2.Un viaje incómodo.

11 1 1
                                    

No podía creer que el internado estuviera tan lejos. Ya era de noche y seguíamos en el tren, por lo que nos había dicho uno de los profesores encargados de nosotros llegaríamos a la mañana ya que el trayecto era largo.

Suspiré y me recosté contra la ventana. Los árboles pasaban a una velocidad increíble, no podía diferenciarlos pero mirarlos hacía que el mal humor que tenía se me fuera.

Amie y las otras dos chicas que nos tocó de compañeras en la cabina ya estaban durmiendo; me levanté y abrí la puerta, todo estaba completamente sumido en el silencio. Todos estaban durmiendo. Salí y cerré la puerta con cuidado, no quería despertarlas o le dirían a algún profesor que había salido fuera del horario. 

Caminé, un poco temerosa de que alguien me encontrara, también porque todo estaba iluminado con unas lámparas pequeñas y hacía que el pasillo se viera tenebroso. Me giré rápido. Sentía como si me estuviesen persiguiendo y me recorrió un escalofrío por toda la espalda. Empecé a caminar más y más rápido, hasta que llegué el mini-restaurante que tenía el tren. Suspiré al ver que habían un par de personas, me senté en una mesa y le dije al mozo que me trajera una botella de agua. Vi como se alejaba y sentí que tocaban mi hombro. Grité, no sé por qué lo hice, pero grité con todas mis fuerzas y al instante unas manos cubrieron mi boca. Le mordí un dedo y la persona gritó, me giré presa del miedo y me di cuenta que era solo Alec. 

—¡¿Pero estás loco?! —le grité.

—Muerdes muy fuerte, demasiado —ignoró mi pregunta y empezó a mirar el estado de su dedo.

—Lo sie... No me respondiste.

—No, no estoy loco, Natalie. Vi que salías y quise venir a acompañarte. Estás paranoica —dijo cansado y se sentó. — ¿Qué pediste? 

—Una botella de agua. Nadie sabe que estás acá ¿verdad?

—No, ¿por qué?... Oooh, no, nadie me vio.

El mozo llegó con la botella de agua y pagué. Agradecí que Alec no hablara más, me ponía nerviosa su presencia. Lo mío no era hablar con chicos, no sabía como seguir la conversación, pero sobre todo, su lindo rostro hacía que me atontara.  ¿Por qué el internado tenía que estar lleno de chicos tan atractivos? 

Terminé el agua y me paré, Alec me secundó y empezamos a caminar silenciosamente hasta nuestras pequeñas habitaciones. Cuando llegó a la suya no supo si despedirse con un "Chau" o un beso en la mejilla. El momento fue incómodo y nos dijimos un simple y tonto "Chau".

Llegué a la habitación y vi que una de las chicas estaba despierta, abrí los ojos de par en par y me acosté en mi cama rápidamente. 

Cerré los ojos y traté dormir un poco, pero no podía. Cambié de posición y me seguía sintiendo incómoda y sin sueño. Abrí los ojos y me di cuenta que Luciana me miraba fijamente. 

Ella era una chica bajita, con rulos rebeldes y lindos, su cabello castaño y ojos marrones combinaban a la perfección. Su forma de vestir era linda, un estilo "hippie" y natural. Una chica amor y paz.

—¿No puedes dormir? —me preguntó y frotó uno de sus ojos soñolientos.

—No —le dije sincera. —Es incómodo acá, no sé puede dormir y es aburrido.

—Si tratas de dormir con esa ropa tan ajustada no lo vas a lograr —bajó con cuidado de su cama y se sentó en la mía — ¿Intentaste contar los números?

—No —me empecé a reír y ella también lo hizo. 

—¿Por qué nos reímos? 

—No lo sé —dije riendo entre dientes y abrazándome el estomago.

—Deberías intentar escuchar música relajante, a mí me ayudo. 

—Gracias... ¿Eres vegetariana, verdad?

—Sí —me dijo sonriendo orgullosa de ella misma.

—¿Es difícil dejar de comer cosas que provengan de animales?

—Un poco, pero después te acostumbras y vives una vida sana, sin comer nada que tenga ojos. Deberías intentarlo.

—No podría —le dije con sinceridad. —Lo veo muy difícil. 

—No importa...

—¿Podrían cerrar el pico? —gritó Camille exasperada. —Me costó mucho dormir, por favor cállense.

—Está bien —le respondimos en un susurro apenas audible.

—Hasta mañana —le dije mientras me acostaba nuevamente. 

Sentí que se incorporaba y escuché que me decía algo, pero no pude escuchar porque había hablando en un murmuro. Mis ojos empezaron a pesarme y sin darme cuenta ya estaba dormida.

***

Corría por el bosque, alguien me perseguía y estaba todo oscuro. Es de noche, fue lo primero que pensé y sentí que mi corazón se encogía. La desesperación se apoderó de mí y empecé a correr con todas mis fuerzas. 

A lo lejos divisé a una persona, era alta y robusta. Comenzó a caminar, primero lento y luego más rápido, hasta llegar a correr para acercarse a mí. Quise mover los pies para poder correr y alejarme, pero no podía, mis pies parecían haberse adherido a la tierra del bosque. La persona cada vez estaba más y más cerca. Cuando le faltan unos pocos pasos para llegar hasta a mí paró de correr y comenzó a caminar lento, pasos seguros y firmes. Aún no podía ver su rostro, todo estaba tan oscuro y tenebroso. Con cada paso que daba mi corazón latía más rápido. Llegó a acercarse lo suficiente, nos separaba solo un pie de distancia, me tomó por los hombros con firmeza y una fuerza que me hacía sentir que los huesos se me romperían. Iba a decir algo y sentí como me empezaba a sacudir. "Natalie... Natalie... Natalie..." 

***

—Natalie... Natalie... Natalie, vamos despierta —decía una voz.

—Mhm...

—Natalie, si no te levantas ahora mismo el tren seguirá con su trayecto y nos alejaremos del internado. ¿Sabes que significa eso? ¡QUE NOS PERDEREMOS, ASÍ QUE LEVANTA ESE CULO AHORA MISMO!

—Dios, no sabes lo que me costó dormirme, por favor, cinco minutos más. 

—No se pueden ni cinco minutos, Natalie. Levántate.

—Está bien, está bien —me senté con dificultad y Amie me tiró ropa para vestirme. La miré enojada y me cambié lo más rápido que pude, guardé las cosas faltantes en mis maletas, tomé mi mochila y salimos casi corriendo de la cabina. 

Alcanzamos al grupo y uno de los profesores nos miró con cara de pocos amigos. 

Sentí mi cara ruborizarse y uno de ellos nos gritó:

—¡Vamos, chicos, el autobús nos está esperando!

Y después de eso lo seguimos en silencio. Nadie quería tener problemas.

***

El viaje fue corto, de unos quince minutos como mucho. Agradecí al conductor por haber conducido rápido, estaba cansada de tanto viaje.

Amie me hizo cantar junto a ella, las típicas canciones que cantan los exploradores. Alec se había sentado detrás de nosotras junto a Luciana y nos habían acompañado con risas, aportando ideas para no aburrirnos. Todo esto me ayudo en no pensar en mis amigos, mi familia y lo lejos que estaba de ellos, o peor, volver a quedarme dormida.

Al llegar tuve el mismo problema con las maletas, Alec me ayudó nuevamente a sacarlas y le agradecí con la cara completamente roja, me hacía sentir tan débil. 

Cuando salimos del autobús pude ver el internado y me quedé sin palabras. 

Era hermoso. 

El viaje había valido la pena.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 05, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Este internado es una pesadilla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora