Habitación blanca

69 5 2
                                    

Capítulo 13

-      ¿Por qué no puedo hablar con él? – pregunto sin darme la vuelta.

-       Puede irse de la lengua.

La pistola sigue firme en mi hombro. Si Evan sabe demasiado, ¿tendrá relación con lo que quería decirme antes de empezar a volar en el helicóptero?

La fábrica se ve mejor desde la última vez que estuve por aquí. Ha sido repintada por fuera de un color blanco. Los cristales de las ventanas están tintados de negro y la puerta principal es de cristal. Al verla de cerca, está hecha de cristal grueso.

Entramos por la parte delantera del edificio. Ha cambiado un poco desde que entré por primera vez, aunque solo entré por la puerta de atrás. Y no vi ni la mitad del edificio.

La puerta de cristal se abre como la puerta de mi casa, escaneando el ojo. En este caso, el de Matthew. La entrada no es tan grande como me la esperaba. Aunque no sé que me esperaba encontrar, porque es una fábrica pequeña. Hay una mesa de trabajo de color gris claro junto la pared, con un montón de papeles y bolígrafos. En cada pared hay cuatro puertas: La entrada, por donde acabamos de entrar y otras tres. En esas tres puertas hay una placa metálica en cada una. En la puerta de mi derecha dice “sala de pruebas”; en el de la izquierda, “sala de producción” y en la de en frente, “sala del experimento”.

Matthew rebusca algo en sus papeles. Mientras lo observo, Evan me agarra de la mano y la besa.

-      Lo siento, no debí conocerte y meterte en esto… – su voz suena delicada y rota – no era mi intención…

Le cuesta mantener sus palabras. Sus ojos empiezan a enrojecerse. En mi garganta se forma un nudo enorme, donde no puedo decir ni una palabra. Mis rodillas empiezan a temblar; Evan sabe lo que pasará. ¿Por qué no me ha dicho nada? Pero igualmente, si sabía lo que pasaba no podía hacer nada para cambiarlo. Matthew vuelve hacia nosotros con un par de papeles, y en seguida Evan me suelta la mano.

-      Ainara, querida – detecto ironía en su tono de voz -, vas a entrar por esa puerta – señala la puerta que tengo enfrente, donde dice “sala del experimento” – y tu Evan, te vendrás conmigo a la sala de observación. Recuerdas por donde si iba, ¿no?

Evan asiente con la cabeza y empieza a andar, dirigiéndose hacia la puerta “sala del experimento”. Lo sigo, porque según su padre, yo he de entrar por esa misma puerta. Entramos por la puerta; es una habitación muy pequeña donde solo hay dos escaleras de hierro a dos sitios distintos. Una va hacia arriba y la otra hacia abajo. Delante de las escaleras hay dos carteles con flechas de color rojo. La de la derecha que va hacia abajo dice “habitación blanca” y el cartel de la izquierda que va hacia arriba dice “observación”.

-      Sigue, Evan yo acompañaré a Ainara – Matthew me dirige una mirada fulminante -, me aseguraré de que no intenta nada.

De nuevo saca su pistola y me la aprieta contra la espalda. Justo en medio de la columna vertebral, si me llega a disparar podría quedarme inválida y no volver a andar. Con las rodillas aún temblando y con Matthew pisándome los talones, bajo por la escalera de la derecha.

No hay muchas escaleras, nada más terminarlas, me encuentro con otra puerta. Dichosas puertas, si esto parece más un laberinto que una fábrica. Doy media vuelta para preguntar si tengo que entrar, pero antes de darme del todo la vuelta, me empuja aún más la pistola en la columna. Ahogo un grito, y entiendo que he de entrar. Empieza a dolerme ese punto en concreto de la espalda. Abro la puerta, entro y ésta se cierra detrás de mí. Esta demasiado oscuro para ver algo, pero sé que Matthew está fuera. Empiezo a aporrear la puerta, dando golpes y gritando “déjame salir” acompañado de algunos insultos variados. Oigo unos pasos alejándose. El pánico se apodera de mí, y mi mente se nubla de cualquier idea inteligente que pueda sacarme de aquí.

AtveiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora