Capítulo 4

180 25 8
                                    

Ni siquiera me di cuenta que había regresado a la biblioteca.

Entré desconcertada, no sabía si quería leer la carta de Dante o no.

No sabía lo que iba a encontrarme, no quería más sorpresas.

Pero no podía vivir con la duda de no abrirla.

Amy estaba a punto de irse cuando llegué.

—Creí que en este momento estarías viendo funciones trigonométricas —se burló un poco.

—Tuve un encuentro que desvió mi camino— le mostré el sobre y la miré con miedo.

—Ese maldito, como se atreve. No puede pasar como si nada y andar dejando cartas a sus ex novias como si nada. Eso debería ser un delito. Ese hombre merece pena de muerte—exclamó enojada, tomó el sobre y me miró fijamente—. ¿Quieres que la queme o la tire?

—No, quiero leerla —dije con seguridad.

—Bueno, entonces al diablo con historia. Esto es más emocionante que la segunda guerra mundial.

Amy y yo nos sentamos en un sofá café de la biblioteca. Me entregó de nuevo el sobre y lo aprecié por unos cuantos segundos. Inhalé una bocanada de aire y lo abrí.

Eran dos hojas, dobladas a la perfección en un rectángulo. La tinta era negra y sé que eso era irrelevante, pero una parte de mí no quería empezar a leerla.

Me armé de valor para poder iniciar. No eran nervios ni era miedo. Era la sensación de cuando una herida se vuelve a abrir. No importa que tan vieja o reciente sea, lo fundamental era la profundidad. Y la que había dejado Dante en mi era demasiado profunda.

"Para Romina:

Hola, no sé cómo empezar, así que iniciaré deseando que estés bien. Quizás a este punto tengas muchas dudas e inquietudes. O quizás estés en proceso de olvidarme. Pero no ha pasado mucho tiempo y mi espero que aún me tengas presente.

Todo lo que dijiste aquel día era cierto, m intención no era dañarte ni jugar contigo, pero, cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo ya era demasiado tarde.

No compensaré jamás lo que te hice y no te suplico perdón, porque sé que tu odio e indiferencia me lo merezco. También sé que eres una buena persona y que no quieres rencor en tu vida así que quiero que sigas adelante y cumplas tus sueños, yo ya no estaré ahí para verte triunfar.

Esta mañana planeé acercarme de nuevo a ti, no con el fin de volver a estar juntos, solo quiero ser tu amigo, quiero escucharte, estar cerca de ti y llevarnos bien como antes.

Cuando recién entramos a la preparatoria éramos buenos amigos, ¿lo recuerdas? Quisiera volver a esa época, te amé y te amo como a nadie, pero tal vez nosotros no estamos destinados a ser una pareja como tal.

No quiero que te quedes con los momentos amargos y tristes que viviste conmigo. Solo enfócate en lo bueno, en las risas, las sorpresas, esos pequeños detalles que te hacían feliz.

Tu siempre fuiste lo mejor y te merecías el mundo, aun no comprendo porque no traté de dártelo.

Ahora me doy cuenta que cometí un gran error, te herí y eso, Romina siempre lo tendré presente.

Desafortunadamente el destino tiene otros planes para mí y son fuera de tu vida. Al llegar a la primera clase, quería correr a tu salón y hablar contigo, pero el director me mandó a su oficina. Al parecer no lo logré, no me graduaré de prepa.

La noticia me cayó como un balde de agua helada, solo quería decírtelo no tengo a quien más contárselo.

Espero que sigas tu camino con esa sonrisa que te caracteriza, eres la mejor persona que he tenido el gusto de conocer. Soy un estúpido al dejarte ir así de fácil, pero no tengo como enmendar mi error, sé cuándo aceptar que perdí y retirarme.

Te amo y no creo dejar de hacerlo, no tan fácil.

No sé si nos volvamos a ver, espero que el destino nos tenga algo preparado a futuro.

Sabes que si quieres hablar o tienes algún problema puedes llamarme, mi número siempre será el mismo, tendrás a un amigo que te apoye, porque yo te prometí que estaría contigo en las buenas y en las malas y yo no rompo mis promesas.

-Dante. "

Cuando terminé de leer una parte se desprendió de mí.

Antes sabía que al menos Dante estaba bien, le veía de lejos. Pero ahora, ya no podría.

Traté de contener las lágrimas, pero Amy me abrazó y rompí en llanto.

Por más que intentara ser fuerte tenía que admitir que eso había dolido, sentía una opresión en el pecho que me dificultaba la respiración, mi corazón latía más rápido, lo podía sentir, mis ojos empañados trataban de controlar las lágrimas. Pero era imposible.

Dante se había ido, aun no me hacía a la idea de que no podíamos estar juntos, de que me había engañado y ese era nuestro estúpido final después de una larga historia de amor.

Sé que todo llegaba a un fin, pero este iba a hacer el nuestro ¿así? ¿con una carta?

—¿Estás bien, Romi? —rompió el silencio después de unos minutos.

—No lo sé Amy, él se va, lo extraño— admití—. Me duele.

—Sé que te duele, eso te hace humano, tal vez no pueda hacer nada para remediar las cosas, pero eres mi amiga y te quiero.

—Muchas gracias- sonreí levemente—. ¿Crees que deba quedarme la carta?

—No lo sé, podrías quemarla y quedarte solo con las cartas lindas y cursis.

—El jamás me di una carta, esta es la primera y la última al parecer.

—Eso es lo más triste que te he escuchado decir, amiga no quiero que estés así. Conservaras esa carta porque es lo único que te queda de él, la leerás hasta que te duelan los ojos y cuando sea el momento te desharás de ella ¿de acuerdo?

—¿Crees que debería escribirle algo?

—Puedes escribir mil cartas, una historia de miles y millones de palabras, pero Dante no tendrá el privilegio de leerlas, solo será para desahogarte. Es lo mejor Romi, ese hombre te hizo mucho daño, tienes que salir adelante.

—Sé que me voy a recuperar, siempre lo hago con todo, pero esto duele.

—Lo sé me lo has dicho sin fin de veces, pero adivina que conseguí para ti—mencionó interesada.

—No me digas, la secuela de crepúsculo—bromeé y Amy hizo una mueca—. Mentí, dime ¿qué conseguiste?

—Te compré una edición especial del principito. Era para tu cumpleaños, pero creo que te adelantaré la sorpresa.

Amy había recordado cuanto amaba ese libro, su regalo fue muy especial para mí, traté de recordar las sorpresas que Dante me había dado y mi mente se quedó en blanco. Jamás hubo rosas, citas, chocolates, nada.

Una parte de mí se rehusaba a olvidarlo, pero me daba mil motivos para hacerlo.

Te perdíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora