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Despertó profundamente desconcertado.
Se reincorporó un poco en la cama en la que se hallaba.Observó con curiosidad el lugar en el que se encontraba, llegando a la deducción de que era el cuarto de un niño. O mejor dicho, más de uno.
La cama en realidad era un camarote y se dio cuenta de esto cuando, al sentarse completamente derecho, su cabeza rozó con el techo. Un dolor agudo se expandió desde esta zona recorriendo todo su cuerpo. Había olvidado por completo la herida. Sin embargo, su sorpresa fue grande cuando al revisar el estado de esta, en vez de dar con la carne abierta, su cabeza estaba cuidadosamente vendada.
Volvió a recostarse en la cama, cerrando los ojos y tomándose su tiempo para recordar todo lo sucedido.
"Creo que esto dejó de ser solo un sueño hace mucho" pensó, mientras entreabría los ojos.
Agradecía de corazón que la cama de arriba le cubriera con su sombra, el cuarto estaba inundado en una luz amarillenta, no quería más dolor de cabeza que el que ya estaba teniendo.
"Manuel"
El nombre brotó de sus labios con naturalidad. Necesitaba encontrar al manchado y preguntarle donde mierda estaba. Claro, le debía mucho por todo lo que había hecho por él. Pero eso no cambiaba el hecho de que la ansiedad de saber dónde estaba o cuánto tiempo había transcurrido, desde que se desvaneció, le estuviera consumiendo.
Apartó la sábana y apoyó ambos pies en el piso, mareándose un poco y viendo todo completamente negro por un par de segundos. Al recuperar la visión, pudo cerciorarse de que llevaba la misma ropa que cuando fue secuestrado.
Estaba mugrosa, pero prefería eso a la sensación de ser desnudado cuando estaba inconsciente con el fin de ponerle un pijama o algo así.
El piso consistía en baldosas grises, con manchas que parecían no haber salido en años. Aunque el cuarto no lucía en lo absoluto como un lugar sucio. Solo era viejo. Y muy usado.
Ya levantado, Martín notó que el techo era bastante alto y que el camarote tenía tres camas. Todas inmaculadamente ordenadas.
Lo primero que hizo fue ir a la puerta y asegurarse de que estaba abierta. Luego apagó la luz del cuarto y salió en busca de Manuel.
El pasillo era largo y oscuro, dando un aspecto algo tétrico.
Fue entonces cuando Martín alcanzó a escuchar un murmullo. Tenue, pero constante. Haciendo que la sensación de soledad que albergaba en su pecho desde que despertó, desapareciera.
Con paso trémulo avanzó por el pasillo. Sus manos acariciaban los largos muros, topándose de vez en cuando con puertas. La voz fue haciéndose más y más clara conforme se acercaba a los últimos cuartos.
En la pared contigua al cuarto ubicado al final del pasillo, habían unas escaleras que conducían al piso de abajo. Martín se sintió tentado a bajar por ellas, pero la voz volvió a atacar y en esta ocasión sí la pudo reconocer.
Sujetó el pomo de la puerta con seguridad, abriéndola lentamente.
Se encontró con una escena conmovedora.
No era como su cuarto. Éste solo tenía una cama, bastante amplia a decir verdad. Y sobre esta, Manuel se hallaba sentado, peinando con los dedos el cabello de una niña que se acurrucaba entre sus piernas.
Manuel ni siquiera le dirigió la mirada, estaba muy ocupado contando un cuento.
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▶ Hijos del Arcoíris ◀【 ArgChi - Irisverse】CANCELADA
FanfictionMartín era un joven de la casta azul, descendiente directo de Ciano la mano derecha de la diosa Iris. Según lo que su clase le indicaba, solo grandeza y fortuna recaerían sobre él. Manuel era lo contrario, un chico de un color...