Capítulo cuatro

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Hace más de tres horas que ya no me sentía cómo Perry, el ornitorrinco. ¿El por qué?

Nuevo día de universidad, me sentía totalmente poderosa entre toda la multitud al saber que era una famosa chica quién destruye la reputación de Justin Bieber.

Pero segundos después sé me pasaba al saber que nadie sabía que aquella chica soy yo.

Entonces mi ingreso cómo Beyoncé en el Super Bowl se fue al infierno y solo sentí vergüenza al escuchar carcajadas mientras yo seguía caminando.

Malditos estudiantes.

En fin, ¿en qué estaba? ¡Oh, sí! La razón por lo cual ya no era una versión femenina de Perry, me sentía totalmente perseguida.

Exacto, sentía que alguien me seguía, hace un buen rato. Tal vez acercarme mucho a Bieber hizo que mi cabeza fallara por completo.

La idiotez se pega, cuidado.

Cada paso que cada, giraba para ver a mis espaldas, con las esperanzas de ver quién me estaba siguiendo. Pero, cómo en las películas, nada ocurrió.

Seguí asistiendo a mis clases, ya era la última de la mañana. La interesante materia de anatomía, con la gran señora de cientos de años, Anabel.

Hasta su nombre da escalofríos, bueno, la verdad lo que da más escalofrío, es su exceso de bellos que tiene arriba de su labio.

Cuándo por fin la hora se cumple, ya mis cosas estaban guardadas en mi bolso, lo tomo y corro fuera de la sala. Me daba claustrofobia.

—¿Hamburguesas o ensaladas? —me sobresalté al escuchar preguntar a mi lado, fruncí mi ceño al ver a mi amada amiga a mi lado.

—Hasta la pregunta es estúpida —rodeé mis ojos, golpeando su brazo.

—¡Vamos por esas ensaladas! —exclamó, para después reír—. Tú pagas, las hamburguesas subieron de precio.

—Ve a pedir, luego iré yo —le entregué mi bolso.

—¿A dónde irás? —cuestionó, alzando su delgada ceja.

—Melanie, iré a orinar. ¿Quieres saber cuánto haré? —dije irónica. Ella hizo una mueca, para luego agitar su cabeza.

—Ve luego, asquerosa.

Reí alejándome, tardé unos cinco minutos en llegar al baño, cerré la puerta a mis espaldas y caminé hasta posicionarme frente al gran espejo.

Acomodé mi pelo, para luego girar y caminar hasta algún cubículo.

Hermoso, arreglé mi atuendo y cabello para orinar.

Me detuve al sentir cómo la manilla comenzaba a girar, cerré mis ojos por unos segundos, maldiciéndome internamente por no poner seguro a la puerta.

—No te violaré, no te preocupes —susurraron, para después cerrar la puerta con un suave golpe. Mentira.

Abrí mis ojos, pero al ver aquél ser humano frente a mí, rápidamente quise cerrarlos y desaparecer de allí.

Pero, Santa Claus no existe, tampoco la magia, amores.

—¿Qué demonios haces aquí? —pregunté, cruzando mis brazos bajo mi pecho—. ¿Sabes leer? Sí quieres te enseño. Mira, en la puerta, en ambos lados, dice "Mujeres".

—¿Tengo que reírme?

—Tienes que pedir una cita con un oculista. Serios problemas de visión te atormentan, amigo.

—¿Tengo que reírme nuevamente?

—Tienes que comprar un nuevo cerebro. Al parecer el tuyo está dañado —sonreí.

—¿Tengo que...? —lo interrumpí.

—¡Cállate! —exclamé—. ¿Qué quieres? De inmediato te digo, no tengo ningún tipo de tintura, ni tampoco preservativos llamativos.

—Ridícula —susurró—. Entonces, África...

—Mi nombre es Arizona —repliqué.

—Sí, lo que sea. Tú me debes una explicación, o más bien, necesito un favor.

En mi mente de inmediato se me cruzan dos cosas. La primera, y por la palabra favor, sexo.

¡Vamos! Saliendo aquella palabra de la boca de Justin uno se puede imaginar lo que sea. Además, Bieber es un completo adicto al sexo, de aseguro una de sus morenas lo rechazó o alguna de sus rubias se le insinuó.

Entonces, me vio a mí, y se acercó para pedirme un favor. Bufé, negando con mi cabeza.

La segunda opción es nada más ni nada menos que la palabra "blog". Él me acaba de pedir una explicación, de aseguro que ya se enteró de mi blog dedicado hacia él, subiendo cada lado negativo de Justin, por lo cual, las chicas ya no se le acercan, y sin más que hacer, se acerca a mí.

¿Ven? Todo se junta en el sexo.

—¿Qué? —murmuré.

—Bueno, desde hoy en la mañana, siento cómo que, la mayoría de los estudiantes se giran a mirarme y me apuntan. ¡Sé que es totalmente normal viniendo de mí, obviamente! —sonrió orgulloso—. Sin embargo, se ríen, y a carcajadas.

—¿Y por qué yo estoy aquí?

—Mientras todos se reían, tú observabas el bigote de Anabel, entonces pensé que tal vez tú tengas compasión de mi o qué no te causó gracia lo que sea que a ellos sí les causó gracia —explicó, sacudiendo sus manos.

—¿Y....?

—Necesito que me digas que tengo de mal, ya sabes, decirme porqué sé están riendo de mi —se apuntó.

—Te acabas de humillar, ¿verdad? —reí.

—Sí, así que, por favor, dilo rápido.

Mordí mi labio inferior, tragándome las ganas de reír. Lo observé de pie a cabeza, se le notaba nervioso. Qué lástima.

Entrecerré mis ojos y llevé mi mano hasta mi barbilla.

—Ya sé lo que tienes —murmuré.

Él de inmediato abrió sus ojos y noté cómo un leve color rojizo se apoderaba de sus mejillas.

—¿De verdad?

—Sí —contesté—. Amigo, debes subir tus pantalones, no es llamativo que tus pantalones estén más abajo de tu trasero. Aquello me saca dos conclusiones, la primera, bueno, quieres que todo el mundo se entere que usas calzoncillos de Tarzán. La segunda, que no notas que tus pantalones están abajo, ya que los usas cómo un pañal y lo que tienes colgando, ya sabes, existen los baños.

Justin tomó sus pantalones y sé los subió con rapidez, ahora éstos estaban a la altura de su cintura. Reí al ver su rostro sonrojado.

—No me digas que los cólicos volvieron —habló en voz baja, lástima que sí llegué a escuchar.

—¿Qué?

—Sí, hasta los dieciséis tuve unos cólicos de muerte, a tal punto que no alcanzaba a llegar... —cerró su boca y me observó pálido, el color rojo había desaparecido por completo—. Olvida todo lo que dije.

Con rapidez salió del baño, sonriendo orgullosa y feliz, salí del baño, y aún con aquella sonrisa, me dirigí hasta el casino.

Melanie me esperaba en una mesa, con dos grandes hamburguesas. Ella agitó su mano, caminé hasta ella y me senté frente a ella.

—Entonces, ¿cuánta orina depositaste?

Razón número cuatro para superar a Justin Bieber: Desde pequeño sufre de cólicos. ¡Cuidado con su trasero mientras tienen sexo!



//último capítulo del año. ¡Feliz año nuevo!

Guía para superar a Justin Bieber [ j.b ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora