El comienzo

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Narrador omnisciente.

Alice se encontraba en un vagón de tren, yendo a su universidad. De repente, entra un chico alto, de pelo castaño y ojos miel. Era Piers Nivans, un estudiante de la academia militar de élite.

Piers, se sentó frente a Alice. Eso le llamo realmente la atención a ella, fue un flechazo directo. Pero ella se sentía insegura, no creía que a él le fuesen a gustar las chicas como ella. Y ella pensaba:

Alice: Si fuera más linda, o inteligente... Si fuese como las chicas de las revistas... Tendría el valor de hablarle para ver que pasa. Se sienta en frente, y no se da cuenta, todo lo que me causa...

Al ver la indiferencia del muchacho, se sintió muy triste. 

Y los días pasaban, de estación a estación, iba y venía el silencio. Él tenía la costumbre de sentarse en frente de ella... Y solía mirarla frecuente. Pero la muy distraída no se daba cuenta.

Hasta que un día lo encontró mirándola con una disimulada sonrisa. El castaño inmediatamente apartó la vista y dio un pequeño suspiro. Ella se desanimó un poco.

Pero esto se repitió, cada vez la sonrisa era menos disimulada y sus movimientos eran bruscos. Una vez, ella no se resistió y soltó una pequeña risita. Él la miró un poco asombrado, pero luego eso cambió. De un momento a otro la estaba haciendo reír con gestos ridículos. En eso, le sacó conversación.

Piers: Y... ¿Cómo te llamas?

Alice: Alice, ¿Y tú?

Piers: Piers, mucho gusto señorita.

Alice: Mucho gusto.

Piers: Y, ¿A dónde viajas?

Alice: A mi universidad, ¿A dónde vas tú?

Piers: A mi academia militar.

Alice: Con que futuro soldado...

Piers: No es por alardear, pero soy el mejor de mi clase.

Alice: Que bueno...

Y así siguieron conversando hasta que llegaron a sus destinos. Antes de despedirse se pasaron sus números y arreglaron para reunirse a tomar un café.

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