-Lauren, has violado los protocolos del hospital y además has pasado por alto la voluntad del paciente.- Dijo Bradley viendo a la cirujana sentada frente a su escritorio- ¿Sabes lo grave que es esto?
-No podía dejarlo morir. Se supone que es nuestro trabajo salvar vidas.- Refutó la pelinegra algo ofuscada.
-Mientras el paciente no se oponga a ello. Sé que has actuado como lo harías en el campo de batalla pero esta no es otra de tus misiones Lauren.
-Eso lo sé muy bien.- Murmuró la ojiverde.
-Temo que tendré que suspenderte de tus labores por un tiempo y tendrás que dar tus explicaciones a ese hombre en cuanto esté lo suficientemente consciente como para recriminarte que le has salvado la vida.- Dijo Bradley- Puedes retirarte.
Dejó la oficina con lentitud sintiéndose muy abrumada por toda la situación en la que se encontraba profundamente hundida en aquel momento. Vagando por los pasillos del hospital decidió mantenerse alejada todo lo posible de Fernando porque éste le llevaría directamente a Camila otra vez y ya no quería más problemas. Suspendida de sus obligaciones y con Camila sin querer verla, Lauren decidió permanecer encerrada en casa casi sin ver la luz del día. Lo único que podía hacer era entrenar para así de algún modo quitar los recuerdos de los últimos días de su mente.
Su rutina de ejercicios fue interrumpida por un llamado en la puerta principal, caminó a la entrada mientras secaba su sudor con una toalla y bebía largos tragos de agua. Dinah estaba del otro lado de la puerta con expresión preocupada y cargando varias bolsas de supermercado.
-Sé lo qué pasó con Camila y con su abuelo. Matt me lo dijo.- La ojiverde soltó un suspiro y se apartó para dejarla entrar- Luces más delgada, ¿Estás comiendo?
-No actúes como mamá Dinah.- Se quejó mientras le quitaba las bolsas y las llevaba hasta la cocina- No tenías que comprar nada de esto.
-Apuesto a que la nevera está vacía.
-No es necesario que hagas esto.- La rubia miró a su hermana fijamente y se cruzó de brazos.
-¿Dejarás las cosas así?
-No empieces.- Dijo Lauren con voz tajante regresando a la sala para comenzar a golpear el saco que colgaba del techo aún costado justo frente a un gran ventanal.
-Tienes que hablar con Camila, explícale lo que sucedió. Que no eres quién para contar un secreto.
¿Cómo hacerlo sin empeorar las cosas? Las ganas de acercarse a la morena eran demasiadas pero tenía miedo de empeorar las cosas. Hace unos cuantos días cuando había decidido visitar a Fernando las niñas habían notado su presencia y Camila permitió que se le acercaran de mala gana. Ellas hicieron preguntas a las cuales la ojiverde no tenía respuestas y sólo pudo evadirlas y alejarse de ellas lo más pronto posible.
-No quiere verme Dinah, dejemos las cosas como están. Tal vez somos mejor separadas.
-¡Claro que no!
-¡Ya basta!.- Gritó la pelinegra con frustración dando una patada al saco mientras respiraba con dificultad.
-Creí que jamás desistías pero al parecer me equivoqué. Estas resultando una cobarde Lauren.
Y sin más, la rubia tomó sus cosas para dejar la casa de su hermana mayor quien permaneció en su lugar completamente molesta.
...
Camila se sentó otra vez junto a la cama de su abuelo quien sonrió levemente al verla y estiró su mano algo temblorosa para que la violinista la tomara. Ella dejó un ligero apretón y se inclinó para dejar un beso en el dorso de la mano, sabía perfectamente que no tenía mucho tiempo junto a él así que necesitaba aprovecharlo.