Capítulo 1

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Yo estaba lejos cuando sucedió. Los hombres dorados del norte vinieron a nuestro valle y mataron a los míos. Los masacraron y pasaron la noche en nuestras camas. Sé esto porque regresé a la mitad de su festín. Al principio sólo vi la luz de mi hogar, y me encontré estando entre ellos antes de darme cuenta, antes de que ellos se dieran cuenta. Por un momento me sentí congelado en mi lugar: entonces corrí.

Me persiguieron con gritos de alegría. Aullidos y gritos salvajes llenaban la noche mientras yo huía de mi hogar destruido. Corrí sin dirección, sólo desesperado por alejarme de los hombres detrás de mí. Los conejos que había atrapado cayeron de mi bolsa mientras yo saltaba de roca en roca, avanzando tan rápido como pude hacia la oscuridad del bosque lejano.

Los pasos detrás de mí desaparecieron. Yo era el más rápido de mi tribu, no había nadie que pudiera atraparme. A mis diecinueve años, seguía siendo el mejor en perseguir y atrapar conejos.

Pero aún había unos pasos detrás de mí.

Seguí adelante, el miedo me llevó cada vez más cerca de los bosques. Los pasos eran más fuertes, acercándose. Yo iba a morir.

No pude ser silencioso, entré en el bosque respirando con mucha fuerza. Él estaba muy cerca ahora y yo podía casi sentirlo en mi espalda. Seguí corriendo porque, aún con mi destino casi asegurado, no deseaba morir.

En el último momento, cuando sentí sus manos rozar las pieles en mi espalda, me giré en un brinco y lo golpee. Conecté el golpe sólidamente aún en la oscuridad, y casi me rompo el brazo. Él era un bruto, una bestia de hombre, un oso, y estaba sobre mí.

Golpee el suelo bajo él, gritando de miedo e ira. Mi tribu ya no estaba y yo no sobreviviría. Grité y arañé su rostro en la oscuridad. Él me golpeó y mi cabeza dio vueltas. Mordí su brazo y él me golpeó de nuevo. Vi oscuridad y una luz cegadora detrás de mis ojos, pero conseguí mantenerme despierto de alguna forma. Quedé aturdido por un momento, pero él me subestimó. Aligeró su agarre, seguro de que me había vencido. Yo tomé su cabeza y la golpee fuerte con la mía. Mi padre me enseñó ese movimiento antes de ser asesinado por el hombre de un solo ojo, el azotador de nuestra gente.

El oso sobre mi gruñó en dolor y falló en sostenerme. Lo empujé tan fuerte como pude. En un momento de debilidad él se movió y yo me tambalee hasta ponerme de pie. No llegué muy lejos, él encontró mi tobillo en la oscuridad y yo volví a caer. Patee hacia atrás y le di, escuché su quejido y sentí satisfacción florecer en mi pecho. Arañó mi pierna y me jaló para acercarme a él. Por un largo momento sólo me retorcí y giré, pero su agarre nunca se aflojó, la calidez de su cuerpo me inundó. Me volví aterradoramente consciente de su excitación cuando su hombría se presionó contra mi cuerpo. 

Cuando él arrancó las pieles de mi espalda conocí un nuevo tipo de miedo. Vi lo que le pasó a los de mi tribu. Ellos gritaron y pelearon y sangraron. Yo encontraba el acto desagradable, ciertamente no había honor en ello, pero también se esperaba que yo participara para probarme digno del mando como mi padre.

Ahora iba a morir debajo de este oso, y él me haría sangrar.

Me retorcí e intenté muy duro soltarme de su agarre, pero era imposible, él era más grande que yo, más fuerte, y ahora que me tenía no había escape.

Arrancó la última de mis pieles y me empujó contra la hierba en el suelo. Cerré los labios con fuerza, no gritaría para él, no le daría esa satisfacción. Abrió mis piernas y buscó entre las suyas para liberar su hombría. Había lágrimas en mis ojos, traicionándome. Agradecí la oscuridad porque así él no podía verlas.

Su primera embestida no dio en el blanco y se deslizó entre mis piernas. Las cerré con fuerza y lo atrapé entre ellas. Por un momento fue exitoso, pero él se liberó. Me las arreglé para esquivar su segundo intento, al tercero casi logra entrar en mí, pero me doblé lo suficiente como para esquivarlo. Se rindió entonces, y sólo embistió entre mis piernas. Estuve agradecido por ello, quizá podría morir sin convertirme en un ergi.

Continuó moviéndose por largos minutos. No pelee como antes pero no coopere. No quería que intentara entrar en mí de nuevo.

Al final él exhaló y terminó, esparciendo su humedad debajo de mí. Tomé ventaja de su pérdida de control para golpearlo de nuevo. Él perdió el aliento mientras yo me escapaba en la oscuridad.

Fui casi libre hasta que los miembros de su tribu nos encontraron. Ellos traían antorchas y sostenían lanzas hacia mí. Intenté calmar mi respiración y estar tranquilo cuando me mataran.

"Sten." Dijo el oso desde detrás de mí. "Sten."

Me giré y lo encaré. Él era dorado como el resto de su tribu, pero más alto y ancho. Su cabello caía de su cabeza en una trenza apretada. Sus ojos eran negros a la luz de las flamas. Mi miraba intensamente, lucía... ¿complacido? ¿satisfecho? No estaba seguro, pero él no estaba enojado por nuestra pelea, ni siquiera después de que no lo dejé hacerse con mi cuerpo.

Ellos no atacaron, pero continué alerta. El oso se acercó a mí, intenté alejarme, pero había muchas lanzas apuntándome. El oso tomó mi brazo y me llevó con él hasta el lugar al que yo solía llamar hogar. Pasé la noche atado a un poste, con frío y asustado, aunque intenté no demostrarlo. En cierto punto uno de ellos me dio conejo, seguro que uno de los que yo había cazado. Comí: conejo no era una mala ultima cena. Desee saber para qué me capturaron. Tal vez planeaban hacer un sacrificio a su dios. Mi tribu solía darle los mejores cazadores a nuestro dios, quemándolos en la hoguera. Ellos estaban muertos en ese momento, obviamente. Parecía que yo no sería tan afortunado.

A la mañana siguiente ellos tomaron las cosas valiosas, la comida y las posesiones que habían pertenecido a mi tribu y comenzaron el camino a su propia base. Fui forzado a caminar detrás del oso, él guiaba a todos con pasos ligeros, confiado, seguro y victorioso. Mis manos estaban atadas, lo que me hacía difícil caminar. Los otros hombres me empujaban y molestaban cuando el oso no estaba viendo. Me hicieron tropezar en mi camino.

Uno de ellos me agarró por detrás, apretó mis cuartos traseros y me hizo saltar cuando uno de sus dedos se presionó en mi entrada. Grité en sorpresa y ellos rieron ruidosamente. El oso se giró justo cuando uno de ellos nalgueaba mi espalda baja. Él gruñó y levantó un brazo hacia ellos. El golpe los hizo caer a todos. Un momento después, yo estaba presionado contra su cuerpo mientras él les gruñía.

"¡Niye! ¡NIYE!" Gritó, moviéndome con él para poder mirarlos a todos. Golpeó su pecho y luego el mío, lo suficientemente fuerte como para lastimarme. "¡¡NIYE!!"

Intenté liberarme, pero su agarre era de acero. El oso se giró y siguió caminando, forzándome a ir con él bajo su brazo. Continuó su camino de esta forma hasta que finalmente me soltó. Los suyos no volvieron a molestarme.

Cavemen // ThorkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora