Si tus sueños no te asustan,
No son lo suficientemente grandes
-Richard Branson
Elizabeth abrió su computadora y empezó a escuchar música. Aun se sentía mal por la chica ansiaba saber que le había pasado, si estaba bien. No aguantaba la espera, aunque, estar en su casa era lo mejor en esos momentos...
Elizabeth se acostó en la cama, con la esperanza de que mañana todo estuviera bien. Siempre se acostaba pensando en eso, en el mañana, y eso tal vez era lo que le causaba pesadillas. A veces hasta le daba miedo dormir, porque llegaba un punto en que el sueño era peor que la realidad. Soñaba y soñaba horrible, había leído que se causaba por la ansiedad. Lo mejor era cuando se acostaba sin pensar. Solo se tumbaba sin esperar el mañana, sin pensar como sería el siguiente día, sin pensar en nada. Ahí se dio cuenta que también los sueños pueden ser mucho mejor que la realidad. Y nunca quería despertar.
Pero lo hacía siempre.
Se levantó de golpe y encontró a su madre enfrente de ella contemplándola con sus ojos fijos. La madre de Elizabeth era hermosa, Tenía una larga cabellera castaña, y esas bolsas en los ojos que tanto la caracterizaban, a Elizabeth se le hacían hermosas, de niña solía decir que cuando fuera grande quería tener ojeras como su madre. Ahora las tenía, producto de todas las desveladas por trabajos de la escuela o muchas otras cosas, ahora deseaba nunca haber dicho que las quería.
—Hola, ¿Cuándo llegaste de la escuela?
No le iba a decir la verdad, su madre ya tenía muchos problemas para agregarle el de Elizabeth. Pero, no podía mentirle, ella era la única que siempre ha estado con ella. Pero aun así lo hizo...
—Hace rato, me dolía la cabeza y decidí irme ¿A qué hora llegaste tú?
Y empezaron a hablar sobre su día, su madre le contó que tenía un gran proyecto para la empresa Roccafeller.
—Nunca he oído hablar de esa empresa, mamá.
Su madre le explico que no era de Marina, California, donde Elizabeth había vivido toda su vida y quizás por eso no estaba enterada de ella. Le conto que era una empresa de financiamientos para las familias de niños y adolescentes problemáticos, ellos se llevaban a sus hijos y a sus padres les daban dinero a cambio para que lograran mantenerse. Tiempo después les regresaban a sus hijos, y ya no eran los mismos... Ya no eran problemáticos, ahora eran personas de bien, y ese era el gran éxito de la empresa Roccafeller.
—Ya tienes que ir a dormir—dijo su madre y se levantó de la cama —. Mañana hay escuela.
Elizabeth renegó que se quedara un rato más, pero su madre no hizo caso a ello.
—Hija, eres hermosa, dulces sueños.
«Señora Evans, su hija encontró a una chica desmayada en el baño hace unas horas, ella aún no ha despertado» Recordó Mía.
Esas palabras resonaban en la cabeza de Mía, la madre de Elizabeth, ¿Por qué le había ocultado algo así? No podía describir como se sentía en ese momento, se sentía impotente, estaba perdiendo el control.
«Eres hermosa, dulces sueños»
Elizabeth a oír eso se sintió bien, con los pelos de punta le respondió a su madre una feliz noche, la amaba tanto, sin importar cuanto Elizabeth se odiaba a sí misma, su madre la amaba, más de lo que todas las personas del mundo llegarían a amarla. «Nadie jamás te amara tanto como tu madre» pensaba Elizabeth.
Se acostó con una sonrisa en el rostro, vaya que tenía suerte de estar viva en ese momento; ese momento, en que los grillos empiezan su canto, la lluvia cae y todo es perfecto, hasta que, empiezan las pesadillas de nuevo.
Elizabeth estaba en el banco de jardín de niños, con Matthew miraba a las niñas, en ese entonces bastante fastidiosas, acercándose, una de ellas dijo:
—Rata ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué no regresas de donde sea que hayas venido? Los niños raros no caben aquí, tonta.
—Déjenla en paz —decía Matthew.
Pero era inútil las niñas no se iban, hasta que Elizabeth se levantó y las toco. Empezaron a caer una por una, pero Elizabeth no solo mato a esas niñas, siguió uno por uno hasta acabar con todos los que estaban ahí.
Y despertó.
Todavía estaba oscuro se podría decir que eran las 3 o 4 de la mañana Elizabeth se levantó, no era problema para ella levantarse temprano, se había acostumbrado en un verano cuando tenía 5 años en un campamento en Texas. Añoraba el verano ahí, el aire con olor a flores, y calor. Por no decir el campamento y las constantes guerras con globos de agua que hacían cada martes.
Se levantó y fue a la bodega que era prácticamente donde estaban todos los objetos de ejercicio de su madre. Aunque el esfuerzo físico no era algo que a Elizabeth le gustara, quería verse "bien" quería, "sentirse bien" hizo tres sentadillas y fue a leer un libro.
En ese momento Elizabeth leía Historia de dos ciudades que era uno de sus libros favoritos, pero, por una extraña razón Elizabeth no podía leer, estaba pasando por un "bloqueo de lector" que consiste en un período durante el cual por mucho que se intente no se es capaz de leer durante un período de tiempo indefinido. Es algo que se supone pasa a los lectores por lo menos una vez en la vida y puede durar días, unas pocas semanas, meses o años Elizabeth lo odiaba, pero lo peor que podía hacer era obligarse a leer. Eran las 5 de la mañana ¿Qué se supone que hace una persona a las 5 de la mañana?
Fue donde sus mejores amigas, Zelda y Beth las acaricio y les puso leche que era algo que les encantaba. Por fin llegaron las 7:30 Elizabeth empezó a cambiarse y maquillarse para ir a la escuela, ese día decidió ponerse una falda negra y su camiseta favorita que era de The Rolling Stones y partió hacia la escuela.
«Otro aburrido día, en mi aburrida vida.» pensó Elizabeth.
ESTÁS LEYENDO
Elizabeth Evans
AvventuraEn la Preparatoria Harvey Milk si no lo eras todo, tenías que pasar la mayor parte del tiempo comiendo en el baño. Elizabeth Evans, una chica de 16 años aparentemente normal. Claramente no es de esas chicas que caminan en los pasillos arrasando con...