Por los pelos

120 9 0
                                    

Capítulo 5

No puedo creer que Evan me mintiera. Me dijo que no sabía en que trabajaba su padre. ¿Por qué debería confiar en él a hora? Pero eso no es lo más importante ahora. Debemos entrar en la fábrica. Estamos medio agachadas y medio tumbadas en el suelo. Me pongo en pié y Mira me agarra de la pierna.

-      ¿Qué pasa? – susurro.

-      No me acordé de esto.

De su mochila saca un pote de… ¿crema? És transparente. Y luego saca un par de cajitas de lentillas y pregunto:

-      ¿Para qué necesitamos eso? Nadie te va a ver los ojos.

-      Tonta, déjame que te lo explique; son lentillas nocturnas. Si te las pones, podrás ver en la oscuridad. Son muy cómodas, al menos para mí. También te dice qué hay detrás de las paredes; si hay una persona, sale la figura de una persona en rojo. Te advierte de cámaras de seguridad y… no sé que más, ¿a que es genial?

No me he dado cuenta de que llevaba una mochila colgada del hombro. No sé de dónde sacará todo eso, pero es fantástico. Eso no ahorrará tiempo y nos dará seguridad. Me siento a su lado y asiento como respuesta.

-      ¿Para qué es eso? – señalo el pote con crema.

-      Es crema invisible, si te la pones en la piel, se volverá invisible. Puede que si configuro los trajes, al apretar el botón se active a la vez. Quiero decir, que si nos ponemos ahora la crema y no activamos el traje, nuestra cara será visible, pero si apretamos el botón nuestra cara y el traje dejaran de ser invisibles a la vez.

-      Entiendo, ¿por qué has tardado tanto en decirme que tenías esto?

-      La crema es muy fácil de configurar. Y porque se me olvido decirlo en casa… ¿vale?

En un momento, nos ponemos las lentillas y después nos untamos de crema la cara. Miranda se empieza a reír, pero se reprime; lo que significa que mi cara es invisible. Miranda abre el antebrazo de mi traje y mete un poco de crema. Mi cara vuelve a la normalidad, ya que deja de reír. Nos ponemos las capuchas para taparnos el pelo y nos dirigimos en silencio hasta la puerta de atrás de la fábrica.

Esta puerta, hace unos años, estaba medio caída y estropeada. Ahora, parece la entrada de mi casa. Parece. És una puerta de metal, tiene un pomo en forma de tubo, podría estar cerrado con llave y al abrirlo, saltaría la alarma. Pero prefiero no arriesgarme. Miro a Miranda, como diciendo “¿y ahora qué?”. Ella gira el pomo tan rápido que no me da tiempo de decirle lo que podría pasar. Sin embargo, la puerta se abre suavemente dejando ver un pasillo a oscuras, con unas luces pequeñas en el suelo, de color amarillo y que casi no iluminan nada. Hecho una mirada rápida a Mira y se encoge de hombros con una sonrisa en la boca.

Me inclino hacia delante, la sala se ve como un juego virtual en gris oscuro y verde. Se puede ver claramente cada pared, puerta, esquina,… Unas letras empiezan “escribirse” en mi campo de visión: “ninguna cámara detectada” en verde fosforito. De momento, bien. Entramos despacio, con pies de plomo. Avanzamos hasta llegar a una puerta. No se ve rastros de personas. En este momento empiezo a pensar: ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué pensamos encontrar? Y tengo en mente huir de aquí, escapar y no saber nada más de esto. Pero me recuerdo que estoy aquí por mi madre. En este planeta, cuando haces algo ilegal, te destierran de este continente, y te llevan a una isla sin alimentos, ni nada de materiales, durante X años, eso depende de lo que hayas hecho. Si a mi madre la desterraran, tendría que irme a vivir con Mira – encaso de que me dejaran elegir -, o me llevarían a una casa de otra ciudad, donde me acogería, provisionalmente, una familia hasta que mi madre volviera. Ignoro eso de mi cabeza, por mi bien. Me centro en lo que estamos buscando: Pruebas para descubrir cuál es el trabajo de mi madre. Mira me da un codazo y dice:

AtveiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora