Te añoro.

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Sus pensamientos fueron interrumpidos por una punzada en la pierna. Cuando llego se la curaron, pero de la forma más brutal y más dolorosa, que de ver curarla la pierna parecía que se la querían arrancar. Pero para colmo, esto no acaba en una infección en la pierna, comenzaba a sangrar, sino que la torturaron como si fuera un animal o un criminal. La habían obligado a servirle cada segundo del día, sin reproche, dando igual si le agradaba o no, sino la torturarían de miles de formas. La última vez que se negó a unas de sus órdenes la torturaron a latigazos dejándolas las marcas, suertes que no eran profundas y no la dejarían señales, ni cicatrices, pero aun así escocia y seguramente se infectaría.

Por lo menos el dolor la distraía del pensamiento de que estaba otra vez sola. Deposito su cabeza en el suelo mientras se acurrucaba en posición fetal para dormir. Hacía mucho frio y solo tenía para cubrirse una pequeña manta y el diminuto atuendo que llevaba puesto desde que despertó en ese lugar. Parecía más un bañador que utilizaba Nami solo que enseñaba demasiado, más de lo que se ponía ella habitualmente. Rápidamente se durmió exhausta por el cansancio mental como físico. Aprovecharía esos momentos donde le permitía unos segundos de descanso, aunque prefiriera estar en un spa, pero era mejor la prisión que estar con ese.

Sus sueños fueron interrumpidos por el chirrido de la puerta de su nuevo hogar abriéndose. Dos guardias entraron, ella con dificultad se incorporó.

-El amo te reclama. - hablo el chico más joven. Era el que siempre traía comida y algunas mantas.

-De acuerdo.

Los soldados la ayudaron a ponerse en pie, ella misma no podía ni siquiera andar y los guardias lo percataron. El más joven se ofreció a cargarla, pero ella con una sonrisa le negaba la petición, pero al primer paso se balanceaba y caiga al suelo. Así que no le quedó más remedio aceptar, tampoco poseía fuerzas para protestar, estaba en los huesos, como si fuera anoréxica, que podía ver sus huesos indicando falta de alimentación.

Después de un rato llegaron a un piso que todo parecía extremadamente caro, lujoso, es decir, sería el lugar perfecto para Nami si quería vivir en un lugar. Se apreciaba los cuadros muy caros y antiguas cosas de distintas épocas, que agradecería mucho poder tocarlas e investigar su pasado.

-Creo que deberías darte una ducha. - intento sacarle una sonrisa y lo consiguió, aunque fuera una pequeña. Pidió con un signo de manos para que la bajara y dejara caminar.

-Me encantaría.

Los soldados se lanzaron una mirada cómplice. - Pues hoy es tu día de suerte. – dijo el otro guardián.

- ¿Qué? - pregunto enarcando una ceja de confusión.

-El amo quiere que te cambies y vayas a sus aposentos.

Esto significaba lo peor, pero no tenía una posibilidad de evitarlo, por el motivo de que estaba herida y encadenada hasta los tobillos. Ella agacho la cabeza recordando los momentos similares de lo que iba a pasar.

La indicaron un baño normalito, pero de lujos. En la bañera mientras le golpeaba las gotas de agua y borraba la suciedad y daba paso a los recuerdos felices, pero en especial con Zoro. Aunque haya pasado tiempo sin sentir su esencia la sentía en cada rincón de su cuerpo. Cerro los ojos concentrándose, pudo sentir las acaricias en su cuerpo, era como si estuviera ahí duchándose con ella en la misma ducha. Añoro el momento del baño en el Sunny.

Se ducho rápido por miedo a adelantar el proceso o que la volvieran a torturar. Se puso la pequeña ropa interior muy provocativa de color negro. Esto afirmaba lo que estaba rodeando su cabeza desde que piso este lugar.

En menos de cinco minutos se encontraba delante de una puerta enorme donde estaba el Tenryuubito. Tocaron la puerta antes de recibir un adelante proveniente del individuo.

Entro con miedo acompañada de los dos jóvenes. Allí estaba en una enorme habitación muy oscura, tanto como su celda, y en el centro se encontraba una enorme cama con un montón de sabanas finas y cojines apunta pala.

-Iros. - ordeno. Los guardianes así lo hicieron, en sus rostros solo había pena, pena por la chica de ojos azules.

En ese instante todos sus sentidos se pusieron alertas que al simple toque acabaría atacando a su opresor. El Tenryuubito tiro de la cadena que conectaba con las esposas de la morena obligándola que acabara sentada en su cama al lado suyo.

-Toma. -le ofreció una copa de vino. Ella se negó a tomarla, le miro con asco, furia y deseo de asesinarle con sus propias manos. -No quieres. De acuerdo. - se lo tiro encima. Robin grito de dolor a causa del alcohol al tener contacto con las heridas abiertas de su espalda y las demás menos graves. Escocia, se retorcía de dolor y el disfrutaba como sufría la morena.

Aprovecho ese momento de debilidad para echarse encima de ella y quitarle la parte de arriba de su sujetador para morder y arañar los pezones de la morena con violencia. Le dejaba las marcas de la opresión. Mordisco, arañazos, hematomas era lo que estaba recibiendo de ese hombre. Opuso resistencia con todas las fuerzas que poseía su cansado cuerpo, pero no consigo nada, solo excitarle y que fuera más rudo. Mordió su cuello salvajemente provocando que sangrara, mientras dejaba las marcas de sus gordos dedos en sus pechos. Una de sus manos se coló entre sus piernas incitando a su clítoris y que se humedeciera, pero lo único que conseguía que la morena gritara y llorara a causa del dolor que aumentaba.

-Cállate. - la abofeteo que la dejo completamente aturdida, desorientada. Aprovecho su desorientación para quitarle la última prenda que le separaba de la desnudez. El cuerpo de la morena estaba echo un asco por las torturas causada y la falta de nutrición, pero a él no le importaba en absoluto.

Iba a penetrarla, aunque no estuviera preparada, si lo hacía le provocaría muchos daños internos como las paredes vaginales o el útero o algo peor.

De repente la enorme puerta cedió acompañado de un grave sonido alarmando al violador.

-Qu- fue lo único que dijo antes de que pudiera voltearse y pidiera ayudas. Antes de eso, el intruso le había proporcionado un corte en todo el pecho y dejarle peor de lo que estaba Robin, e inconsciente.

El intruso corrió hacia ella. La veía fatal, tenía muy mala pinta sus heridas. Temblaba e imitaba a un tempano de hielo, estaba helada. La acurruco entre sus brazos transmitiendo el calor de su cuerpo. Percato las heridas de su espalda y los mordico y hematomas causado por ese animal. Se quitó su chaqueta verde y la tapo completamente ocultando del frio y de su desnudez, las sabanas eran muy finas para cubrirla.

-Robin. -llamo el peliverde muy preocupado. Robin reacciono a la voz de Zoro. su vista estaba borrosa y volvía a la realidad. Al final pudo afirmar que su mente no le engañaba cuando ambas facciones volvían a la normalidad.

-Zoro. - se escondió en su pecho mientras se hundía en los brazos de su salvador. Empezó a llorar desesperadamente que parecía las cataratas del Niágara. -Zoro- le nombraba entre llanto.

Lo único que se le ocurrió a Zoro fue abrazarla y consolarla durante unos minutos antes de reunirse con los demás.

-Tranquila. No permitiré que nadie te separe de mí. Nunca más, lo prometo. - le beso en la frente.

-No me dejes nunca más sola. Por favor. No quiero que me toquen. -tembló por cada palabra mencionada.

-Lo sientolo siento, Robin. - realmente lo sentía por no haberla salvado. Deseaba tanto volver atrás y cambiar posiciones, ser el no ella, pero sabía que si hubiera pasado todo lo contrario echa desearía lo mismo.

Y allí entre sus brazos se durmió, su cuerpo no daba más de sí. Pero no podía pedir mejor sitio para descansar y escapa de la realidad.
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Continuará.

Se que es muy corto pero no tengo tiempo ni para pensar. Putos exámenes de mierdas. Pero prometo que dentro de poco publicare. 😘😘😘😘

Adiccion( Zorobin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora