Capítulo 3

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Los días pasaban y por más que trataba de ocultarlo extrañaba a Dante. No podía olvidar todo de la noche a la mañana, no quería salir con más chicos por el momento. Estaba tan concentrada en mis estudios y en los libros que Amy me prestaba que no notaba los chismes que corrían en la escuela sobre Dante y yo.

—¿Escuchaste el nuevo chisme? —preguntó Amy sentándose a mi lado.

—¿El qué dice que tengo un nuevo novio con dinero y por eso dejé a Dante? — respondí divertida.

—No, dicen que tienes un señor de 40 años como marido y que él te mantiene, ¡oh sí!, y que estas esperando un hijo de él.

—Vaya, cada día se esfuerzan por inventar cosas más idiotas— reí como loca por unos segundos —. Solo espero que mi nuevo esposo de 40 años cuide de nuestros hijos y no me golpeé.

—Yo también espero lo mismo, si no tendré que ir a patear su trasero de anciano. Por cierto, no sabes nada acerca de ya sabes quién.

—Lo último que supe de Voldemort fue que murió en la batalla de Howgarts —miré a Amy que estaba tratando de obtener una respuesta seria —. De acuerdo, no he sabido nada y creo que así está mejor.

—¿Lo extrañas?

—Lo que extraño es que me prestes buenos libros, el último que leí fue crepúsculo y no quiero hablar sobre eso.

—Son de los pocos que quedan en esta biblioteca no es mi culpa que ahora seas una devora libros, tienes que rehabilitarte.

—Necesito nuevos libros Amy, eres buena persona y deberías buscar algunos para mí — guardé mis cosas y me levanté —. Tengo que ir a matemáticas y espero que cuando regrese tengas al menos 10 libros nuevos.

—A la orden— saludó estilo militar y sacó su lengua en señal de burla, reí ante su actitud infantil y salí de la biblioteca.

Últimamente me había refugiado mucho ahí, cada tiempo libre que tenía lo pasaba allí, conocía cada espacio de ese lugar y me hacía sentir cómoda, no quería salir de mi cueva jamás.

Caminando por los pasillos me topé a Dante de cerca, no le dirigí la mirada, pero sentía la suya. Era momento de ser fuerte y no tambalear por su ausencia, quería que, aunque me estuviera muriendo de ganas por estar a su lado podía seguir adelante y paulatinamente iba a superarlo.

Pero Dante tenía otros planes y se puso justo delante de mí obstruyendo mi paso.

—Sé que no quieres si quiera verme a los ojos y lo entiendo. Sé que hice mal y tienes derecho de odiarme, pero solo quiero dejarte en claro que jamás jugué contigo, admito que fui un cobarde y que no debí estar contigo y con Mariana a la vez, pero, todo lo que te dije fue cierto, te amo y te seguiré amando. No quiero que me perdones, lo tengo bien merecido, solo te pido que leas esto, si quieres quémala. Te prometo que no volverás a saber nada de mí.

Me entregó un sobre y por alguna estúpida razón lo acepté, Dante trató de sonreír se detuvo un poco mirándome, se acercó a mí, me dio un beso dulce en la mejilla y después se fue.

¿Qué se supone que haría?

¿Cómo lo olvidaría si con un simple encuentro lograba mover todo en mí?

Te perdíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora