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Nunca había dormido así en mi vida, estaba tan relajado que ignore las vibraciones provenientes de mi celular, me gustaría quedarme así toda la vida...
Mientras los minutos pasaban, las llamadas se hacían más frecuentes, cosa que me sorprendió bastante ya que nunca me habían llamado tantas veces en un día, mucho menos en una tarde. Las vibraciones llegaron a un límite por lo que opté por mirar mi celular.
*Dos llamadas perdidas* No puedo reconocer el número...junto con éstas llegaron miles de mensajes, que a diferencia de las llamadas podía reconocerlo.
-Anna:
*¿Estás en tu casa?*
-Anna:
*Te toca devolverme el favor*
-Anna:
*Abre, estoy afuera de tu casa*
Con este último mensaje mis ojos se abrieron como platos, ¿¡Cómo sabía mi dirección!? El mensaje fue mandado hacía dos minutos por lo que puedo deducir sigue ahí, cosa que me demostró al tocar el timbre al mismo tiempo que un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y lo estremeció, corrí a ponerme el primer suéter que encontré, me quedaba algo grande pero era cómodo y me apresuré para abrir la puerta, en el camino encontré una pequeña nota pegada en la mesa del comedor, "Salí a una emergencia de trabajo, hay comida en el refrigerador, te quiero" era de mi mamá...Lo que significa que hay una golpeadora profesional afuera de mi casa y yo solo y vulnerable.
Sentí un miedo intenso cuando toque la perilla para abrir, dudé un segundo si abrirle o no, pero conociéndola sería capaz de derribar mi puerta de una patada, así que le abrí para encontrarme con una chica vestida de pantalón negro, ajustado y hasta algo rasgado, un crop-top rojo oscuro revelando parte de su estómago, chaqueta de cuero negro y botas en combinación, estaba recargada en la puerta con el aire acariciando su cabello, la verdad nunca me había tomado el tiempo de apreciarla bien, y aunque no fuera un chico, es más hermosa de lo que pensé.
-Es tu turno de devolverme mi favor- dijo ruda y pasó sin previo aviso, apenas tuve tiempo de reaccionar cuando ella ya estaba dentro analizando todos los espacios y muebles que reposan en la planta baja para después sentarse en mi comedor, apenas pude mover los músculos para sentarme en frente de ella y mirar hacia el piso casi temblando.
Ella sacó algunos libros de su mochila y busco una lección de matemáticas, la giró y puso el libro frente a mí sin decir ni una palabra, como si estuviera esperando lo que parecía ser una explicación. Estuvimos un rato mirándonos hasta que tragué saliva y me dispuse a preguntar.
-¿N-No vas a...golpearme?- dije devolviendo la mirada al suelo.
Ella se enderezó en su asiento y me miró obligándome a mirarla de regreso.
-...La vida no se resuelve a golpes, Nathan- dijo volviendo a su posición inicial.
-¿E-Entonces por qué hacías todo eso?- me sentí algo molesto y aterrado, nunca había podido decir algo así en la vida.
-Escucha...- se paró de su silla y se puso de cuclillas frente a mí por debajo de mi pequeña altura.
-Se lo que hice y a lo que me llevó, uno nunca sabe el daño que hace hasta que toca fondo, además, si no aprendo esto rápido reprobaré y no planeo repetir año ¿Entendido?- Dijo con un tono seco pero extrañamente dulce.
-¿Y-Y qué recibiría yo a cambio?- dije
-Evitarte una golpiza...¿Qué dices?- respondió levantándose y tendiéndome la mano a modo de pacto, me sentí aterrado, pero después de ver su mirada me di cuenta de que está hablando en serio, no tuve más opción que cerrar el pacto e intentar confiar, Anna se sentó a lado de mí y yo me dispuse a explicarle el tema.

Lo Prometo...Where stories live. Discover now