James se recupera

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Capítulo 14

Evan

Me despierto sudoroso entre las sabanas limpias de mi habitación. Un martilleo en mi cabeza me golpea al intentar levantarme. Intento incorporarme poco a poco, pero me duele la espalda al menor movimiento. Aprieto los dientes para conseguir levantarme, o por lo menos sentarme en el borde de la cama. Levanto el jersey del pijama para registrar mis heridas, todo mi torso está vendado por una fina tela blanca. Mis brazos también están vendados.

Entra la Sra. Mackenzie, sosteniendo una bandeja con zumo de naranja y un bol de cereales con leche.

-      Buenos días, Evan. ¿Qué tal te encuentras? – su voz es triste, pero con la misma pronunciación dulce en cada palabra.

Me ayuda a acomodarme en la cama y me pone la bandeja encima.

-      ¿Qué haces aquí? – pregunto.

-      Cuidaros – hace una pausa, y pongo cara de interrogación, esperando a que se explique -, porque… quiero ayudarte. Eres lo más próximo que me queda de Ainara, aparte de Miranda, que la están cuidando sus padres. Y tú necesitas que te cuide.

-      ¿Les has contado… todo? ¿a los padres de Miranda?

Niega con la cabeza.

Después de un incomodo silencio, pregunto:

-      ¿Confiabas en mí? Quiero decir, ¿crees que yo ayudé a mi padre a que le hiciera… eso a Ainara?

-      Confiaba en ti, y aún lo hago. Nunca he creído que fueras capaz de hacer una cosa como esa.

-      ¿Qué hay de mi padre?

-      Él esta… bien. Por mala suerte – la última frase es un susurro casi inaudible, pero lo he oído –. Está en su habitación, durmiendo.

-      ¿Cuánto tiempo llevamos durmiendo?

-      Casi un día. Volveré para recoger tu almuerzo, termínatelo.

Asiento. Mis tripas gruñen, están de acuerdo con la Sra. Mackenzie; termino el almuerzo muy rápido. Mientras me cambio de ropa, hago una pequeña reflexión sobre lo que pasó el día anterior.

No recuerdo muy bien lo que pasó después de que Ainara desapareciera. Recuerdo… una explosión, destrozó una buena parte del edificio. Suerte que estábamos apartados de la ciudad y nadie pudo enterarse. Pero seguro que alguien ha notado la explosión. Pero lo peor de todo, es que no pude hacer nada para ayudarla. Antes de que mi padre entrara en la sala de observación, quise prepararle una trampa, para detenerlo, pero él fue más listo que yo y no sé muy bien como pasó… pero me inmovilizo y me inyectó algo, porque no podía mover ni un músculo. Solo pude contemplar lo que tenía delante y esos recuerdos me torturan, no pude hacer nada... Recuerdo a Ainara sostenida por uno de los paneles, aferrarse a la vida como podía. Hasta que se soltó… y todo eso por culpa de mi padre. Él fue quien le hizo eso. Él pagará las consecuencias. Y yo me vengaré. Por Ainara.

Cuando por fin consigo levantarme, me decido a hacerle una visita a mi supuesto padre. Me quedo un instante detrás de la puerta, meditando que es lo que voy a hacer o lo que voy a decir. Pero decido no pensármelo mucho e improvisar. Abro la puerta sin llamar y entro. Él está tumbado en la cama, tiene heridas por casi todo su cuerpo. Aún tiene algún cristal incrustado en su piel. Me siento en el borde de la cama, esperando a que se despierte. Al no hacerlo al momento, lo zarandeo.

-      ¿Dónde…? ¿Qué ha pasado? – se lleva una mano a la cabeza.

-      Como si no lo supieras… - murmuro – Has provocado la destrucción de un edificio, y lo más importante, has matado la persona que amaba en este… estos mundos.

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