CONFRONTACIÓN—¡De ninguna manera te dejaré! —el grito que mi padre dió, me tomó por sorpresa.
Traté de contener las lágrimas que amenazaron con salir como grandes torrentes de mis ojos ya dilatados.
Respiré hondo con el firme propósito de calmar los erráticos latidos de mi corazón, que en ese momento, se partió en miles de fragmentos ante la postura de negación que mi padre insistía en tener.
—¡Tengo derecho! —me atreví a desafiar a la autoridad de mi hogar. Mi padre podría ser el mayor jerarca de la ciudad, pero eso no le daba el derecho a tomar mis sueños y hacerlos añicos.
—No es una propuesta —los ojos de mi padre solían tornarse negros cuando estaba molesto—, es una orden Kaya —arremetió firme.
—Entonces me iré por mis propios medios —me arriesgue a contraatacar, de alguna manera quería que él comprobará mi determinación.
Aunque mis manos temblaron ante lo sucedido, no me dejé amedrentar ante su constante negativa, tenía un gran propósito y no lo echaría a la basura sólo por que él no lo comprendía.
Tomé un pequeño mechón de mi cabello y lo coloqué detrás de mi oreja, de alguna manera creía que si hacía aquel gesto me vería más decidida y demostraría un poco de poder ante lo sucedido.
La carcajada que mi padre soltó ante mi respuesta, retumbó en cada esquina de la enorme habitación donde manteníamos nuestra discusión.
Todo mi cuerpo vibró en ese instante, aunque ya estaba a punto de derrumbarme, y dejar que mis emociones tomarán el control.
—Pobre hija mía, no serías capaz de mantenerte en pie por tus propios medios —respondió, mientras se acerco a mi con aquella mirada y porte desafiantes tan característicos de él. Se detuvo a un paso de mi rostro, pude sentir su aliento rozando mi nariz. Él era mucho más alto que yo; me miró un segundo y entonces susurró—: eres una buena para nada, al igual que tus hermanas. ¿A caso crees que tomar fotografías todo el día, te dará para mantener el estilo de vida que llevas? —el hombre al que de alguna manera debía llamar padre, se alejó de mi con una mueca de satisfacción en su rostro— eres ingenua Kaya.
—Buscaré la manera —ni siquiera pensé mi respuesta, simplemente dije lo primero que vino a mi mente. Él me aterraba bastante, pero no estaba dispuesta a dejarlo ganar.
Al notar que su comentario no me afectó en lo absoluto, su cuerpo se puso rígido y apretó sus puños muy cerca de su cuerpo, sus facciones se endurecieron aún más. Nunca imaginé que lo llegaría a desafiar de aquella manera, nuestra relación nunca fue la de un padre con su hija, tan sólo nos limitabamos a coincidir en la enorme casa que compartíamos, ni él se interesaba en mis asuntos ni yo en los suyos. Fue por eso que no entendí el por qué de su inoportuna decisión. De una manera equivocada pensé que para él sería bueno deshacerse de mi como lo hizo con mis hermanas, pero, su postura tan desconcertante me abrumo.
—A partir de este momento queda cancelada cualquier tipo de ayuda de mi parte para ti —al fondo de la habitación se escuchó, el grito horrorizado de mi madre, quien sólo pudo ser espectadora ante el desafío de su hija a su padre.
Por un segundo, casi desistí de mi terquedad al escuchar aquello, jamás había trabajado en mi vida. Nunca había necesitado de un trabajo para sobrevivir, siempre obtenía lo que quería cuando lo pedía, por supuesto que me sería difícil tomar las riendas de mi vida, y claro que tendría que encontrar la manera de ganar dinero para no morir de hambre, pero tenía un sueño, una meta y tendría que buscar la manera de llevarlo a cabo, aunque eso significara el desinterés y desapruebo de mi progenitor.
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Hermosa Destrucción©
General FictionTus ojos otorgan el resplandor que obliga a mi oscuridad a desvanecerse...