EL SACRIFICIO

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{RACHEL}

- Gira a la izquierda- le indico a Zeth, que va al volante.
- No, ese camino está lleno de zombies- dice el chico que ha vuelto a colocarse su máscara-. Conozco otro camino mejor.
- ¿Pero sabes llegar?
- Sí, Rach, sé dónde está el Cañón del Colorado- dice este y asiento con la cabeza.
Me vuelvo a la parte trasera, donde se encuentran Kat, Hope y Andrew comiendo alrededor de una pequeña mesa cuadrada.
- ¿Estás segura de que allí estaremos a salvo?- me pregunta Kat y asiento con la cabeza mientras me como unas sardinas.
- Los conozco, nos dejarán quedarnos allí, su guarida es impenetrable- le digo.
- ¿Cómo decías que se llamaban?- me pregunta Kat.
- El equipo Ghost- contesto mirando el paisaje desértico a la luz del día, por una ventanilla.

Pasan las horas y lo único que hago es pensar en la gran cantidad de sangre que tengo en mis manos. Por mi culpa han muerto muchos inocentes, como aquella vez en La Llama. Aún sigo teniendo pesadillas de ello, aunque procuro no pensar mucho, ya he aprendido a dejarlo a un lado y no permitir que me consuma por completo hasta dejarme destrozada.
"Jack. Jack"
Obtengo respuesta segundos después.
"Rachel."
La voz me llega un poco distorsionada.
"¿Por qué no estuviste allí, Jack? Podrías haber salvado muchas vidas"
"Rachel."
De nuevo la voz distorsionada, como si de una radio con poca cobertura se tratase.
"Rachel. No... no puedo hablar. Estoy en problemas"
"¡Jack! ¡Jack, ¿qué ocurre?!"
Espero y espero, sin respuesta.
Siento como ha desconectado su mente de la mía.
"¡JACK!"

- Hemos llegado- anuncia Zeth.
Aún preocupada por lo que le pueda estar pasando a mi primo, salgo para fuera junto a los demás.
- Seguidme- les digo a los demás-. Me reconocerán y nos abrirán las puertas.
Pasamos por un pasadizo que llega hasta su guarida pero algo me sorprende.
Está todo abierto, todas las entradas.
- ¿Hola?- pregunto adentrándome en el interior, los demás me siguen.
Sigo caminando y llamando a todos los integrantes del equipo Ghost.
Pero todo está vacío.
Vacío.
Nada en la habitación donde una vez me quedé durante casi medio año.
Nada en la de Mary.
Deshabitado.
Ni un alma.
Nada.
- ¿Qué hacemos ahora?- les pregunto a los demás, extrañada por la situación.
- Hmm...- murmura Kat observando la cueva, pensativa-. Este podría ser nuestro nuevo hogar...
- Parece seguro- dice Zeth.
- A mí me da miedo este sitio- opina Hope.
- Gallina- le dice Andrew caminando por la sala-. Está vacía pero podríamos llenarla. Aquí no nos pillarán los malos.
- Ojalá tengas razón- murmuro y sonrío ante nuestro nuevo hogar, aunque no dejo de pensar en que Jack está en peligro.

