Existen días en los que quisieras desaparecer por completo y borrar toda tu existencia, cambiar cosas en tu vida y solucionar algunos errores. Lamentablemente eso no era posible en la realidad y teníamos que vivir con nuestro miserable ser.
Las ganas de comer o hacer cosas cada día iban disminuyendo, extrañaba mucho a Dante para ser sincera.
Era mi primer amor y se había llevado una parte muy importante de mí. Una parte que jamás iba a recuperar por más terapias o más relaciones que tuviera.
Es extraño como todo cambia de la noche a la mañana, estaba tan acostumbrada a él, su aroma, presencia, su compañía, que el no tener ninguna me sentía vacía y necesitaba de él a mas no poder.
Es una sensación extraña el sentir tener todo y quedarte en ceros, aún no entendía que había hecho mal y sentía la necesidad de verlo y besarle una vez más.
Me levanté sin muchas ganas como de costumbre, sentía un presentimiento especial y no sabía que esperar de esto.
Me miré al espejo y traté de sonreír me veía mucho más flaca que hace unos seis meses, abajo de mis ojos estaban unas notables ojeras, mi cabello estaba casi a la altura de mi cadera. En pocas palabras parecía una zombie.
Tomé una ducha de cinco minutos, no perdí tiempo en pensar cosas absurdas en la regadera. Tenía ganas de cambiar, de dejar de sufrir por Dante y su futuro hijo.
Tenía ganas de sacar a pasear a mi perro y leer un rato en el parque, así que elegí algo de ropa cómoda, esperé a que secara por completo mi cabello, lo cepillé y lo trencé de lado.
Me quedé mirando a Simba, era un labrador de 3 años, super cariñoso y fiel. Se tiraba boca arriba para que rascara su pancita. Mi único apoyo los últimos meses eran él y Amy.
Tomé a Simba de su collar y le puse la correa, tomé un buen libro y salí con mi hermoso acompañante.
Caminamos un par de cuadras hasta llegar al parque favorito de Simba, donde podía correr y jugar con otros perros.
Me senté en una banca que estaba bajo un árbol y tenía una buena vista de todo el lugar, le quité la correa a Simba y lo dejé correr libre.
Comencé a leer mi libro entusiasmada, era el primero que leía de H.P Lovecraft. Pasaron un par de minutos y empecé a sentirme algo incómoda, sentía como si alguien me estuviese observando, miré a todos lados tratando de encontrar la razón.
Miré hacia la puerta del parque y vi a Simba jugando con un extraño, no quería ser grosera pero tenía miedo que le fueran a hacer algo a mi querido perro, tomé mis cosas y me dirigí hacia ellos.
— Disculpa a mi perro, le gusta jugar con extraños— dije llamando su atención.
— Parece que Simba me recuerda.
Sentí como por un minuto mi corazón se detuvo para volver a latir más fuerte de lo que jamás lo había hecho, mi respiración se hizo más lenta y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Esa voz que había esperado escuchar durante meses por fin la había encontrado. Él se dio la media vuelta y me miró como tonto.
— Dante— fue lo único que alcancé a decir.
— Romina, tu... te ves tan linda— dijo nostálgico.
— Es hora de irme— dije sin asimilar nada aún— .¡Simba!— lo llamé y atendió a mi voz.
Le puse la corea lo más rápido que pude y traté de salir de esa incómoda situación pero, me fue imposible. Dante me tomó del brazo y me acercó hacia él. Me atrapó en un abrazo al que los dos correspondimos, sentía como su corazón estaba tan acelerado como el mío, sus piernas flaqueaban y tenía una mirada perdida en mi rostro. Sus brazos me rodeaban tan fuerte y sentí como si el tiempo jamás hubiese pasado.
— No te vayas, te he buscado todo este tiempo.
— Dante, esto no está bien.
— ¿Por qué no? ¡Somos como almas gemelas!
— Tu tendrás un hijo, tienes que hacer tu vida.
— Que tenga un hijo no significa que tenga que cerrarme al amor, fui un idiota y cometí un error, pero el bebé que espero no tiene la culpa de nada y sería absurdo que renunciara a ti por él o viceversa.
— Tengo que irme— repetí.
— Déjame invitarte un café, algo. Quiero hablar contigo, lo necesito, enserio.
— No podemos salir por un café como si nada, Dante. Nosotros no podemos ser amigos o conocidos, es solo una coincidencia encontrarnos aquí, no significa nada.
— No, esto no es una coincidencia, ni es el destino. Anoche tuve un sueño acerca de ti, te vi con un uniforme de medicina y una hermosa pancita de embarazada ¿sabes qué tan perfecto fue para mí? Tuve que renunciar a mis estudios y trabajar, tuve que alejarme de ti para entenderme a mi mismo. Y cuando entendí todo por fin tuve el sueño perfecto.
— Dante, no sigas. tengo que irme— insistía.
— Deja de ser tan terca, Romina. ¿Sabes que es lo único que me motiva todos los días?
Lo miré con curiosidad.
— ¡Tú! El simple hecho de pensar que uno de los dos esta cumpliendo sus sueños y que es feliz, eso es lo que me motiva.
— Dante, por favor. Tu tendrás una familia, un pequeño ser que dependerá de ti, que seguirá tus pasos y yo tengo que seguir con mi vida.
— ¿Sabes que es ir por la calle caminando y tratar de encontrarte en alguna parte? ¿de despertarme todos los días y querer darte un beso? ¿de antes de dormir contarte mi día? De tan solo ver tus ojos y tu sonrisa, Romina. No tienes ni idea de cuantas veces soñé por volvernos a encontrar.
Me miró decidido, se acercó rápido a mi y sin pensarlo dos veces me besó.
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Te perdí
Teen FictionDante Cervantes y Romina Acosta son una pareja adolescente con muchos sueños y metas en la vida, encontraron el amor a la temprana edad de 18 años, pero, por más enamorados que estén el destino se empeña en separarlos de una manera cruel. Tendrán...