-¿Estás listo?.- Preguntó la ojiverde mientras arreglaba la corbata de su mejor amigo.
-Estoy muy nervioso pero listo. ¿La has visto?.- El pelinegro hizo referencia a su futura esposa con ilusión en la mirada.
-Ella se ve hermosa hermano. Eres muy afortunado.- Aseguró con una sonrisa mientras ubicaba ambas manos en los hombros del cirujano dándole apoyo.
Ese era uno de los días más emocionantes para Matthew Parker, ya que aquel era el día de su boda. Se uniría para siempre a esa despampanante rubia que le había robado el aliento ocho años atrás.
-Ya es hora.- Suspiró el pelinegro dejando escapar el aire contenido en sus mejillas y caminó fuera de la habitación del hotel junto a Lauren.
La boda se celebraría en uno de los salones más lujosos del hotel, el cual se encontraba perfectamente decorado con las flores favoritas de la novia. Matthew y su cuñada, quien además de ser su mejor amiga se convertiría en su madrina de bodas, caminaron hasta el altar aguardando a que la novia se hiciese presente en cualquier momento, pero a Dinah le gustaba hacerse de rogar y tardó diez minutos más de lo esperado. Lauren tomó asiento en primera fila cuando la marcha nupcial anunció la llegada de la novia quien no tardó en hacer su entrada acompañada por dos pequeñas niñas idénticas, las cuales eran las encargadas de lanzar pétalos durante el pequeño recorrido. Lauren observó como su padre daba un apretón de manos a su amigo antes de besar la mejilla de su hermana y tomar asiento junto a ella.
La ceremonia tuvo su inicio y todos los invitados escuchaban con atención lo que el juez de paz decía. No fue entonces hasta que él mismo exigió los anillos, cuando la ojiverde se percató de su presencia. La morena se puso de pie y se acercó a los novios para entregarles los anillos que más tarde descansarían en sus dedos anulares.
La boca de Lauren se secó y su vista no se pudo apartar de Camila por el resto de la ceremonia. Sabía que la vería en algún momento pero no estaba preparada para aquello. Ella estaba cambiada, tan madura y aún más hermosa si eso era posible. Los votos de Dinah y Matt llamaron su atención e intentó concentrarse en la pareja hasta que ambos fueron oficialmente declarados marido y mujer.
-Estás amarrado a mi hermana por el resto de tus días, ¿Cómo se siente?.- Bromeó Lauren terminando el abrazo que le brindaba a su mejor amigo.
-Se siente maravilloso.- Aseguró Matthew con una amplia sonrisa en el rostro. Fue entonces cuando los ojos de ambos viajaron hasta la rubia quien era felicitada por sus amigas, entre ellas Camila- Veo que ya la notaste.
-Esta aún más hermosa.- Parecía hipnotizada por la chica de ojos marrones y blanca sonrisa. Matt asintió con el ceño fruncido.
-¿No has podido olvidarla? Esto será bueno.- El pelinegro movió pícaramente sus cejas y Lauren rodó los ojos.
-Tuvimos historia y tú lo sabes.- Su amigo abrió los ojos- Sabía que la vería aquí pero creo que no estaba preparada para el momento.
-¿No quieres saludar? Es una buena idea.- Antes de que la ojiverde pudiera negarse Matt la llevó a empujones hasta las chicas que conversaban animadamente mientras bebían de su copa.
-Hey, cariño.- Dinah le sonrió de forma cariñosa a su ahora esposo y se prendió a su cuello para dejar un beso en sus labios. Entonces Camila dejó de mirar a la feliz pareja para conectar sus ojos con los de la soldado.