{MARY}

- ¡La situación se descontrola, Tao!- grito por la radio, nerviosa, mordiéndome las uñas-. ¡Llevan dos días atacando sin parar! Han destrozado algunas naves enemigas pero aún nos superan en... en todo... ¡Tenemos que hacer algo!
- Mary- dice Tao, parece tranquila-. Han destrozado cinco grandes comunidades y algunas que otras más pequeñas. No tardarán en atacar Ordos, en dejarlo reducido a cenizas, como han hecho con las demás. Es una masacre pero tanto tú como yo sabemos que esto terminará el día que me entregue.
- ¿Vamos a rendirnos?- le pregunto, confusa.
- No, eso jamás. Pero quieren mi cabeza, eso los detendrá un tiempo- dice seca.
- ¿Qué? No acabo de entender...- digo cada vez más confusa-. ¿No estarás pensando...?
- Lo siento, Mary, ha sido un placer trabajar contigo. Confío en ti, y perdona por lo que voy a hacer...
- ¡No! ¡Tao! ¡Tao!- grito por la radio pero ya ha cortado la comunicación.
Le doy un puñetazo a la mesa, cabreada.
El tiempo pasa y nosotros seguimos perdiendo.
Y si Tao hace lo que creo que va a hacer, lo perderemos todo.
Salgo de la sala y me dirijo, malhumorada, a mi casa, acompañada de mis dos seguratas.
Vuando llego a mi hogar, me encuentro con una pequeña, gran, sorpresa.
Un hombre asiático muerto en el jardín, y dos guardias que retienen a Hana.
- ¿Qué está pasando?- grito-. ¡Soltadla!
- No podemos, señora, es una traidora- me responde uno de los guardias-. Y el otro era un infiltrado que trabajaba para Estados Unidos, lo hemos pillado recibiendo información de esta traidora para luego enviarla a América durante los ataques.
Me quedo boquiabierta, mirando atónita a Hana.
- ¿Hana, es eso verdad?- pregunto con la esperanza de que solo haya sido un malentendido.
Pero la chica no me mira igual que siempre, su expresión cambia a una más sombría, maliciosa.
De repente se echa a reír.
- Y seguías sin darte cuenta de que solo estaba contigo para sacarte información. Si hubieras pensado mejor...- se ríe-. Vamos, una extranjera que llega de repente a Asia, y se acerca a ti cuando empezabas a ser una persona importante. Nada más que tenía que ver tus debilidades, te he manipulado, sí, y gracias a ti vamos a ganar la guerra, sabemos todas vuestras posiciones y puntos débiles. Eres estúpida.
- ¿Qué hacemos con ella, señora Fire?- me pregunta uno de mi escolta.
Inspiro cerrando los ojos, pensando en que esta es la segunda traición amorosa que recibo.
Primero Avril en Yanna y ahora... Hana...
Las dos con el mismo destino.
- Matadla- murmuro abriendo los ojos y me doy la vuelta, alejándome del sitio mientras escucho los disparos y los gritos de Hana que cesan enseguida.
Monto en Mei y cabalgo rápidamente.
Mis dos seguratas no tardarán en seguirme.
Pero no me alcanzarán.
Estoy furiosa.
Más furiosa que nunca.
Llego hasta el gran edificio donde guardamos naves asiáticas.
Monto en una y nadie me retiene, nadie puede retenerme, soy la líder de este lugar.
Pongo el piloto automático y me pongo al mando de las ametralladoras de la nave.
Me pongo en marcha hacia el lugar donde se vio las naves estadounidenses por última vez.
No tardan en seguirme unas cuantas naves más.
- ¡Señora Fire, no tienes permitido abandonar Ordos!- me comunican por radio.
- ¡Soy la líder y voy a hacer esto, no podéis retenerme!- respondo.
- Está bien, pero no estás sola- me responden y sonrío.
Se unen más naves de otros lugares.
Vamos a pararlos.
Vamos a atacar con fuerza.
Con las naves más potentes que tenemos.
En cuanto nos indican la posición del enemigo, hago pilotar la nave hasta allí. No tardamos en verlos.
Todo ocurre muy deprisa. Empezamos a disparar, con las ametralladoras, misiles, bengalas para parar los misiles enemigos, nos atacan y contraatacamos.
Con fiereza. Aunque gastemos mucho material de guerra, pero ganaremos.
Un misil acierta en mi nave, que se tambalea.
Disparo, continúo disparando aunque la nave esté perdiendo el control.
Se activa la alarma de emergencia. Los motores están estropeados. Un último misil y derribo una nave enemiga. Mi nave empieza a caer.
Con dificultad me coloco una mochila y, tras chocarme contra la pared de la nave al tambalearse, salto al vacío.
Activo el paracaídas y me quedo mirando, mientras bajo lentamente, cómo explota mi nave al estrellarse contra el suelo, en el terreno boscoso.
Solo quedan dos naves asiáticas en el aire de ocho que había pero las diez naves enemigas, al menos, están destruidas.
Hemos ganado, aunque hayamos perdido.
Llego al suelo y corro, aún furiosa y sin celebrar la victoria, hacia una nave que ha caído pero no ha explotado.
Un capitán enemigo intenta salir de la nave que está bocarriba, herido.
Me ve y me apunta, débilmente, con un revólver.
Se lo quito de una patada y saco una daga.
- ¡Muere, pedazo de cabrón!- grito y lo apuñalo en el pecho sin parar.
No paro hasta que unos guardias me retienen.
- Se ha acabado, señora Fire, se ha acabado...- murmura y mata al zeta en el que se había convertido de un tiro en la cabeza.
- No- le digo deshaciéndome de ellos y secándome las lágrimas de la cara, causadas por la traición y la guerra-. Esto no ha hecho más que empezar...

Apocalipsis Zeta - Parte 6: Los Cuatro Jinetes Del ApocalipisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora