Capítulo 8

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Miles de recuerdos pasaron por mi mente en una milésima de segundo. Se supone que lo nuestro había terminado y yo, yo aún sentía su aroma impregnado en mi piel.

Las heridas con el tiempo sanaban, pero el tiempo tardaba y aún había algo entre nosotros.

Sus brazos tensos rodearon mi cintura, quedamos tan juntos que podía escuchar con detenimiento el latido acelerado que emitía su corazón.

Todo era perfecto y las imágenes de él estando con otra llegaron como flash. Me separé bruscamente y regresé a la realidad.

—No estuvo bien hacer eso, nosotros ya no somos nada y estar aquí es mera casualidad. Espero y estes bien Dante, hasta luego.

Me agaché mientras el me miraba aún confundido. Tomé a Simba con la correa y caminé hacia la salida.

—Quédate solo unos minutos más, por favor. Quisiera hablar contigo. Te extraño.

—No me extrañabas cuando estabas en la cama con otra— salió de mi boca sin pensar.

—Sé que piensas lo peor de mi y lo acepto. Pero, creo que es necesario que sepas que yo estaba borracho cuando ocurrió todo eso.

—¡Qué alivio! Ahora ya me siento mejor— seguí caminando.

—Romina por favor escúchame.

—Nos vemos, Dante.

—Yo no quería estar con otra chica que no fueras tú, creí que iba a estar contigo para siempre, como lo prometimos. Sé que hice mal, traté de buscarte pero tenía miedo a ser rechazado. Y no me excuso, pero el alcohol me ha hecho cometer pésimas decisiones últimamente.

—Espero dejes tu problema de alcoholismo— mi tono era tan frío y seco que hasta yo misma me sorprendía con cada palabra que decía.

—Tómalo como un juego, pero, ese bebé no tiene la culpa de mis errores. Me haré cargo de mis actos. Pero eso no significa que tengo que renunciar a ti.

—A mi me parece que sí y por el bien de los dos creo que es mejor que perdamos contacto. Podemos ocasionar problemas.

—¿Y sabes por qué? Por que nuestra forma de amar es única, no se olvida, no se marchita. Así pasen los años tu seguirás siendo la única en mi vida.

—Eso debiste pensar antes de romperme el corazón y que dejara de creer en ti.

—Te conquisté una vez, ¿crees que no puedo hacerlo de nuevo? Romina, recuerda que me gustan los retos.

—Creo que ya estas mal de la cabeza Dante, adiós.

—El destino nos quiere juntos, solo recuerda eso.

—Sí, Dante. Lo que digas.

Me alejé sin mirar hacia atrás, Dante era un maldito egocéntrico, pero tenía que admitir que aún tenía ese toque que me volvía loca.

Te perdíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora