... te conozco...

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Llevaba días sintiéndome observada, sabía que alguien me estaba siguiendo, por eso odiaba este intercambio, tomando en cuenta que estaba en una academia en Siberia en la que la gente me miraba raro "la princesa esto... la princesa el otro" escuchaba decir sin parar, estaba cansada, por extraño que parezca extrañaba St. Vladimir... de acuerdo también odiaba esa escuela llena de mierda real que creían ser mis amigos solo por ser de la misma clase pero al menos ahí no parecían a punto de colocarme una alfombra roja al pasar, esa sensación regreso, al fin sentí el lugar del que provenía, detrás de unos árboles un hombre me observaba, fingí no darme cuenta, seguí mi camino ignorando ese evento, debería darme miedo supongo pero en vista de mi futuro como guardiana tenía que estar atenta.

En cuanto sentí que aquel hombre se alejaba decidí seguirlo, una de las cosas buenas de esta academia es su buena seguridad contra los strigoi pero pésima contra los alumnos que decidimos escapar de vez en cuando, lo hice con sigilo hasta un lugar de aguas termales, estaba bien oculta y tenía una buena vista del hombre, era perfecto, su piel un poco quemada (extraño dado el lugar en que nos encontrábamos) el cabello al hombro, oscuro y brillante, su cuerpo... (este era el momento en que sabia tenía que largarme pero... ) quito su ropa dejando al descubierto un muy trabajado cuerpo, era un sueño hecho hombre, de pronto mi mente comenzó a imaginar cómo sería que ese tipo me tocara... me concentré en lo importante, este hombre me estaba siguiendo y por la ropa que usaba seguro era un rebelde así que tenía que averiguar cuáles eran sus intenciones. Yo llevaba dos largos años intentando convencer a mi abuela de llegar a acuerdos con ellos, no me agradaba la manera en que los usuarios de espíritu eran satanizados ni cómo se habla incluso de la horca para los rebeldes, sin embargo el consejo y mi abuela eran tajantes 'cero clemencia' aunque en las ultimas conversaciones parecía a punto de ser más flexible así que había posibilidades de cambiar la situación.

Los días pasaban y otra vez ese hombre seguía observándome, sabía que era algo enfermo pero de una manera extraña era excitante... admito que si fuese otro seguramente ya lo habría golpeado y mandado al hospital sin embargo al ser ese dios... bueno simplemente no me importaba. Fui a mi habitación a descansar un rato pues el entrenamiento me tenia muerta. Iba pasando por una zona de habitaciones vacías - tu eres Rosemarie -

- Rose - aclare

- escuche que estas abogando por la introducción de los usuarios de espíritu a la sociedad y el perdón de los rebeldes - me gire

- así es - este tipo era mucho mayor y jamas lo había visto, era un moroi eso estaba claro

- es un lindo gesto - camino hacia mi - eres muy guapa - di un paso atrás - no te alejes, sígueme - mi mente decía "alejate" pero mi cuerpo y otra voz me decía "siguelo" - vamos, entra - eso hice - quítate la blusa - obedecí, quería resistirme pero mi voluntad estaba en ceros, era un usuario de espíritu - esto es para que aprendas que los usuarios de espíritu somos escoria y que abogar por nosotros sólo traerá destrucción y mal a tu gobierno - me beso empujandome a un sillón y como si nada comenzó a tocarme, no podía permitirlo - cada vez que pienses en ayudar a la gente como nosotros recuerda que somos malos, somos crueles y recordarás que yo abuse de ti - recupere un poco de mi consciencia, no sé como solo la voluntad regreso, lo golpee en la entrepierna y salí corriendo de ahí. Entre tropezando a mi habitación, comencé a llorar ¿eso era lo que yo defendía a capa y espada? ¿Eso era lo que defendían los rebeldes? Un ruido me hizo voltear a la ventana, el hombre que me seguía a todos lados estaba delante de mí, avergonzada limpie mis lágrimas ¿él también quería hacerme daño? Ese pensamiento, por estúpido que parezca, me hizo llorar nuevamente, se acercó a mí, su mirada me indicaba compasión, sin más me abrazo mientras yo me rompía en sus brazos ¿como termine llorando en los brazos de un desconocido?

