Capitulo 17

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A la mañana siguiente me levanto muy temprano, no quiero hacer enojar a mi padre. Pido un taxi y me pongo en camino hasta el despacho de mí padre, con dos objetivos. Unos es hablar con mí padre sobre mí madre y la segunda, por nada del mundo encontrarme a Alonso.

Como tengo una excelente suerte, lo primero que veo al bajar del taxi es a Alonso, y no va solo sí no con Lucía. Sonrió amable y ellos me devuelven el gesto, pero la mueca de preocupación que pone Alonso llama mí atención, pero decido ignorarlo. Camino hasta la oficina de mí padre y abro sin tocar, después de todo soy su hija.


—Pero qué modales—exclama mí padre en cuanto tomó asiento enfrente suyo, sonrió.

—Aprendí del mejor, ¿Para qué me ocupas?—pregunté sin rodeos, no quería estar aquí mucho tiempo.

—Seré claro ____—habló él y por el tono de voz qué utilizó creo que no será nada bueno, sin embargo toda mí atención está en él—Quiero desconectar a tú madre—habló serio, tan seguro qué lo que decía tenía razón.


Mí madre, Margareth, estaba en coma desde qué encontró a mí padre con otra mujer en su cama. Cómo lo había mencionado antes, yo había visto todo. Como esa mujer aventaba a mí madre por la escaleras y después fingía no saber nada de lo sucedido, mientras yo guardaba claramente esa imagen en mí mente, desde entonces mí madre no ha despertado. Su golpe había sido tan fuerte al golpearse contra el suelo, que le provocó que entrar en coma una semana después de que estuviera en terapia intensiva, en el hospital. 

Mí padre desde entonces sé hacía cargo de todo lo relacionado con el hospital, pagaba las cuentas de las mensualidades, los cuidados estrictos hacía Margareth y les pagaba a las enfermeras que doblaban o hacían tiempo extra, hasta que alguien llegara para cuidar de ella. Había dejado de ir al hospital a mis dieseis años,justo cuando le conté todo a mí padre y a él le resulto fácil correrme de casa, entonces fue ahí cuando entre al Burlesque.


—¿!Pero qué estúpides estas diciendo!?—grité eufórica mientras me ponía de pie—¿Qué te ha hecho ella para qué intentes desconectarla?—volví a preguntar más calmada, pero aún así los nervios de saber qué perdería a mí madre me daban ganas de llorar—!Qué ya te lavó el cerebro, esa rubia mal teñida qué tienes como amante! ¿Estas loco?—sabía qué esto llegaría en algún momento, pero nunca pensé que fuera tan rápido.

—!Más respeto ___! !Sólo estoy diciendo qué ya es tiempo de qué la desconectemos—negué con la cabeza y él bufó cansado—!Han pasado tres años, tenemos qué dejarla ir en algún momento!—gritó molesto, pero ahora la molesta era yo.


¿Dejarla ir? Es mí madre y por nada del mundo la dejaría morir, no puedo. Mí vida era un asco, trabajaba en un Club-Bar desde los dieseis años de edad justo cuando mí madre entró en coma. Ella me había llevado a mí primer día de clases, a mí primer clase de Ballet, a mí primer clase de Baloncesto, me había hablado de cuando, cómo y a qué edad llegaría mí periodo, y cuando posiblemente dejaría de ser una señorita y me convertiría en mujer, aunque eso no lo había cumplido ella me había hablado de todo, incluso de lo hermoso que era París, de lo hermosa que se veía el día de su boda con mí padre y como era su parecido con mi abuela, su madre.


—Estas loco sí crees qué dejaré qué hagas eso—hablé con naturalidad, las cuál tomó a ambos con sorpresa—Le diré a Bryan de tu estúpida idea y veremos qué haces—comenté mientras tomaba mí bolso, pero su voz me detuvo.

—Bryan lo sabe—hizo una pausa y puse atención—Y esta de acuerdo conmigo.   


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Perdón por no actualizar seguido, mí móvil se descompuso y no tengo por el momento, así que sé me dificulta un poco.

Gracias por la comprensión, chao.

Mi Bailarina Favorita |Alonso Villalpando| (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora