Practicas y mentiras

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Capítulo 3

Sumergida en mis pensamientos, me olvido del tiempo, y como no tengo nada que hacer voy a ocupar mi tiempo. Los chicos y chicas menores de 30 años, estamos obligados a ir al Centro 7 horas a la semana, una hora en cada sala, a practicar nuestros conocimientos físicos e intelectuales en el edificio. Debemos ir tantas veces a la semana como queramos, pero hemos de hacer las 7 horas obligatorias. Es un edificio muy grande, lleno de salas, donde se efectúan diferentes pruebas. En una sala se practican problemas matemáticos o ejercicios semejantes. En otra, prácticas de ciencias, mezclando sustancias y haciendo experimentos. Hay problemas físicos, saltando bancas, haciendo escalada,… así hasta llenar el edificio de salas con sus respectivos ejercicios, lo llamamos Centro, porqué está en el centro de la ciudad y por ser un centro de educación practica. Sirve para prepáranos de posibles ataques de otros planetas. Los planetas descubiertos, que no eran habitables para personas, por no haber oxigeno o gravedad, no quiere decir que no fueran habitables por otros… seres. He escuchado a mi madre hablar con alguien sobre los extraterrestres, que podrían estar en guerra con nosotros. El gobierno tiene cámaras y satélites por todos los planetas cercanos. He oído que se detectan movimientos, pero son demasiado rápidos y son listos, no se dejan ver ni a cámara lenta. Mi madre no responde a las preguntas que se me forman sobre los extraterrestres.

Dejando el tema de los extraterrestres, llego al Centro, donde las puertas automáticas se abren dejándome entrar, lo primero que veo, es una sala gigantesca y blanca, muy iluminada con una mesa de media luna en el centro, con una mujer sentada delante de la mesa escribiendo en el ordenador. Me acerco a la mesa y digo:

-      Hola.

-      ¿Nombre, apellido y edad? – sigue escribiendo sin mirarme.

-      Ainara Mackenzie, 16 años.

-      Pon tu dedo aquí y recoge tu pulsera.

Señala una cajita pequeña con una pantalla, que es donde tengo que poner el dedo. Pongo mi dedo en la pantalla de la cajita y sale una luz verde; la pulsera está levitando encima de una plataforma que desprende una luz azul, cuando ha terminada de hacer lo que estuviera haciendo, la plataforma deja de desprender el color azul y la pulsera caer suavemente. La mujer coge la pulsera de encima de la plataforma y me la da. La pulsera es blanca y tiene un código que necesito para abrir las puertas de cada sala, la pulsera le da información al gobierno de que he entrado en la sala y he hecho las horas que me tocan en esta. Voy hacia el final de la sala, detrás de la mesa de la mujer. En el suelo hay dos huellas de zapato de color negro dentro de una plataforma de 2m2, un cartel blanco con letras rojas dice: “No moverse mientras la plataforma está en movimiento, no salir de la zona marcada”. Coloco mis pies encima de las huellas y la plataforma empieza a subir poco a poco, miro hacia el techo, donde hay un agujero cuadrado, donde tiene que ser tapado por la plataforma con la que estoy subida. Es lenta, y si no te mueves, es segura. Llego al piso de arriba y veo un montón de puertas blancas con diferentes nombres de color negro en la puerta.  Entre puerta y puerta hay mucho espacio, y para ocuparlo han puesto ventanas que ocupan toda la pared, y se puede ver la gente entrenando; salvo en una, que es el vestuario y ahí hay trajes para entrenar y taquillas. Normalmente hay 7 personas en cada sala, pero hoy solo hay 3. Entro en el vestuario, cojo un traje de mi talla y me cambio. Pongo mi ropa en una taquilla y la cierro escribiendo mi firma, seguidamente la firma se desvanece y pruebo a abrir la taquilla, está cerrada.

Paso mi pulsera por el pomo de la puerta, se oye un pitido y la puerta se abre; hoy pondré en práctica las clases de ciencias del señor Scotts, mi profesor. En la sala hay un chico alto de pelo corto con gafas grandes, está haciendo experimentos con probetas. Tira un líquido de color azul en otro líquido transparente, se vuelve azul y luego pasa al rojo.

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