— no llores — la voz fuerte y gruesa... la dulzura con la que hablo, causaron una sensación eléctrica en mi piel — no sé cuál sea el motivo pero una mujer como tú no debe llorar — su acento ruso hizo que levantara la vista, tenía unos ojos color chocolate tan hermosos, suaves y tiernos, contrarrestaban con la dureza de sus rasgos masculinos, lo mire como un cachorro perdido. Estaba por hablar nuevamente sin embargo tocaron la puerta, me miró como si esperara que lo acusara mas, nuevamente actúe contra la lógica

— ¿que sucede? — dije como si estuviera dormida

— princesa Hathaway se ha informado de posibles intrusos en la academia — mire al hombre — se les exhorta a cerrar perfectamente sus habitaciones, no salir del complejo y avisar de cualquier anormalidad —

— de acuerdo —

— si gusta se enviará a algunos guardianes para su protección —

— ¡no! — mierda, hable más fuerte de lo normal — no es necesario, es mejor que se mantengan con los demás y vigilen a todos, no es bueno centrarse en un solo alumno —

— como ordené — lo escuche alejarse, en este punto no había notado que sus manos, grandes y tibias seguían en mis brazos, volví mi atención a él, mi respiración estaba descontrolada, mis latidos de igual manera, pude notar que estaba igual que yo

— ¿por qué me has seguido? — al fin pregunte, sonrió, esa era una sonrisa de ensueño

— por la misma razón que te llevo a espiarme — se dio cuenta... no pude evitar sonrojarme, me repuse como pude

— yo lo hice porque quería saber quién estaba siguiéndome como enfermo por el campus — volvió a sonreír aunque note que estaba un poco apenado e igual que yo lo oculto

— ¿segura que es eso? — dios, ese tono de voz me iba a matar, lo mire retándolo y sintiendo su respiración tan cerca, solo necesitaba un movimiento leve para besarlo y lo deseaba de verdad — porque yo creo que te gustó lo que viste ese día — maldito engreído

— ¿y lo que ves no te gusta? — lo rete tomando en cuenta que traía una blusa blanca de botones que no termine de cerrar después de mi lamentable encuentro, los tres botones superiores estaban libres dejando al descubierto mi pecho y mi sostén, él tenía buena vista de ello, lo dije suave, casi como una invitación pues su comentario anterior me había puesto en un juego de quién le gusta a quien, era estúpido lo sé, pero el ser descubierta espiándolo mientras se bañaba no era algo que me agradará. Su mirada se perdió en mi pecho y subió de nuevo a mis ojos

— debo admitir que me encanta pero me encanta más esto — colocó su mano en mi mejilla y señaló mis ojos, eso me hizo sonreír no obstante eso murió cuando lo sentí más cerca de mi rostro, sin pensarlo me besó, no supe porqué, no supe nada solo que la calidez de sus labios era maravillosa, no pude más que poner mis brazos en su cuello para tenerlo más cerca, me levanto haciendo que enredara mis piernas en su cintura, sentí un leve temblor en mi cuerpo, me llevó a la cama, se alejó un poco para observarme y terminar de quitar la blusa, pasó sus manos por mi vientre, cada roce me hacía estremecer, me quito el pantalón, me gusto como me miró, era como si viera la luz por primera vez, volvió a besarme, no supe en que momento salió el resto de la ropa solo sentí el momento en que se colocó en medio de mis piernas, se detuvo un poco, estaba excitado y más que eso, podía verlo en sus ojos por eso no entendí el porqué de su duda — ¿haz estado alguna vez con alguien? — negué con la cabeza un poco avergonzada — ¿estas segura de querer estar conmigo? — asentí temblando nuevamente, de verdad moría por estar entre sus brazos, no entendía porque moría por estar con este desconocido pero así era, además ya no había ropa de por medio entonces... volví a asentir, cerró los ojos y continuó besándome, pasó sus labios por mi cuello, y cada uno de mis senos, gemí despacio, me besó nuevamente, sentí como poco a poco comenzó a entrar, chille un poco por el dolor, me aferré a su espalda, volvió a besarme y poco a poco comenzó a moverse, lo hizo despacio hasta que el dolor cedió un poco, simplemente me encantó, sus besos, sus caricias, sus miradas que me decían que era la cosa más bella del universo, cuando todo terminó se dejó caer en mi pecho, se escondió en mi cabello, no dijo nada solo se quedo quieto, poco a poco el sueño me venció.

Desperté sola, no había ni una señal del hombre con el que había estado, ni un mensaje, nada, sentí tristeza — serás estúpida — me regañe delante del espejo — ¿esperabas que te hablara del amor a primera vista y te pidiera huir con él? — lo terrible es que sí lo esperaba — mierda... Rosemarie... estas mal, te acostaste con un desconocido — uno al que no volvería a ver y lo terrible del caso es que no me arrepentía.

Academia de vampiros - realidad BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora