Capítulo 3 - Los Jóvenes de Richard

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La tarde se pasó rápido entre charlas y galletas. Anna nos contó que había estudiado pastelería y que estaba por abrir su propio local justo en frente de nuestro edificio.

También nos dijo que tiene 25 años y vive su novio, un veterinario llamado Jackson.

-Les va a encantar Jackson. En realidad creo que les va a encantar la mayoría de la gente en este edificio- dijo nuestra nueva amiga.- Bueno, sin contar a ese viejo raro y malhumorado del segundo piso. Es mejor no tener mucho contacto con él. Pero vas a amar a los demás.

-Estoy segura de que me va a encantar conocerlos- respondí-, aunque no se durante cuánto tiempo vamos a quedarnos. 

-¿Por qué? -preguntó con la boca llena de chocolate- pensé que esto era algo definitivo.

Le expliqué que esa era la idea, pero que todo dependía de si encontraba algún trabajo cuando terminara con mi suplencia en la escuela.

-¡Conozco muchísima gente! -exclamó- Estoy segura de que puedo ayudarte a encontrar algo. ¿Exactamente a qué te dedicas?

-Toco el piano, y me gustaría poder vivir de eso. Si bien en la escuela enseño música tiene que ver más con teoría, y no tanto que ver con el instrumento que a mi me gusta.

-Bueno, conozco algunos músicos. Estoy segura de que podrán guiarte un poco mejor que yo, no tengo problema en presentártelos. Uno de ellos vive en este mismo edificio. Es de ese grupo que quería presentarte.

-No quiero ser ninguna molestia. Acabo de llegar, no se si es momento para andar pidiendo favores -le respondí- Ni siquiera me conocen.

-Bueno, exactamente por eso es que tengo que presentártelos. Deberíamos hacer una cena todos juntos. Para que conozcas a los Jóvenes de Richard.

-¿A los qué de qué? - preguntó mi hermano, que se había mantenido callado hasta ahora.

-Así es como nos llamamos a nosotros mismos, los jóvenes de este edificio que nos hemos hecho amigos.

-¿Y por qué de Richard?

-Richard es el portero -dijo como si fuera obvio.

-¿El que tiene como 150 años? -preguntó Lucas- eso no es ser joven.

-Bueno, no -dijo Anna- pero es joven en el alma. Y siempre fue muy bueno con nosotros. Pero lo importante acá es que tienen que conocerlos a todos. El viernes vamos a cenar en mi departamento. Nosotros, Jackson, Sofia, Danielle, Chad, Jason, Emma y Matthew.

-Mientras haya chicas y comida, cuenten conmigo -decretó Lucas.

-Bueno, yo también voy. Gracias por invitarnos, a pesar de la obvia falta de modales de mi hermano.


Para cuando Anna se fue, ya estaba anocheciendo. Lucas estaba en su computadora buscando empleos disponibles en la zona y yo aproveché para ir a comprar algunas cosas antes de que cierre todo.

Cuando estaba yendo para el supermercado pasé por un local de música, y no pude resistirme a entrar y ver qué tenían. Además, necesitaba comprar hojas pentagramadas. Quién sabe, quizás hasta me inspire y pueda componer alguna canción.

-Buen día- saludé con una sonrisa al hombre que se encontraba en el mostrador. -Estoy buscando hojas pentagramadas.

-El sólo asintió con la cabeza y sacó lo que le había pedido de un estante que estaba detrás suyo.

Las depositó sobre el mostrador y me señaló el precio, sin decirme ni una palabra.

Bueno, pero que persona más simpática.

Saqué la billetera para pagarle y mientras buscaba el cambio lo observé atentamente por primera vez desde que había entrado al negocio.

Parecía de unos 25 años, tal vez un poco más. Tenía el pelo despeinado, de un color marrón claro, y los ojos más azules que había visto en mi vida.

Me forcé a mi misma a quitar la mirada de uno de los rostros más hermosos que alguna vez había visto y la posé en las monedas que me estaba entregando.

-Gracias- murmuré, sabiendo de antemano que no iba a obtener respuesta, y me fui de la tienda.

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