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-¿Y si te quitas la capucha? Digo, siento que en este momento no hay necesidad de que aparentes ser un prófugo -bromeó el rubio, mientras jalaba con suavidad la manga de la chaqueta de Manuel. Recibió un gruñido como respuesta.
-No tengo tanta ropa como tú ¿sabes? -respondió de manera cortante el menor, encogiéndose de hombros y escondiendo las manos dentro de su bolsillo.
Llevaba un suéter debajo de la chaqueta, que ayudaba a ocultar su marca. El rubio solo podía pensar que en cualquier momento el de cabello castaño se desmayaría víctima de una fiebre.
A menos que...
Martín se detuvo y Manuel dio un par de pasos más antes de percatarse de que el rubio no estaba a su lado. Miró de reojo hacia ambos lados, la gente entraba y salía de las tiendas de las calles sin darle la menor atención.
Supuso que ese era el poder de llevar un oculus de ese tipo. Ya que siquiera cuando trataba de entrar a la zona de tiendas de su distrito, era amenazado por los guardias. Pensar que luego de que Martín lo invitó a comer, había pasado otra semana de salidas.
Sin embargo, él no terminaba de acostumbrarse.
-Martín... -lo llamó, dando algunos pasos en su dirección. Y solo entonces de percató de dónde el rubio dirigía su mirada -. No. Martín, no. Que ni se te ocurra.
Pero Martín ya tenía la idea clavada en la cabeza y ni siquiera la posibilidad de que Manuel lo golpeara podía hacerlo cambiar de opinión. Después de todo, era algo que solo terminaría por beneficiar al manchado.
Tomó al más bajo de la muñeca y prácticamente lo arrastró a la tienda que quedaba cruzando la calle. Si bien Manuel era bueno peleando, era malo oponiendo resistencia a ese tipo de instancias y Martín era realmente más fuerte que él en ese momento.
La tienda era realmente amplia y bonita. La gente iba de un lado a otro. Sin embargo, no estaba demasiado llena.
Un montón de maniquís se mostraban en los pasillos, con trajes catalogados como "Moda Verano-Otoño."Martín no soltaba a Manuel, quien con su mirada de odio fácilmente podría maldecir una ciudad entera con veinte años de hambruna.
En ese momento se acercó una mujer pelirroja hacia la pareja, con una sonrisa tan amplia que a Manuel no se le pudo hacer sincera.
-¡Señor Hernández! Ha pasado tanto tiempo -mencionó la mujer con un tono de voz melindroso, mientras se acercaba al sanctus y pasaba por completo del manchado. Su brazo rodeó el del rubio mientras lo hacía adentrarse más en la tienda. A Manuel se le hizo que hablaba más que una cotorra, sobre cosas que él no podía opinar.
¿Qué iba a saber el menor sobre telas y moda?
-Lo siento, Laeti, pero mi guardarropa no necesita más -se excusó Martín con una sonrisa encantadora, de esas que no dan pie a reclamos -. Por otro lado, mi... -se interrumpió, mirando de reojo a Manuel, quien se encogió de hombros y le indicó que prosiguiera- pareja. Es nuevo en el distrito, así que como verás, es él quien necesita un cambio de look.
La chica observó a Manuel de arriba hacia abajo. Se le notaba en la cara que no podía creer que la pareja de Martín fuera ese muchachito con cara de no haber dormido en una semana.
-Oh, de acuerdo... -rio nuevamente y se dirigió a Martín con una sonrisa -. Regresaré de inmediato.
No pasaron ni cinco segundos desde que la mujer se fue, cuando Manuel sin previo aviso, agarró la chaqueta de Martín y lo atrajo hacia él.
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▶ Hijos del Arcoíris ◀【 ArgChi - Irisverse】CANCELADA
FanfictionMartín era un joven de la casta azul, descendiente directo de Ciano la mano derecha de la diosa Iris. Según lo que su clase le indicaba, solo grandeza y fortuna recaerían sobre él. Manuel era lo contrario, un chico de un color...