¿Un cliché tan básico como ese?, pff, no. —se cruza de brazos tratando de ocultar fallidamente que ha visto la película.—No vi notebook tampoco... ni orgullo y prejuicio. —él mismo se delató pensando que seguro lo había dicho en su mente, pero realmente lo dijo en voz alta y lo gracioso es que fue tanta su pequeña vergüenza que se giró mirando su casa. —Iré a buscar a Ron.

Y sin darme tiempo, trotó hasta su propia casa.

Me quede como una tonta viéndolo irse, parecía que esta vez fue una victoria para Emma Vega.

Sonreí para mis adentros y me encerré dentro de la casa quitándome el suéter sujetando el bolso entre mis piernas para hacerme un moño rápido.

Estaba por entrar a la cocina a buscar una tostada o algo de comer y el timbre sonó, hice pucheros a la nada con la cuchara de nutella que había podido sacar a tiempo.

Me arrepentí al abrir la puerta, cerré mis ojos con fuerza pensando que era Alejandro, pero cuando una lengua áspera y demasiado húmeda lamió la cuchara de mi mano, me exalté.

—Pero qué...

El dóberman color chocolate claro de ojos casi amarillos me siguió lamiendo la mano alegremente.

Todo un amor si me permiten decirlo.

—¡Ron! —chille emocionada bajándome a su altura para abrazarlo y llenarlo de besos.— Hola mi bonito perrito. —él procedió a lamerme la cara en forma de saludo y yo simplemente lo mimé más.

Mi última opción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora