Ella era libre. Y yo una esclava. De la ilusión de su risa, del delirio por sus besos.
Ella cerraba los ojos mientras se recostaba contra su asiento, y yo sólo podía suspirar deseando que, a quien viera tras sus párpados, fuera a mí misma a su lado.
Oí su voz en la distancia, lejana. Pero fue suficiente para que resonara en mi alma. Quería cerrar los ojos y memorizar la melodía de su voz. Pero mis pies siguieron caminando por el miedo a que me encontrara paralizada en medio del pasillo.
La vi mirarme. Curiosidad, timidez y recelo reflejado en sus ojos, todo a la vez. Sólo fueron unos segundos. Luego ambas seguimos nuestros caminos en direcciones opuestas. Y no la he vuelto a ver desde ese día.
Tal vez somos la cara y cruz de una misma moneda. Y como éstas, que nunca se encuentran. Dándonos la espalda cuando nuestro instinto nos dice que no somos tan distintas.
Desde entonces me siento en el mismo sitio. Preguntándome si algún día tendré el coraje de decirle que su mirada es lo más cautivante que he visto nunca.
18.12.2016
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❝Cartas a una extraña❞ [POESÍA]
ПоэзияHola extraña, ¿cómo te llamas? Disculpa por hablarte de la nada. Pero llevo un tiempo viéndote pasar, y desde el principio te quise hablar. Y es que... La metáfora es el arma del poeta, y su musa el pincel que al pintar se asemeja al ápice de la bel...