Tu siempre volverás a casa

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Para ser irreemplazable,

Uno siempre debe de buscar siempre

Ser diferente

-Coco Chanel

Otro día más...

Elizabeth se despertó el día siguiente muy tarde, salió corriendo de su casa hacia la escuela, en el camino hacia ella, vio pasar a Jiro en una bicicleta, lo que era extraño porque Jiro tenia carro.

—Hola, Jiro, ¿Estas llegando tarde?

—Hola, Elizabeth, en realidad, un poco... y tu ¿qué haces?

—Lo mismo que tu...

—Te acompaño, si quieres... Puedo ir a tu paso

—No, tienes que mantener tu registro de alumno perfecto, sigue tú.

— ¿Estas segura?

—Obviamente.

—Bueno, te veo allá, por cierto, Elizabeth, no salgas mucho con el maestro—Hizo una risa burlona y se fue.

¿Cómo Jiro podía saber sobre su encuentro con Alexander? Elizabeth pensó que solo podía haber ocurrido algo... Matthew.

¿Tenía algo que ver con el mensaje de ayer? De igual manera, no dejo que eso la intimidara y salió hacia la escuela.

La primera clase fue biología, Elizabeth se sentía un poco incómoda por lo que le había dicho Sebastián, y por la noche de ayer...

Este día iba a ser la primera clase "Formal" del nuevo maestro, Elizabeth estaba emocionada por saber de qué iba a hablar, ya que, era muy inteligente.


—Buenas tardes alumnos— empezó a decir— espero que nos podamos llevar bien en esta clase y que sepamos valorar y respetar, y no los aburriré con todo esto así que— dijo entusiasmado— ¿Quién está listo para un año escolar más?

La primera clase del Señor Alexander fue más que fantástica para Elizabeth, empezó la clase con temas bastantes extensos lo que a Elizabeth se le hizo curioso, empezó a hablar sobre un gen recesivo en los humanos que hacía que las personas poco a poco se volvieran locas. Y podrían llegar a hacer cosas fuera de lo común, incluso Elizabeth llego a pensar que estaba hablando de ella, pero, ella no estaba loca, al menos, ella no pensaba eso. Solo era diferente y a veces ser "diferente" es bueno, aunque a veces por ser diferente caía siempre en ser típica.

Elizabeth sentía como si hubieran sido amigos de toda la vida, su amor por la ciencia hacia que Elizabeth lo quisiera aún más, se notaba que estaba ahí porque le gustaba, no por obligación u otro motivo.

Las clases siguieron pasando y el señor Alexander era muy amable particularmente con Elizabeth, era extraño que eso fuera así, solo habían hablado una vez fuera de clases, pero se trataban como si fueran los mejores amigos.

En una de las clases, Alexander se notaba un poco incómodo, parecía que tenía algo que decir, o algo que ocultar...

—Buenas tardes, alumnos—dijo Alexander— tengo un anunció un alumno de otra clase se pasará con nosotros desde hoy. Asignare después a un tutor/tutora para que lo ayude a ponerse al día. Pasa por favor...

De repente paso algo que hizo que Elizabeth se le pusieran los pelos de punta, entro el, Matthew Morrison, como si el salón fuera de él, típico del chico, pero Elizabeth cayó en la realidad, no había ni un solo asiento libre, solo el de ella. Y todos lo notaron, de repente todas las miradas estaban posadas en Elizabeth.

Matthew cada vez se estaba acercando más, el maldecía por adentro, si no hubiera contestado a la directora, nada de esto hubiera pasado.

—Hola...—Le dijo tímidamente a Elizabeth—Te he visto en los pasillos, ha pasado tanto tiempo...

¿Te refieres a que ha pasado mucho tiempo desde que mi supuesto mejor amigo me abandono, aun sabiendo que no tenía a alguien más aparte del? Sí, claro, han pasado años—.Pensó Elizabeth.

—Si, ha pasado años...

—Elizabeth...—dijo un poco triste—No tenía que ser esto así.

— ¿Cómo?

—Como si no me conocieras...

—Discúlpame, estoy un poco distraída...

—La cena que tuviste ayer, no me malinterpretes, no quiero meterme en tu vida, pero el profesor es mayor... No creo que sea adecuado que salgas con él, no es correcto. Y, no creía que te gustaran las personas mayores...

— ¿Me hablas enserio? Obvio no tengo ningún interés amoroso con él, ni quiero tenerlo.

—Solo te quería advertir, te mirabas muy feliz ayer...

Elizabeth se sentía perdida.

—Si claro, me agrada mucho, pero no de ese modo, siento que ya lo he visto antes, como si ya lo conociera pero no recordara.

—Oye, no sé si te sentirás incomoda con la pregunta, pero, ¿Por qué no me seguiste? ¿Por qué no me buscaste?

— ¿A qué te refieres? —Elizabeth se sentía mareada de lo confundida que estaba...

—Cuando nos separamos, siempre fuiste muy fría conmigo, pero al menos pensé que me buscarías para preguntarme al menos si todo estaba bien...

— ¿Querías que encima de todo, yo te buscara, después de todo lo que me dijiste?

—Sí, yo estaba...

— ¿Qué? ¿Protegiendo tu reputación? En serio, Matthew, pensé que eras mejor que eso—. Elizabeth estaba perdiendo un poco la cordura.

—Elizabeth no me estas escuchando.

—Y, después de todo lo que me dijiste tengo que escucharte, si vamos a ver, ¿Por qué me dejaste? Cuando más te necesitaba, cuando eras el único, ¿Qué pasó? ¿Acaso, era "lo que tenías que hacer"?

—No...

— ¿Entonces?— dijo Elizabeth furiosa.

—Estaba enamorado de ti, y aun lo estoy...

Elizabeth soltó una risa sarcástica.

— ¿Y? No entiendo el motivo por el cual te fuiste.

—Me fui porque creí que no sentías lo mismo, y lo confirme cuando nunca me buscaste.

Elizabeth se quedó helada, no podía moverse y cuando reacciono a todo lo que estaba pasando el timbre estaba sonando y todos empezaron a salir del salón, sin darse cuenta como que su tiempo fuera un segundo, la clase había terminado.

—Elizabeth Evans—Dijo Alexander muy serio, a mi oficina por favor.

Alexander jamás le había hablado así, y ¿para que la llamaba? Ella nunca hacia nada malo...

—Elizabeth, acompáñeme, por favor.

—Pero...

—Ahora.

Elizabeth no tuvo más remedio que salir del salón siguió al profesor por los pasillos, hasta llegar a su oficina, tenía muchas cosas en la cabeza, hasta que llegaron, se paró enfrente de la puerta a esperar que el abriera cuando...

—Perdóname—. Dijo Alexander.

La palabra dejo desconcertada a Elizabeth, y sintió un leve golpe en la cabeza y luego no vio nada...

Negro.

Era lo único que Elizabeth veía. Lo único que ella vería durante mucho tiempo.


Elizabeth EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora